miércoles, 12 de septiembre de 2007

“CIENCIA HOY” LLEGO A LOS CIEN NUMEROS

“CIENCIA HOY” LLEGO A LOS CIEN NUMEROS
Cien veces sí debo

Diálogo con Patricio Garrahan, doctor en Medicina, profesor emérito de la UBA, investigador superior del Conicet, director responsable de Ciencia Hoy, la revista de mayor nombre en la ciencia argentina.



Por Leonardo Moledo

–Vamos a hablar de lo que significa para la ciencia argentina que Ciencia Hoy haya cumplido su número 100, a pesar de que fue gracias a una lucha increíblemente dura en que pensamos que nunca íbamos a poder seguir adelante. Contá cómo surgió, hablá todo lo que quieras de lo que te parezca importante pero especialmente de por qué este número 100 implica un triunfo.

–La idea de Ciencia Hoy se inició antes de que yo participara. A mí me vinieron a ofrecerme integrar el comité editorial en el ’88, cosa que yo acepté. Es decir que participé en la redacción y edición del primer número, que salió en diciembre de ese mismo año y se presentó en el Palais de Glace. La idea original no ha cambiado mucho: es mostrar la ciencia argentina en general y latinoamericana, pero hecha por locales, con el fin de demistificar una idea que es común sobre todo en los medios de comunicación masivos: que la ciencia es algo maravilloso que sólo se puede hacer en pocos y privilegiados lugares en el mundo y que todos los buenos científicos argentinos están en el extranjero. Si uno lo acepta como componente de verdad, eso se convierte en real.

–Bueno, la página ésta y su revista tienen mucho en común entonces.

–Sin dudas. Inicialmente el proyecto era más grande, porque estaba basado en una idea de tamaño, publicidad, etc. En un momento tuvo un staff formado por mucha gente, después se fue achicando y hubo una discontinuidad de cuatro o cinco meses en que nos quedamos sin un peso y tuvimos que parar. A raíz de eso hubo un contacto con el Ministerio de Educación, que estuvo basado en el hecho de que el ministerio repartía como material didáctico fotocopias sin autorización de la revista.

–¿Eso cuándo fue?

–’92 o ’93. Sin tratar de presionarlos, les dijimos: “Miren, muchachos, aunque nos encantaría poder regalar estas cosas no lo podemos hacer”, a raíz de lo cual nos hicieron una compra; y con esa compra y un achicamiento del staff basado fundamentalmente en externalizar la producción, empezamos a funcionar bien y llegamos a la situación actual, que es un estado estacionario donde lo que entra y lo que sale se equilibran. En general el 95 por ciento de los artículos son propuestas espontáneas de la gente. Producir cien números sucesivos de una revista de estas características es una cosa que sorprende a cualquiera.

–Y habiendo habido en el medio un período muy duro, el de Matera.

–Nosotros fuimos acusados de serias irregularidades públicamente por Matera. La otra cosa complicada fue la inflación. Sin embargo, zafamos.

–Yo me acuerdo una reunión de los 10 años en que estábamos todos muy tensos porque teníamos miedo de que pudiera aparecer Matera, y al final no apareció, por suerte. ¿Qué tirada tiene la revista?

–Tira 7000 y vende 4000.

–Lo cual no está nada mal, para una revista de ciencia.

–Nada mal. Si los datos que dan por radio no están mal, Barcelona vende 14.000; y Todo es historia vende 8000. Tenemos pocas publicidades...

–Porque ése es un síntoma argentino del poco interés en la ciencia. Hay por todos lados grupos chiquitos de investigadores haciendo cosas que les servirían a las empresas y las empresas ni se enteran.

–También está lo inverso. Grupos chicos de gente que podría poner avisos chicos en las revistas y no lo hacen. Nosotros tampoco lo estimulamos eso, pero sería una buena idea. Y después están los avisos de pedidos de personal.

–¿Por qué no lo hacen?

–A partir de ahora lo vamos a hacer.

–¿Qué creés que le falta a la revista?

–Ser más simple. Conseguir artículos sencillos y sólidos de manos de científicos es muy difícil. Yo dirijo la colección Ciencia Joven, dedicada a estudiantes de secundaria, y también son libros bastante difíciles. Otra cosa que le falta es un número mayor de artículos de Humanidades y Ciencias Sociales, que analicen críticamente la realidad argentina. No hemos conseguido, por ejemplo, artículos sobre las papeleras o sobre la crisis energética. La otra cuestión es que los artículos son muy largos.

–Bueno, en Scientific American también.

–Pero también es muy difícil. Es casi para científicos. Yo he escrito últimamente tres o cuatro artículos más o menos cortos, sobre el Alzheimer, el control del sueño, un grupo de paquistaníes absolutamente insensible al dolor.... Yo creo que son artículos sencillos, que no utilizan palabras técnicas. Lo que no quiere decir que esos artículos largos y algo difíciles no tengan material interesantísimo.

–Ya me estaba empezando a preocupar... Me decía: “Si así publicita su revista...”

–La autocrítica siempre es productiva, salvo que la usemos en exceso y sea inmovilizadora.

–Y por qué no me hablás un poco de todo el equipo que a lo largo de cien números colaboró en este proyecto.

–El equipo inicial fue Heber Cardozo y Boido, y como diseñador Pablo Barragán. Después había un grupo editorial formado por Daniel Bes, Orgadaragún, yo y Balán (el sociólogo, que creo que ahora está en Estados Unidos).

–¿Y Emma Pérez Ferreira?

–Ella nunca intervino en la parte editorial, intervino en la Red teleinformática (que en este momento está siendo transferida al Conicet).

La famosa Retina. Lo que está siendo transferido al Conicet es un proyecto que se llama Retina II, que es una red avanzada que permite mucho más que lo que permite una red común. Hay un punto de Retina que es poco conocido: fuimos nosotros los que rompimos el monopolio de las empresas privatizadas sobre las comunicaciones internacionales. Había en ese entonces un único grupo, Telintar, que nos quería facturar por llamada, lo cual era absolutamente imposible. Le hicimos un juicio y lo ganamos. Esto fue en el ’94.

–Menemismo.

–Es muy poco conocido.

–¿Y qué más se te ocurre contar?

–Bueno, yo no quiero contar más aspectos negativos...

–Pero son los más interesantes, porque muestran lo difícil que es llevar adelante una revista así y lo importante que es haber llegado a los 100 números.

–Es difícil reclutar gente para que le dedique medio día por semana en serio a su trabajo editorial. Nos faltan algunas áreas. Si tuviéramos un poco más de guita sería bueno incorporar uno o dos becarios que se ocupen del pulido final y se den cuenta de qué es lo que tienen que hacer con los artículos. El gran desafío es hacer que los científicos recorten artículos y que se den cuenta que al lector común los detalles como la entalpía del talio le importan poquísimo.

–Bueno, decime algo que cierre el hecho de haber llegado al número 100.

–Creo que demuestra que si uno tiene una pequeña infraestructura administrativa y deja que florezca un grupo, se pueden hacer estas cosas.

–Para mí, lo más importante es que es un triunfo sobre las fuerzas reaccionarias.

–Así es. La revista siempre fue opositora; como la ciencia, que siempre tiene que ser confrontativa. El problema es que en nuestro país, el poder y el saber no se hablan.

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