sábado, 24 de noviembre de 2007

Hacer reír, una herramienta con valor terapéutico

Hacer reír, una herramienta con valor terapéutico
Refuerza el vínculo médico-paciente
Sábado 24 de noviembre de 2007 | Publicado en la Edición impresa Noticias de Ciencia/Salud:

El humor es la llave. Con nariz de payasos atraviesan la solemnidad de las salas de internación y hacen reír. Pero su función va más allá: la risa es apenas el puente que lleva a rincones más oxigenados de la existencia en un momento traumático, cuando la cotidianidad es un despliegue ininterrumpido de médicos distantes, enfermeras desbordadas, dolor y un miedo sin válvulas de escape.

"Nuestras intervenciones constituyen una terapia alternativa", define el psiquiatra, clown, especialista en terapia intensiva y payamédico José Pelluchi, coordinador junto con Cristina Martí del Primer Congreso Internacional de Clowns y Payasos de Hospital, que se realizó en Buenos Aires.

Sobrevuela las presentaciones la sombra de Patch Adams, el "Doctor Risa", que en los setenta instaló la risaterapia en hospitales de los Estados Unidos y se convirtió en figura emblemática a partir de la película que protagonizó Robin Williams.

Su presencia se corporiza en la nariz roja que decora las esculturas de la sede en la que se desarrolla el encuentro: un aula de la Facultad de Medicina en la que circulan clowns, payamédicos, humoristas y estudiantes de medicina que entienden que la solemnidad no es una condición necesaria de su profesión y que una relación más igualitaria refuerza el vínculo terapéutico entre el médico y el paciente.

Aunque admite que no encontró las dificultades de Patch Adams para instalar el humor en distintos hospitales del país -hoy interviene en el de Clínicas, el Udaondo, el Alvarez, Muñiz, el Sor Ludovica de La Plata y el Bouquet Roldán de Neuquén-, Pelluchi dice que hay sectores que se resisten a admitir que la risa es cosa seria: que dispara endorfinas, ayuda a controlar la presión arterial, estimula el sistema inmunológico y permite transitar la enfermedad desde una conexión emocionalmente más saludable con la vida.

Así surge de estudios científicos que incluyen a la risa como una herramienta terapéutica. Entre ellos, el realizado por la División de Hematología y Oncología del Hospital General de Massachussets, que concluyó que el humor y la risa ayudan a reducir el dolor y a mostrar el lado humano del equipo médico, además de facilitar el diagnóstico y el tratamiento oncológico.

La risa es salud

No se trata de representar una obra de teatro ni de despertar el espíritu lúdico en un espectador que observa pasivamente desde su cama de internación. Las intervenciones de payamédicos -mitad médicos, psicólogos o psiquiatras, mitad actores, psicodramatistas o clowns- son terapéuticas; crean estrategias personalizadas a partir de un pedido del equipo médico.

Una vez designado el paciente que requiere apoyo terapéutico, llega la pareja de payamédicos a relevar la situación problemática que intentarán revertir con una o varias sesiones que adquieren un formato teatral.

"No se trata de hacer reír solamente, sino de dar potencia, de conectar a la persona con sus aspectos positivos y sanos, de sacarlo del encierro en lo corporal e instalarlo en un estado optimista sostenido", confía Pelluchi y explica su metodología a través de una historia que todavía lo emociona.

Cuando lo llamaron de una sala de internación pediátrica del hospital Muñiz, partió con su maletín "buenetín" con jeringas gigantes y disfraces, dispuesto a revertir la resistencia de un chiquito de cinco años que se negaba a tomar la medicación antirretroviral.

La primera estrategia fue la negociación. "¿Qué me pedía para aceptar la medicación? Jugar con mi nariz: se la puso, la tiró, la pisoteó, se descargó, pero al final nada, no cumplió con su parte. Nueva negociación: revisar mi maletín. Pero tampoco cumplió. Cuando pensé que había fracasado, se me ocurrió conseguir una jeringa como la que usaban en el hospital para que él tomara su medicación, la llené de leche y le propuse una carrera. Dale, aceptó A sus marcas, listos y ya misión cumplida. Desde entonces dejó de ver a la jeringa con los medicamentos como sus enemigos."

Con los adultos el proceso es menos lúdico, aunque una internación hospitalaria, con la infranqueable sensación de impotencia, empuja a casi todas las personas a una regresión que conduce a un estatus de niños dependientes. Descargar activamente sobre un muñeco lo que sufren como resultado del tratamiento es uno de los secretos del abordaje payamédico con adultos.

"La catarsis es un primer paso en la elaboración de una situación traumática, y nosotros facilitamos al paciente que descargue todo lo que le hicieron a él, pero siempre en tono de parodia y manteniendo el buen humor."

Los payamédicos no se internan en el conflicto. Ese será un trabajo de elaboración posterior que le corresponderá al equipo de salud mental, a partir de una intervención que instaló una nueva mirada sobre la persona, la enfermedad y el proceso terapéutico.

"Nosotros nos proponemos que cada persona se identifique con la mirada del clown, que ve belleza aun en donde no la hay, y rescata las partes sanas de cada uno", dice Wendy Ramos, una discípula peruana de Patch Adams, que llegó al congreso para contar la experiencia de los clowns hospitalarios en el Hospital del Niño de Lima.

"A veces mueves apenas una ficha y cambias todo el juego de dominó", define y ejemplifica: "Cada persona tiene un nombre, no es una cama con una enfermedad, y rescatar ese nombre puede ser terapéutico, como sucedió con una niñita que había perdido su cabello y yo le dije «qué bella eres y qué bonito tu nombre, yo quiero llamarme como tú, préstame tu nombre un ratito». Y así jugamos, y ella reía a pesar de su grave enfermedad. Desde entonces no dejó de verse bella, como había dicho la payasa."

Por Tesy De Biase
Para LA NACION

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