jueves, 31 de diciembre de 2009

EL BOLERO DE RAVEL- DANIEL BAREMBOIM

TODO LO QUE NECESITAS ES AMOR- LOS BEATLES

El escándalo esta vez llegó a lo más alto

El escándalo esta vez llegó a lo más alto

Edgardo Storni fue condenado por el delito cometido contra un seminarista. Por esa denuncia había dejado el cargo.


Por Washington Uranga

El arzobispo católico de Santa Fe, Edgardo Gabriel Storni, fue condenado a ocho años de prisión por abuso sexual agravado por su condición, debido a que el delito fue cometido en perjuicio de un seminarista que estaba confiado a su responsabilidad. La decisión fue adoptada por la jueza María Amalia Mascheroni, quien resolvió en ese sentido la única causa abierta que pesaba sobre el obispo y que había sido iniciada en el año 2002 por el ex seminarista Rubén Descalzo, por un hecho ocurrido en 1992. Dado que el obispo tiene actualmente 73 años, es improbable que sea trasladado a una cárcel y es factible que se le otorgue la posibilidad de la prisión domiciliaria, atendiendo también a su estado de salud.

Si bien el abogado de Storni, Eduardo Jauchen, adelantó que apelará la sentencia, de esta manera se cierra un capítulo muy importante de esta historia judicial que en el ámbito eclesiástico provocó la renuncia de Storni a sus responsabilidades como titular del Arzobispado de Santa Fe, que ahora ocupa José María Arancedo. Desde su alejamiento del cargo, concretado el 1º de octubre de 2002 tras una investigación eclesiástica que fue conducida por el arzobispo de Mendoza, José María Arancibia, Storni se radicó en La Falda (Córdoba) donde vive actualmente.

La denuncia contra Storni fue revelada periodísticamente e investigada por Rosario/12, el suplemento de Página/12 que se edita en esa ciudad para toda la provincia de Santa Fe (ver aparte).

Pese a las evidencias y testimonios en su contra, Storni nunca reconoció responsabilidad en los hechos que se le atribuyen, e incluso en su renuncia al arzobispado santafesino a través de una carta dirigida al entonces papa, Juan Pablo II, dijo no sentir “culpas” ni hacerse cargo de las “acusaciones” en su contra. Cada vez que fue citado por la Justicia rechazó todos los cargos.

Desde febrero de 2003 Storni se encontraba procesado por el delito de abuso sexual, a partir de una decisión adoptada por el ex juez de Instrucción Eduardo Giovanni. En esa misma ocasión, el magistrado desestimó otras dos denuncias contra la autoridad religiosa al considerar que el tiempo transcurrido superaba el establecido para analizar la causa.

En el proceso por el cual ahora resultó condenado, el ex seminarista Rubén Descalzo había declarado que “me hizo pasar a su departamento, donde sólo había una lámpara encendida. Hablamos mucho y me convenció para que fuera. Cuando llegamos a la puerta me abrazó. El abrazo comenzó a prolongarse y me apretó más contra su cuerpo. Colocó su cara en mi cuello y me besó”.

Tras el fallo de ayer, el abogado defensor de Storni, Eduardo Jauchen, dijo que “la Justicia lo condenó a ocho años de prisión, que es la pena mínima, por abuso sexual agravado por la condición del autor. En este caso, se trataba de un sacerdote que estaba a la guarda”. Agregó que “esta sentencia no satisface las exigencias constitucionales de lo que debe ser una resolución adecuada a la decisión definitiva que, con grado de certeza en un proceso penal, se requiere para condenar a un ciudadano”.

Dijo también que “no puede ser que por sospechas, rumores o versiones unilaterales se condene a una persona. Nuestro sistema democrático y republicano trata de evitar este tipo de arbitrariedades. Por lo tanto, o vivimos en democracia y república o seguimos viviendo en el caos, el desorden y culpamos a una persona por comentarios”.

Oficialmente la jerarquía de la Iglesia Católica en Argentina no realizó ningún tipo de comentarios en relación a la condena al obispo Edgardo Storni, hecho que se suma a una larga lista de delitos sexuales cometidos en todo el mundo por ministros eclesiásticos. Tampoco se había pronunciado tras el fallo contra el sacerdote Julio César Grassi.

El ahora condenado monseñor recibe del Estado la jubilación que cobra todo obispo cuando se retira de sus funciones activas, en general, al cumplir los 75 años. Edgardo Storni debió dejarlas antes.

Una cruzada contra el matrimonio gay

Una cruzada contra el matrimonio gay

Dos obispos y la Universidad Católica Argentina salieron a rechazar la boda de Alex Freyre y José María Di Bello. Un abogado católico amenazó con un juicio político a la gobernadora de Tierra del Fuego. Las respuestas de la Federación de Lesbianas y Gays.

Dos días después de que Alex Freyre y José María Di Bello contrajeran matrimonio, dos obispos (uno de Río Gallegos y otro de Tucumán) y la Universidad Católica Argentina (UCA) expresaron su descontento por la celebración del primer casamiento entre parejas del mismo sexo en el país. “El respeto a estas personas no implica legalizar sus actos”, dijo el prelado fueguino Juan Carlos Romanín y exhortó a “pensar en las generaciones venideras, como los niños, que crecerán pensando que esta conducta homosexual es natural, especialmente si lo hacen en un hogar homosexual”. Consultada por Página/12, María Rachid –presidenta de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgbt)– sostuvo que “es sólo la opinión de una institución que históricamente se ha equivocado en materia de derechos humanos y después debe pedir perdón. Quizá dentro de 500 años nos lo pidan a nosotros”.

El obispo de Río Gallegos, Juan Carlos Romanín, rechazó ayer el primer casamiento entre perso- nas del mismo sexo realizado en Ushuaia –ciudad sobre la que tiene jurisdicción ese Obispado–, al advertir que “una unión homosexual cambiaría radicalmente lo que hoy entendemos por familia”. Romanín emitió un comunicado que difundió la agencia católica Aica tras la formalización de la unión entre Freyre y Di Bello, que fue posible tras un decreto de la gobernadora fueguina, Fabiana Ríos.

El prelado opinó además que “el no reconocer las uniones homosexuales no deja de lado todos los derechos que la sociedad le reconoce a cada uno de esos individuos, por lo que es falso que se diga que tienen menos derechos civiles que otros”. Rachid señaló que “sí existe un derecho fundamental no reconocido al impedirnos acceder al matrimonio: el derecho a la igualdad de trato y oportunidades, indispensable para trabajar por la igualdad social y luchar contra la discriminación y la violencia que padece en el país nuestra comunidad”.

Pese a que Di Bello y Freyre pidieron turno para casarse en abril y la campaña por el matrimonio gay lleva casi tres años, Romanín criticó el “poco tiempo” para el debate. “Llama la atención que no se haya permitido dar un debate prolongado y profundo sobre una cuestión de tamaña trascendencia y, en cambio, se haya hecho todo silenciosa y sorpresivamente”, se quejó el representante de la Iglesia fueguina.

Ayer, una pareja homosexual tucumana fue a asesorarse al Inadi para seguir el camino abierto por los porteños Freyre y Di Bello. La noticia generó la inmediata reacción de grupos católicos, quienes advirtieron que presentarán acciones judiciales para impedir la boda. Así lo anunció Liborio Randizzi, párroco de la iglesia tucumana de La Merced: “Tenemos que defender la institución matrimonial, porque ése es un derecho natural del hombre y la mujer y también un sacramento consagrado como es el matrimonio”, sostuvo el sacerdote (ver aparte).

Esgrimiendo una línea argumental muy similar, la Facultad de Derecho de la UCA consideró ayer que el matrimonio entre personas del mismo sexo es “nulo de nulidad absoluta” y criticó a la gobernadora de Tierra del Fuego por autorizarlo. La institución sostuvo que es “una clara violación de las más elementales normas y principios constitucionales vigentes en nuestro país”.

Asimismo, la UCA manifestó “estupor” por lo que estimó como un nuevo avasallamiento del orden público establecido en el ordenamiento jurídico argentino y advirtió que se trata de “una nueva maniobra ‘jurídico-política’ en fraude a la ley argentina vigente”. En este sentido, dijo que la ley “establece clara e imperativamente que el matrimonio es la unión estable y permanente entre un hombre y una mujer, con el fin de fundar una familia y por tanto abierta al don de la transmisión de la vida”.

En tanto, el presidente del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, Jorge Rizzo, dijo que Ríos incurrió en “un nuevo avasallamiento” de la Justicia al autorizar el matrimonio gay. Rizzo reclamó una investigación para determinar si la gobernadora “es pasible de juicio político por inmiscuirse en cuestiones exclusivas del Poder Judicial”.

De todas maneras, “es muy difícil que alguien pueda negar que dos personas que se aman y quieran compartir un proyecto en común tengan o no tengan hijos, sean una familia: nuestras familias ya existen, lo que hace este avance en los derechos civiles es reconocer su existencia”, dijo Rachid. “La Iglesia es una institución que se ha opuesto históricamente a los avances en los derechos que tienen que ver con la felicidad de las personas, el matrimonio entre personas del mismo sexo no es la excepción”, destacó.

Informe: Mariana Seghezzo.

martes, 29 de diciembre de 2009

Copenhague, el valor de decir no

Copenhague, el valor de decir no


Naomi Klein
The Nation

En el noveno día de la conferencia de Naciones Unidas sobre cambio climático, África fue sacrificada. La posición del bloque negociador del G-77, que incluye los estados africanos, había sido clara: un incremento de 2 grados centígrados en la temperatura global promedio se traduce en un incremento de 3 a 3.5 grados en África.
Esto implica, según la Alianza Panafricana por la Justicia Climática, que 55 millones de personas adicionales podrían estar en riesgo por pasar hambruna y el estrés hídrico podría afectar a entre 350 y 600 millones de personas adicionales. El arzobispo Desmond Tutu plantea así lo que está en riesgo: Nos enfrentamos a un inminente desastre a una escala monstruosa... una meta global de cerca de 2 grados centígrados va a condenar a África a la incineración y a ningún desarrollo moderno.

Y, sin embargo, eso es justo lo que el primer ministro de Etiopía, Meles Zenawi, propuso que se hiciera, cuando estuvo en París, de paso hacia Copenhague: parado al lado del presidente Nicolás Sarkozy, aseguró que hablaba en nombre de toda África (encabeza el grupo africano de negociaciones en torno al clima) y reveló un plan que incluye el temido incremento de 2 grados y ofreció a los países en desarrollo sólo 10 mil millones de dólares anuales para ayudar a pagar todo lo relacionado con el clima, desde diques hasta el tratamiento contra la malaria y la lucha contra la desforestación.

Es difícil creer que sea el mismo hombre que hace sólo tres meses decía: Usaremos nuestras cifras para deslegitimar cualquier acuerdo que no sea consistente con nuestra posición base... Si se requiere, estamos preparados para retirarnos de cualquier negociación que amenace con ser otra violación de nuestro continente... No estamos dispuestos a vivir con un calentamiento global mayor al mínimo nivel evitable.

Y también decía: Participaremos en las próximas negociaciones, no como suplicantes que defienden su caso, sino como negociadores que defienden sus puntos de vista e intereses.

Todavía no sabemos qué obtuvo Zenawi por cambiar su tono tan radicalmente, o exactamente cómo se va de una posición que hace un llamado a destinar 400 mil millones de dólares en financiamiento (la posición del grupo de África) a escasos 10 mil millones. De igual manera, no sabemos qué pasó cuando la secretaria estadunidense de Estado, Hillary Clinton, se reunió con la presidenta filipina Gloria Arroyo semanas antes de la conferencia y de pronto echaron de su delegación a los más duros negociadores filipinos, y el país, que había demandado profundas reducciones del mundo rico, de pronto se alineó.

Sí sabemos, luego de observar una serie de estos discordantes y radicales cambios de opinión, que las potencias del G-8 estaban dispuestos a hacer prácticamente lo que fuera por obtener un acuerdo en Copenhague. La urgencia claramente no proviene de un ardiente deseo de evitar el cataclísmico cambio climático, ya que los negociadores saben que las irrisorias reducciones de las emisiones que proponen son una garantía de que las temperaturas se incrementarán 3,9 grados, cifra dantesca, como la describió Bill McKibben.

Matthew Stilwell, del (Instituto para la Gobernanza y el Desarrollo Sustentable) –uno de los más influyentes asesores en estas pláticas–, dice que las negociaciones en realidad no tratan de evitar el cambio climático, sino son una batalla campal sobre un recurso profundamente valioso: el derecho al cielo. La cantidad de carbono que puede ser emitida a la atmósfera es limitada. Si los países ricos no consiguen reducir radicalmente sus emisiones, entonces se estarán tragando la de por sí insuficiente porción disponible para el sur. Lo que está en juego, argumenta Stilwell, es nada menos que la importancia de compartir el cielo.

Diversas ONG internacionales han lamentado que la pasada conferencia de la Organización de Naciones Unidas sobre cambio climático celebrada en Copenhague no arrojara un acuerdo de tipo vinculante para la reducción de emisiones de efecto invernadero. En la imagen, una planta de energía en Bella Center, cerca de la ciudad danesa que fue sede de la cumbre Foto Ap
Europa, dice, comprende cabalmente cuánto dinero será ganado en el mercado del carbono, debido a que lleva años usando el mecanismo. Los países en desarrollo, por otro lado, nunca han lidiado con restricciones de carbono, así que muchos gobiernos no se dan cuenta de lo que están perdiendo. Al contrastar el valor del mercado de carbono –1,2 billones de dólares anuales, según el destacado economista británico Nicholas Stern– con la irrisoria cantidad de 10 mil millones de dólares puestos sobre la mesa para los países en desarrollo, Stilwell dice que los países ricos intentan cambiar cuentas y cobijas por Manhattan. Añade: Éste es un momento colonial. Por eso se hizo todo para que los jefes de Estado accedieran a un acuerdo de este tipo... Luego no hay vuelta atrás. Repartieron el último recurso que quedaba sin dueño y lo asignaron a los prósperos.

Durante meses, las ONG se sumaron al mensaje de que la meta de Copenhague era sellar el acuerdo. A todos lados donde volteáramos en el Bella Center, los relojes hacían tic tic tic. Pero no bastaba cualquier acuerdo, sobre todo porque el único acuerdo sobre la mesa no resolvería la crisis climática y podría empeorar las cosas: recoger las actuales desigualdades entre el norte y el sur y sellarlas indefinidamente. Augustine Njamnshi, de la Alianza Panafricana por la Justicia Climática, se refiere en duros términos a la propuesta de los 2 grados: “No se puede decir que se propone una ‘solución’ al cambio climático si esa solución provocará que millones de africanos mueran y si los pobres, no quienes contaminan, siguen pagando por el cambio climático”.

Stilwell dice que un acuerdo erróneo sellaría un enfoque equivocado hasta 2020, mucho después de la fecha límite para las emisiones pico. Pero insiste en que no es demasiado tarde para evitar el peor de los escenarios. Preferiría esperar seis meses o un año y hacer bien las cosas, porque la ciencia avanza, la voluntad política crece, la comprensión de la sociedad civil y de las comunidades afectadas crece, y estarán preparadas para asegurar que sus dirigentes se comprometan con el acuerdo correcto.

Al comienzo de estas negociaciones, la simple idea de un retraso era herejía ambiental. Pero ahora muchos ven el valor de reducir la velocidad y hacer bien las cosas. Fue significativo que, luego de describir lo que 2 grados implicaría para África, el arzobispo Tutu enunciara que más vale ningún acuerdo que un mal acuerdo. Eso podría ser lo mejor que podríamos esperar de Copenhague. Sería un desastre político para algunos jefes de Estado, pero podría ser una última oportunidad para evitar el verdadero desastre para todos los demás.

© 2009 Naomi Klein. www.naomiklein.org.

Publicado primero en The Nation.

Traducciónpara La Jornada: Tania Molina Ramírez

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2009/12/28/index.php?section=opinion&article=016a1mun

lunes, 28 de diciembre de 2009

Todos los canales conducen al campo

Todos los canales conducen al campo

La localidad bonaerense de San Antonio de Areco quedó bajo el agua y hay tres mil evacuados. Scioli y De Vido recorrieron la zona y culparon del desastre a los productores agropecuarios que abrieron canales clandestinos.


Por Alejandra Dandan

En las últimas cuarenta y ocho horas San Antonio de Areco se volvió una ciudad bajo el agua. Aunque no es la primera vez que desborda el río que atraviesa la ciudad, el agua esta vez llegó a cubrir el casco histórico, cercó la municipalidad y aflojó los cimientos de más 100 años del hospital Emilio Zerboni. El gobierno nacional y el de la provincia de Buenos Aires diseñaron un operativo de emergencia para resolver la situación de los más de tres mil evacuados. Pero, además, denunciaron la presencia de treinta mil canales de desagües clandestinos que desembocan en el río y se habrían abierto en el interior de los campos para ganar tierras para el cultivo. De acuerdo con los datos de la denuncia penal que hoy presentará el gobierno de Daniel Scioli, esos canales extendidos a la vera del río desagotaron en seis horas el agua que demorarían tres días. Pese a que no es la primera denuncia –hay antecedentes en 2003–, uno de los responsables de la Sociedad Rural local consultado por Página/12 se desentendió. “Se deben estar refiriendo –dijo– a desagües naturales.”

Las imágenes aéreas de las zonas barridas por las aguas en Areco parecían escenas de un apocalipsis. Las rutas quedaron rodeadas de campos convertidos durante varias horas en poderosos torrentes de ríos. “Estamos desesperados”, dijo a este diario la jefa de prensa del municipio devenida en relatora de un surrealismo. “La situación es muy mala, crítica, es la primera vez en la historia que tantas familias son afectadas por el agua.”

El caos empezó a sentirse en la ciudad el sábado a la tarde, tras las intensas lluvias de la madrugada del viernes. “La razón principal de la crecida del río fue la mucha cantidad de agua que cayó en el término de 72 horas”, dijo a Página/12 la arquitecta Silvia Terza, secretaria de obras públicas del municipio, en manos del radicalismo. “Llovió unos 150 milímetros de agua en tres horas en un suelo saturado por las lluvias anteriores. La última gran inundación aquí había sido la del año 1981, pero no llegó a estos niveles porque ahora se sumó la rapidez del agua que en treinta minutos terminó entrando a las casas del centro.”

El hospital está a un metro del suelo, ante la crecida del río lograron protegerlo con bolsas de arena. Pese a eso, el agua que lo rodeó durante diez horas como una isla socavó los cimientos y el ingreso. Lo mismo sucedió en los alrededores. De la plaza al río hay tres cuadras, el río divide a la ciudad en dos márgenes: todos los barrios como El Polideportivo, El Canuglio y Don Pancho, más toda la ribera, más los hoteles, más los restaurantes y las casas antiguas quedaron bajo el agua, que llegó a la cuadra de la municipalidad.

En medio de una situación de tormentas complicadas en varias zonas de la provincia, mientras la oposición subraya la falta de obras y los ambientalistas aseguran que uno de los problemas es que las condiciones de infraestructura del interior bonaerense están pensadas para las lluvias de hace 30 años, el vicegobernador Alberto Balestrini se puso en contacto con Terza el sábado a la tarde y Scioli recorrió durante la mañana de ayer las áreas afectadas en compañía de la intendenta de Areco, la radical Estela Lennon. Desde el primer momento, el foco estuvo puesto en tratar de entender el origen de las dimensiones casi sobrenaturales del fenómeno en una ciudad sin elevaciones, llana y protegida por dos tipos de sistemas construidos a la orilla del río.

“Acordamos con la Presidenta unir esfuerzos y el gobierno nacional pondrá a disposición medios logísticos para combatir la situación”, dijo Scioli después de haber hablado con Cristina Fernández. “Estamos buscando las causas de esta situación inédita por las inundaciones, es un espectáculo dantesco, por más lluvia que haya caído, nunca se vio una cosa igual.”


Las pruebas

El ministro de Planificación Julio, De Vido, y la ministra de De-

sarrollo Social, Alicia Kirchner también sobrevolaron la zona. Se les sumaron técnicos locales como agrimensores de Areco y especialistas de la Dirección de Hidráulica de la provincia de Buenos Aires. En tres vuelos, desde el aire, tomaron imágenes fotográficas que durante la tarde se sentaron a analizar. En esa mesa estuvieron la ministra de Obras Públicas bonaerense Cristina Alvarez Rodríguez y Lennon. Entre esas imágenes, están las pruebas que la provincia presentará a la Justicia.

“En muchos campos hicieron canales que concluyen en el río”, dijo el ministro De Vido mientras junto a un asesor y provisto de mapas analizaba cómo “destrabar afluentes” para aliviar la situación.

En su entorno, explicaron algunos otros detalles: “Claramente se observa que se hicieron canales artificiales en los campos para que el agua desagote o drene más rápido, un modo de buscar que no se les inunden los suelos”. Desde el aire observaron el detalle clave para entender que ese tejido pantagruélico de 30 mil canales podría ser el origen del caos: según la hipótesis de los hombres del ministro, el dato es que los campos estaban secos y el agua que debería haber bajado en dos o tres días lo había hecho en seis horas por un terreno que no es montañoso sino una llanura. “Eso genera un efecto alud –agregaron–, suele hacerse así como un modo de cuidar los cultivos, pero son ilegales porque no están en el marco de una planificación general.”

Los datos que recabaron indican que el río Areco tiene unos cinco afluentes. Los 30 mil canales partirían a lo largo de todo ese trayecto. La construcción aparentemente es sencilla: en Planificación sostienen que suelen usarse niveladores, tractores y hasta un software con bastante difusión entre productores. La pregunta es desde cuándo están esos canales. O si es posible que, si de verdad son tantos, hayan proliferado, por ejemplo, a partir del boom de la soja. La zona es una llanura de pequeños productores con unidades de 150 a 200 hectáreas en las que se cultiva girasol, soja y maíz.

En 2003, según pudo saber Página/12, el sitio Areconet ya daba cuenta de problemas similares. “En los últimos 15 días los vecinos de la ribera del río Areco están preocupados –indicaba la publicación en su página web–. El fin de semana anterior habían caído apenas 30 mm y el río estaba completamente lleno.” La publicación anunciaba una reunión de vecinos esa misma noche con el entonces intendente local, también radical, Eduardo Jordan. Se indicaba que una de las razones era la “gran cantidad de canales clandestinos que se han descubierto en algunos campos que desembocan en Areco”. Jordán ya no es intendente. Pero aún lo recuerda. “En aquel momento hicimos una investigación –dice ahora a este diario–, regularizamos la situación, denunciamos y pedimos que se ordenen algunos de los canales.”

jueves, 24 de diciembre de 2009

HAPPY XMAS / WAR IS OVER

Belén, 2009 años después de Cristo

Belén, 2009 años después de Cristo


Cómo es la vida cotidiana en la ciudad, rodeada hoy por un muro que la separa de Jerusalén. Ya casi no quedan cristianos y la Navidad se festeja en tres fechas distintas.

Por Jorge Cicuttin
(Desde Belén)

Amarillo y gris. Estos son los colores que predominan en Belén. El amarillo pálido de las rocas de las viejas casas del casco antiguo. El gris frío del concreto con que está hecho el muro que rodea la ciudad de manera serpenteante y que levantaron los israelíes para frenar los ataques de terroristas suicidas.

¿Qué colores predominarían en el pueblo al que llegaron José y María 2009 años atrás? Quizás el de las rocas pálidas de las colinas, salpicadas por el verde de los olivos.

Anochece temprano en Belén. Y los colores de esta tierra al sur de Jerusalén van cambiando. Son las cinco de la tarde de un día de diciembre, estoy parado frente a la Iglesia de la Natividad, y del sol quedan apenas algunos recuerdos en el horizonte. ¿A qué hora habrán llegado, a lomo de burro, hace poco más de dos mil años, al refugio del establo?

Oscurece. Y la tranquilidad permite escuchar voces que llegan de una de las angostas calles que rodean la iglesia. Una tranquilidad extraña, pasajera, en lo que la historia marca como una de las zonas más conflictivas del mundo. Señalada por la geografía como la intersección de tres continentes –Asia, Europa y Africa–. Y por la religión, como el lugar en el que confluyen la Biblia, el Corán y la Torá.

Belén está en Cisjordania, separada por apenas 9,5 kilómetros de Jerusalén. Hoy es una ciudad bajo control de la Autoridad Nacional Palestina, con poco más de 25.000 habitantes, y mayoría musulmana. La rodea un paisaje agreste, a orillas del desierto de Judea. Y está lejos de ser “la ciudad de la paz”. Como en muchos tramos de su milenaria historia, poco queda de aquella “casa de pan”, que quiere decir, en hebreo, Bethlehem.

Mil años antes del nacimiento de Jesús, Belén era conocida por ser la ciudad donde nació el rey David. Por cientos de años los judíos fueron mayoría en el lugar, hasta que los romanos los expulsaron en el primer siglo de esta era.

Según el Nuevo Testamento, por ser descendiente del rey David, José debió dejar Nazaret –150 kilómetros al norte–, ya que César Augusto, el emperador romano de entonces, ordenó un censo que obligaba a todos los habitantes a regresar a su lugar de origen para empadronarse. Por eso José y su esposa María, aunque estaba próxima a dar a luz, llegaron a Belén ese diciembre.

El Evangelio de Lucas lo relata así: “Y aconteció en aquellos días que salió un edicto de parte de Augusto César, que toda la tierra fuese empadronada. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Entonces subió José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David, para ser empadronado con María, su mujer, esposada con él, la que estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días en que ella había de dar a luz. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”.

Sobre ese pesebre, dice la tradición, se levantó la Iglesia de la Natividad.

No hay acuerdo en “la casa de pan”. No sólo entre israelíes y palestinos. La lucha por el territorio se traslada –de manera menos sangrienta, cierto–, a la propia Iglesia de la Natividad, donde los distintos sectores cristianos se disputan palmo a palmo, piedra a piedra, los sitios sagrados.
La administración de la iglesia está compartida por los ortodoxos griegos –tienen a su cargo la sección principal, la basílica–, los católicos romanos –de la orden franciscana–, y los ortodoxos armenios. Pero esa coexistencia negociada tiene un punto de desacuerdo central: en la Iglesia de la Natividad se festeja la Navidad en tres fechas distintas.

El servicio religioso de Nochebuena en Belén –que suele ser transmitido por TV a todo el mundo– se lleva a cabo en la Iglesia de Santa Catalina –levantada por el Vaticano al lado de la basílica principal–, en la noche del 24 de diciembre. Claro está, esa es la parte bajo control de los católicos romanos. Pero ocurre que los sacerdotes griegos se basan en el calendario juliano, por lo tanto su misa de Navidad es el día 6 de enero. El otro sector ortodoxo, los armenios, tiene su celebración en la parte que le corresponde de la iglesia doce días después, en la noche que va del 18 al 19 de enero.

En dos mil años de cristiandad, por primera vez Jerusalén y Belén están divididas. Un muro las separa. De un lado, los israelíes se sienten más seguros. Del otro, los palestinos se sienten asfixiados.

Tan sólo diez minutos de auto desde Jerusalén y se llega al checkpoint –puesto de control–. Un cartel amarillo con letras negras advierte en tres idiomas –árabe, hebreo e inglés–: “Entrada al territorio de la Autoridad Palestina. No es un paso para ciudadanos israelíes”. Lo cruzo, caminando, e ingreso a un mundo de rejas, alambres de púas y muros de concreto. Diariamente, cientos de hombres y mujeres se forman en el lado de Belén del muro. Van a trabajar en el Estado israelí. Pasan a pie por una larga jaula de metal, se los registra, se verifican sus huellas y se los pasa por el detector de metales. Es un trámite que puede durar quince minutos o dos horas. Pasar de Jerusalén a Belén es más rápido.

El muro tiene unos siete metros de altura y es parte de una barrera entre Israel y Cisjordania de más 700 kilómetros de largo. La razón de su existencia, explica el gobierno israelí, es frenar el paso de los terroristas a Jerusalén. A partir de la segunda Intifada –en el año 2000–, los ataques suicidas en restaurantes y colectivos se volvieron una sangrienta realidad diaria en la capital israelí, así como los disparos contra los colonos. Dos años después comenzó la construcción del muro. Y el gobierno de Israel muestra sus resultados positivos: los ataques disminuyeron drásticamente, especialmente en Jerusalén.

Los palestinos denuncian que la barrera ingresa diez kilómetros en territorio de la ANP y que se construye para crear nuevas fronteras israelíes. También que la disminución de los ataques suicidas tiene poco que ver con el muro y más con un cambio de estrategia del grupo Hamas.

Los israelíes aseguran que la construcción de la barrera fue una necesidad para salvar vidas, que logró frenar los atentados y que tan pronto los palestinos acepten y cumplan con un acuerdo de paz el muro será destruido.

Después de andar unos treinta metros por un sendero de rejas, entro en Belén. Al final del camino me reciben vendedores ambulantes, chicos pidiendo monedas y varios taxistas a la caza de algún turista para llevarlo a recorrer el casco antiguo de la ciudad.

Los autos son más viejos que los que se ven “del otro lado”. Las calles más abandonadas. Y muchos negocios, cercanos al muro, están cerrados y sucios. Un micro con turistas –españoles, en su mayoría– hace una última parada antes de pasar por el checkpoint, frente a un negocio de joyas. Bajan y suben todos juntos, en fila, con una corte de vendedores ambulantes que se esfuerzan por decir algunas palabras en español. Los precios son más bajos que “del otro lado”, pero se vende poco.

La situación económica en Belén es difícil desde la última Intifada y la construcción del muro. El desempleo, se calcula, supera el 50 por ciento.

“Los turistas apenas vienen por dos horas. Llegan en micros desde Jerusalén, se bajan en la iglesia, miran, se suben y listo. En Belén no dejan ni un dólar. Los operadores turísticos israelíes les meten miedo, les dicen que no hablen con la gente, que no se separen del grupo porque es un lugar peligroso. Entonces acá los hoteles están ocupados en un veinte por ciento... y todo es mucho más barato que en Jerusalén”, se queja un comerciante de la calle Hebrón.

Puedo comprobar las dos cosas. Pese a ser diciembre, el mes de la Navidad, casi no se ven turistas por las calles de Belén. Y el plato de hummus con ful, junto con el de faláfel, que tengo frente a mí en el “boliche” de Aftem, confirma que los precios se reducen a la mitad que del otro lado del muro.
El restaurante, tradicional, fuera del circuito turístico –la excepción soy yo, más tres alemanas que están sentadas dos mesas adelante–, se encuentra cerca de la Plaza del Pesebre.

Me recomiendan, para beber, la limonada con menta. Buen consejo. Aunque la cerveza palestina, marca Taybeh, es uno de sus orgullos. Hecha en la pequeña localidad de mayoría cristiana de Taybeh –al norte de Ramallah–, la buena cerveza local enfrenta a dos enemigos que no la dejan crecer: el primero, los mayores costos de transporte que les obligan los controles israelíes, el segundo, interno, la cruzada antialcohólica de Hamas.

También hay vino local, pero ese no es tan bueno. “Es cierto, pero sí hacemos buen vino de misa. ¿Qué iglesia del mundo no querría tener vino de misa hecho en Belén? Pero ahí tenemos un problema de marketing...”, reconoce el dueño del Aftem.

“Hic de Virgine Maria Jesus Christus natus est.” La inscripción latina fue puesta en 1717 por monjes franciscanos en la estrella de plata que marca el lugar donde la tradición cristiana dice que nació Jesús.

“Aquí la Virgen María dio a luz a Jesucristo.” La estrella de Belén está en la Gruta de la Natividad. Se destaca en un lugar donde la luz es tenue, donde manda el olor a cera derretida e incienso. En realidad es una pequeña cueva. Hace dos mil años, las grutas se usaban como corrales. Y allí, excavados en la roca, se montaban los pesebres. Hace 1683 años, una mujer pidió que en ese sitio se levantara una iglesia. Porque allí había nacido Jesús.

Esa mujer fue Helena, madre del primer emperador cristiano, Constantino, quien viajó a Tierra Santa en 326 para buscar reliquias sagradas. En Jerusalén declaró haber encontrado la verdadera cruz donde crucificaron a Jesús. En 329, su hijo ordenó la construcción de la Iglesia de la Natividad original, destruida en una rebelión 200 años después. Su segunda versión, que se levantó a mediados del siglo VI, es la que hoy queda en pie.

La Iglesia de la Natividad tiene una entrada humilde. Pequeña. Se ven los rastros de que fue reducida a través de los siglos. Dicen que para evitar el acceso de los viajeros montados a caballo o sobre un camello. Hay que inclinarse para cruzarla, por eso la llaman “la puerta de la humildad”.
No hay adornos en su fachada de gruesas paredes de piedra desnuda. Su interior no es distinto. Sobrio, oscuro, no hay bancos entre las cuatro hileras de columnas de la nave central que lleva al altar mayor. A su derecha, casi escondida y tras bajar unos escalones, está la gruta sagrada.
No hay largas filas. A diferencia del Santo Sepulcro en Jerusalén, la entrada a la gruta es rápida, sin apuro.

Vuelvo a la Plaza del Pesebre. Se escucha el llamado musulmán a la oración, desde la mezquita de Omar. Su minarete es la estructura más alta de la plaza. Fue levantado en 1860 y, por oposición, refuerza la humildad de la Iglesia de la Natividad.

¿El sitio donde nació Jesús puede quedarse sin habitantes cristianos? Así parece. Un siglo atrás, los cristianos constituían casi el 90 por ciento de la población de Belén. Hoy son sólo un tercio. Y su número sigue bajando.

A causa del conflicto en los últimos años, miles de cristianos se han ido. El número de habitantes de Belén bajó de 30 mil a 25 mil. Los que emigran son los ricos, los instruidos, los moderados en la política. Se quedan los más pobres y los que sienten con más fuerza el llamado de la fe.
Belén puede ser considerada como el lugar donde comenzó el cristianismo, pero los cristianos sienten hoy que están en un lugar peligroso. No gozan de la simpatía de los israelíes –que los consideran palestinos–, ni de los musulmanes, quienes los ven como cristianos. Y estos se sienten como intrusos en la ciudad donde nació su salvador.

Una ciudad que fue invadida y saqueada a través de los siglos por ejércitos que hablaban los más diferentes idiomas. Romanos, persas, árabes, cruzados, turcos y británicos, entre otros, fueron los dueños de sus calles.

Unas calles angostas, empinadas, donde todavía no entiendo cómo se puede manejar un automóvil.
Ya me acostumbré a negociar los precios. Y lo hago con el taxista que se ofrece a llevarme hasta el checkpoint. Pide cincuenta, pero termina haciendo el viaje por treinta shequels.

Intercambio algunas palabras en inglés. No es bueno el de ninguno de los dos, reconozco. Le explico dónde queda la Argentina. No sé si le quedó claro. Pero el fútbol llega a mi ayuda en la ciudad santa.

Creo que las últimas palabras que escuché antes de dejar Belén fueron Maradona y Messi.

Hay que reconstruir Gaza ahora

Hay que reconstruir Gaza ahora


Jimmy Carter
The Guardian/ICH


Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


Generalmente se reconoce que el proceso de paz de Oriente Próximo está de capa caída, casi moribundo. La expansión de los asentamientos israelíes dentro de Palestina continúa, y los dirigentes de la OLP se niegan a participar en nuevas conversaciones de paz sin una congelación de los asentamientos, a sabiendas de que ninguna nación árabe o islámica aceptará un acuerdo general mientras Israel retenga el control de Jerusalén Este.
Objeciones de EE.UU. han impedido los esfuerzos egipcios por resolver diferencias entre Hamás y Fatah que podrían llevar a elecciones en 2010. Ante este impasse, los dirigentes de la OLP han decidido que el presidente Mahmud Abbas continúe en el poder hasta que se puedan realizar elecciones, una decisión condenada por muchos palestinos.

Incluso a pesar de que Siria e Israel, bajo el gobierno de Olmert, casi habían llegado a un acuerdo con la ayuda de Turquía, el actual primer ministro, Benjamin Netanyahu, rechaza a Turquía como mediador respecto a las Alturas del Golán. No hay una alternativa aparente a la vista.

La asamblea general de la ONU aprobó un informe emitido por su consejo de derechos humanos que pedía que Israel y los palestinos investigaran acusaciones de crímenes de guerra, pero parece poco probable que haya reacciones positivas.

En resumen: las resoluciones de la ONU, las convenciones de Ginebra, los acuerdos previos entre israelíes y palestinos, la iniciativa de paz árabe y las políticas oficiales de EE.UU. y de otras naciones, todo está siendo ignorado. Mientras tanto la demolición de casas árabes, la expansión de asentamientos israelíes en Jerusalén Este y Cisjordania, y la obstinación palestina amenazan toda perspectiva real de paz.

Una preocupación más inmediata es que los que están sitiados en Gaza enfrentan otro invierno de intenso sufrimiento personal. Visité Gaza después de la devastadora guerra de enero y observé a gente sin vivienda acurrucada en carpas improvisadas, bajo planchas de plástico, o en cuevas excavadas en los escombros de sus antiguas casas. A pesar de la oferta de garantías de dirigentes palestinos y agencias internacionales de que no se utilizarían materiales importados aunque fuera para propósitos militares defensivos, no se permite que pasen cemento, madera y vidrio por los puntos de ingreso hacia Gaza. EE.UU. y otras naciones han aceptado esta situación abominable sin una vigorosa acción correctiva.

He discutido maneras de ayudar a los ciudadanos de Gaza con una serie de dirigentes árabes y europeos y su reacción común es que el bloqueo israelí imposibilita toda ayuda. Los donantes señalan que han suministrado enormes fondos de ayuda para construir escuelas, hospitales y fábricas, sólo para verlas destruidas en unas pocas horas por bombas de precisión y misiles. Sin garantías internacionales, ¿quién arriesgará pérdidas semejantes en el futuro?

Es hora de enfrentar el hecho de que, durante los últimos 30 años, ninguna nación ha sido capaz o ha estado dispuesta a romper el impasse y a inducir a las partes en disputa a cumplir con el derecho internacional. Ya no podemos esperar más. Israel ha argumentado hace tiempo que no puede negociar con terroristas, y sin embargo ha vivido un año sin terrorismo y todavía no puede negociar. El presidente Obama ha prometido una participación activa del gobierno de EE.UU., pero no se han iniciado conversaciones de paz formales y no se ha propuesto un marco exhaustivo para la paz. Las potencias mundiales deben actuar individual y colectivamente.

Un reciente rayo de esperanza ha sido la decisión del 8 de diciembre de los ministros de exteriores de la UE de reafirmar los antiguos requerimientos básicos para la paz comúnmente aceptados dentro de la comunidad internacional, incluyendo que las fronteras de Israel previas a 1967 prevalezcan a menos que sean modificadas por un acuerdo negociado con los palestinos. Una semana después, la nueva jefa de la política exterior de la UE, la baronesa Catherine Ashton, reiteró esa declaración en términos aún más contundente y pidió que el Cuarteto internacional sea “revigorizado”. Es una perspectiva prometedora.

El presidente Obama tuvo razón al insistir en una solución de dos Estados y una congelación total de los asentamientos como base para las negociaciones. Ya que Israel ha rechazado la congelación y los palestinos no negociarán sin ella, un paso lógico sería que todos los miembros del Cuarteto (EE.UU., la UE, Rusia y la ONU) apoyaran la propuesta de Obama, declarando la ilegalidad de toda expansión ulterior de los asentamientos y negándose a vetar decisiones del consejo de seguridad de la ONU para condenar semejantes asentamientos. Eso podría refrenar a Israel y también llevar a los palestinos a la mesa de negociación.

Al mismo tiempo, el Cuarteto debiera unirse a Turquía e invitar a Siria e Israel a negociar una solución a la disputa por las Alturas del Golán.

Sin achacar culpa a ninguna de las partes en disputa, el Cuarteto también debería comenzar a reconstruir Gaza organizando esfuerzos de ayuda bajo el control de un enviado especial activo, supervisando un cese al fuego entre Israel y Hamás, y mediando en una apertura de los cruces. Los gritos de gente sin vivienda y que pasa frío exigen una ayuda inmediata.

Es hora para una acción audaz, y la época para el perdón, la reconciliación y la paz.

© Guardian News and Media Limited 2009

Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article24231.htm

sábado, 19 de diciembre de 2009

ARBEIT MACHT FREI

Robada una huella del horror nazi

La sustracción del letrero "El trabajo os hará libres" de la entrada al campo de exterminio de Auschwitz, en Polonia, desata la indignación en Israel
AGENCIAS / J. M. MUÑOZ - Varsovia / Jerusalén - 19/12/2009


Eran sólo tres palabras de hierro. Medían cinco metros de largo y la forjaron los prisioneros polacos a las órdenes de los nazis alemanes entre 1940 y 1941. "Arbeit macht frei", o sea: "El trabajo os hará libres". La crueldad del mensaje residía en que la placa se encontraba sobre la puerta principal de Auschwitz, el mayor campo de exterminio de los nazis, situado a unos 70 kilómetros de Cracovia. Más de un millón de judíos procedentes de toda Europa pasaron bajo aquel letrero antes de morir. Unos cayeron por las extremas condiciones de trabajo, otros sucumbieron al frío, muchos al hambre, a las enfermedades, a los experimentos médicos y, por supuesto, a la cámara de gas. Mientras miles de prisioneros eran incinerados otros seguían llegando por la misma puerta.


Israel
A FONDO
Capital: Tel Aviv. Gobierno: Democracia Parlamentaria. Población: 7,112,359 (est. 2008)


Más de un millón de judíos pasaron bajo el arco con el cartel antes de morir
Más de 60 años después de que Polonia convirtiese Auschwitz en un museo del Holocausto, un millón de turistas al año han caminado bajo aquel letrero. Cientos de internautas han descrito el escalofrío que sintieron al pasar por allí. El propio papa Benedicto XVI, en mayo de 2006, quiso caminar en soledad bajo la ominosa leyenda. Pero ayer, la placa fue robada.

Ocurrió entre las tres y las cinco de la tarde. El Gobierno polaco ha enviado a 60 agentes al campo y perros policías para que rastreen en la nieve. Las grabaciones de las cámaras de seguridad están siendo inspeccionadas. Mientras tanto, la dirección del museo ha colocado una réplica del letrero original que ya se usó durante obras de restauración.

No hay asunto más delicado y dotado de más peso en la memoria de los israelíes. El robo del arco metálico no podía dejar de provocar ayer una cadena de reacciones, alguna indignada, en el Estado hebreo. "La señal tiene un profundo significado histórico para la nación judía y para el mundo entero. Sirve como un memorial para más de un millón de judíos que fueron exterminados en Auschwitz", declaró desde Dinamarca el presidente Simón Peres. "Israel", aseguró Yossi Levy, alto funcionario del Ministerio de Exteriores, "está atónito y enfurecido por el robo en Auschwitz". Y añadió: "tenemos plena fe en que las autoridades polacas capturarán a los inhumanos ladrones". El ministro de la Diáspora, Yuli Edlestein, arremetió contra la policía polaca: "Es uno de sus fracasos más grandes".

El Holocausto y su símbolo por excelencia, el campo de extermino de Auschwitz, están presentes en la conciencia colectiva y también en la vida cotidiana de los israelíes. Para miles de jóvenes, todavía menores de edad, el viaje a Polonia es su primera salida al extranjero. Es un asunto al que el Ejecutivo, que organiza cada año la llamada Marcha de la Vida, otorga gran relevancia.

La cumbre de Copenhague sobre el clima o "El traje nuevo del emperador"

La cumbre de Copenhague sobre el clima o "El traje nuevo del emperador"

Por Amy Goodman


Dinamarca es el país del reconocido escritor de libros infantiles Hans Christian Andersen. Copenhague está lleno de lugares históricos en los que Andersen vivió y escribió. “La Sirenita” es uno de sus cuentos más famosos, y fue publicado en 1837, el mismo año en que se publicó “El traje nuevo del emperador”.

Mientras la cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, denominada “COP 15”, ingresa en su última semana, y más de 100 líderes mundiales llegan a la ciudad en medio de crecientes protestas, la idea de que surja un acuerdo vinculante de esta conferencia parece cada vez más un cuento de hadas.

La realidad es más cruda. Las negociaciones han fracasado varias veces, con divisiones entre el Norte global, o los países industrializados, y el Sur global. Estados Unidos lidera a los países del Norte. Es el mayor contaminador del mundo en términos históricos y lidera la lista en cuanto a emisiones de carbono per cápita. Entre las naciones del Sur hay varios grupos, como los países menos desarrollados o PMD; las naciones africanas; y las naciones de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (APEI). Se trata de lugares donde millones de personas viven en constante peligro, afectadas de manera directa por el cambio climático y teniendo que lidiar con sus efectos, desde ciclones hasta sequías, erosión e inundaciones. Tuvalu, cerca de Fiji, y otras naciones insulares, por ejemplo, están preocupadas de que el creciente aumento del nivel del mar borre a sus países del mapa.

Nuevos conceptos sobre esta crisis están surgiendo en la COP 15. La gente habla de justicia climática, de deuda climática y de refugiados climáticos. La científica y activista india Vandana Shiva fue una de las oradoras de la manifestación por justicia climática realizada el sábado en Copenhague, en donde participaron 100.000 personas. Después de su discurso le pedí que respondiera al negociador sobre clima de Estados Unidos, Jonathan Pershing, que dijo que el gobierno de Obama está dispuesto a pagar la parte que le corresponde, pero agregó que los donantes “no tienen fondos ilimitados para desembolsar”. Shiva respondió: “Creo que es hora de que Estados Unidos deje de verse a sí mismo como donante y comience a reconocerse como contaminador, un contaminador debe pagar una compensación por los daños y debe pagar su deuda ecológica. No se trata de caridad. Se trata de justicia”.

Shiva continuó diciendo: “Un refugiado climático es alguien que fue arrancado de su hogar, de la tierra que es su sustento por la inestabilidad climática. Podría tratarse de personas que han tenido que dejar su agricultura debido a la sequía prolongada. Podría tratarse de comunidades en los Himalayas que están teniendo que abandonar sus aldeas, ya sea debido a que las inundaciones repentinas están haciendo desaparecer sus aldeas o debido a que las corrientes de agua están desapareciendo. (…) Podría tratarse de las víctimas de un ciclón – 30.000 en una oportunidad, 100.000 en otra. Nunca regresan a su lugar”.

Tanto dentro como fuera de la cumbre hay una gran diversidad de organizaciones no gubernamentales, desde delegaciones de pueblos indígenas hasta grupos ambientalistas y de jóvenes. Sus esfuerzos, de diverso tipo pero coordinados, han consolidado un nuevo movimiento, un movimiento por la justicia climática. Hay amplio consenso entre las ONGs y el Sur global de que cualquier acuerdo que surja del proceso de la ONU debe ser “justo, ambicioso y vinculante”.

Según informan desde las Naciones Unidas, el propio Bella Center, donde se está desarrollando la cumbre, tiene su capacidad sobrepasada. Miles de personas hacen cola todos los días en el frío, esperando en vano ingresar a al Centro de la Bestia. Miles más, de las ONGs, están teniendo el acceso restringido, aparentemente para dejar lugar a los jefes de Estado que están de visita, sus séquitos y sus guardias de seguridad.

Fuera de la conferencia, Copenhague sufre una represión policial sin precedentes, con la mayor y más cara operación de seguridad en la historia de Dinamarca. Más de 1.200 personas fueron arrestadas el fin de semana, y en el momento en que se publica esta columna, se están denunciando arrestos selectivos a organizadores de las protestas y redadas policiales en los espacios de convergencia de protesta pública. Las tácticas policiales de mano dura le dan otro significado a la “COP 15”.

Al finalizar la marcha del sábado, el Arzobispo sudafricano Desmond Tutu habló en una vigilia por los niños, organizada por el grupo Avaaz.org : «El cambio climático ya es una grave crisis hoy en día. Pero podemos hacer algo al respecto. Si no lo hacemos… si no lo hacemos, no habrá mundo para dejarles a ustedes, esta generación. Ustedes no tendrán un mundo. Se estarán ahogando. Se estarán quemando en la sequía. No habrá alimentos. Habrá inundaciones. Solamente tenemos un mundo. Solamente tenemos un mundo. Si lo arruinamos, no hay otro. Y quienes piensan que los ricos van a escapar, ¡ja, ja, ja! O nadamos o nos hundimos juntos».

Luego, le pregunté al Arzopbispo Tutu si pensaba que el Presidente Barack Obama estaba avanzando en propuestas para solucionar el cambio climático. Respondió: “Esperemos que sí. Su elección le dio mucha esperanza al mundo. El otro día dije que ahora él tiene un Premio Nobel; debe hacerle honor a su premio”. El propio Arzopbispo Desmond Tutu ganó el premio Nobel de la Paz.

La semana pasada, mientras la estatua de hielo del oso polar se derretía en el centro de la ciudad, revelando poco a poco el esqueleto de dinosaurio que estaba oculto dentro, una pequeña réplica de hielo de la famosa estatua de La Sirenita de Copenhague se derretía frente al Bella Center. Ahora ya no queda nada de ella. Obama está haciendo su segundo intento de ganar un premio en Copenhague, luego de la vergüenza de los fallidos Juegos Olímpicos de Chicago. A menos que utilice la nueva definición de la Agencia de Protección Ambiental de que el dióxido de carbono es una amenaza a la salud pública para lograr un acuerdo justo, ambicioso y vinculante, quizá veamos la obra de Hans Christian Andersen “El traje nuevo del Emperador” representada en el escenario mundial.

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2009 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Las dos caras del calentamiento global

Las dos caras del calentamiento global

Un informe que la Cepal presenta hoy en la cumbre del clima revela que si la temperatura sube dos grados en un siglo y medio las lluvias mejorarían el rendimiento agrícola en algunas zonas de América latina y las sequías perjudicarían al resto.

Por Cledis Candelaresi

Desde Copenhague

Si la temperatura mundial sube hasta dos grados por encima de la de hace siglo y medio, el agro argentino podría beneficiarse, a semejanza del de ciertas regiones de Chile y Uruguay pero, como contrapartida, aumentará considerablemente en esas mismas latitudes el riesgo de contraer cáncer de piel. La advertencia surge de un documento sobre el impacto del cambio climático que presentará hoy la Comisión Económica de América latina en el repleto Bella Center, escenario de un histórico encuentro mundial que persigue modificar los modos de producir y las conductas de consumo. Ayer llegó el primer ministro británico, Gordon Brown, el presidente colombiano Alvaro Uribe arriba hoy y, según se espera, Barack Obama estaría aquí el mismo viernes, último día para algún anuncio que todavía no tiene formato preciso. Las negociaciones siguieron ayer a ritmo intenso, después de una prolongada pausa que impuso el día anterior la protesta de las naciones subdesarrolladas porque se había bloqueado de hecho una de las vías de negociación. Entre las figuras estelares, que alborotó a parte de los miles de periodistas acreditados, estuvo el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, quien como preámbulo de su discurso a favor de la descontaminación, recordó que ya estuvo antes en Dinamarca. En aquella ocasión, promocionando una de sus películas. Fuera del enorme predio, la nieve.

El informe de Cepal “La economía del cambio climático en América latina” comienza por reconocer como un hecho constatable lo que avala el grueso de la comunidad científica internacional, a pesar de las dudas de algunos: el calentamiento del planeta es un hecho cierto y atribuible a las acciones antropogénicas, es decir, al quehacer del hombre. No hacer nada implica atentar contra el crecimiento económico.

El texto también enumera las consecuencias negativas del calentamiento en todo el territorio de América latina y el Caribe, entre ellas una alteración de las precipitaciones que difiere por regiones: puede subir entre el 25 y 10 por ciento o bajar entre el 20 y el 40, con todo el impacto que ello implica. Para algunas zonas, coyunturalmente positivo. Para el grueso, definitivamente adverso.

“Si no se consideran los riesgos de plagas y problemas derivados del derretimiento de los glaciares”, en la medida en que el calentamiento no traspase los dos grados respecto de la era preindustrial, podría mejorar la productividad agrícola en algunas regiones de la Argentina, Chile y Uruguay, consigna el texto. Pero entre los efectos adversos que específicamente tienen sobre la salud las alteraciones de temperatura en todo el subcontinente, se menciona el estrés por el calor y la proliferación y ampliación de la frontera de enfermedades como la malaria, el dengue o el cólera, con el alarmante añadido para Argentina y Chile de una mayor propensión a contraer cáncer de piel por la mayor radiación ultravioleta.

El texto de Cepal fundamenta con rigor matemático otras ideas que describen este fenómeno para Latinoamérica:

- A contramano de lo que ocurre con el resto del mundo, la principal causa de contaminación (51 por ciento) es el cambio del uso del suelo, básicamente debido al avance sobre los bosques para el uso agrícola. Le sigue la propia actividad agrícola-ganadera (24 por ciento).

- Por su modo de crecimiento, la demanda de energía seguirá creciendo y por esto –advierten los autores del trabajo–, los gobiernos regionales deben tener cuidado de no comprometerse a consumir menos combustibles fósiles.

- Esa demanda de energía es independiente de los precios, según se constató estudiando la historia de las últimas décadas: aunque éstos aumenten, la demanda no deja de crecer. Pero si el ingreso per cápita sube, automáticamente se vende más combustible, gas y luz.

- Los países con el más alto PBI per cápita son los que más disminuyeron sus emisiones, paradójicamente.

El informe provee de un extracto de ideas que promete alimentar el debate sobre las consecuencias del efecto invernadero y los modos de producción en el mundo. Ahí, el corazón de las discusiones que libran los representantes de los distintos países. Desde ayer, ante los oídos de menos observadores: un 30 por ciento de los asistentes acreditado bajo esta categoría quedó afuera para evitar el congestionamiento de las instalaciones.

Finalmente, a última hora del lunes se consiguió retomar las negociaciones que se habían paralizado porque los países ricos minimizaron la alternativa de buscar una prórroga al Protocolo de Kioto, priorizando la de un convenio totalmente nuevo, que también imponga obligaciones a los subdesarrollados grandes. Como un recurso desesperado, se fragmentó el universo negociador en ocho equipos de trabajo que poco avanzaron hasta ayer.

El hombre que estudia la paz

El hombre que estudia la paz

Johan Galtung

Es matemático y sociólogo, pionero en el campo del peace research.

Por Deborah Maniowicz

A comienzos de noviembre el teórico noruego Johan Galtung aterrizó en Buenos Aires, invitado por la ONG Respuesta para la Paz, para dictar el seminario “Transformación pacífica de conflictos”. Mediador en más de dos mil conflictos –Sri Lanka, Afganistán, Yugoslavia, Perú y Ecuador, el Norte del Cáucaso y Medio Oriente, entre otros–, fundador del Centro de Estudios para la Paz en Oslo y Premio Nobel de la Paz Alternativo en 1987, Galtung es uno de los referentes obligados para entender hacia dónde vamos. Entre sus propuestas más innovadoras y elogiadas figura la creación de un Parlamento mundial e instaurar la mediación como una materia de carácter curricular en todos los colegios. Veintitrés Internacional aprovechó su visita para conversar sobre el destino de la Unión Europea y la hegemonía norteamericana; el conflicto en Medio Oriente y el rol que deberían ocupar los medios de comunicación. A pesar de este background, algunas de sus respuestas pueden resultar sorprendentes.

–En una entrevista que le realizaron en el diario El País en 2001 usted decía que auguraba “un fin de la hegemonía norteamericana”. Con el devenir de la crisis financiera, ¿qué lectura hace de Estados Unidos hacia el futuro?

–Estados Unidos intenta seguir siendo un imperio que combina poder militar, económico, cultural y político pero eso ya no es posible dado que hoy sus dirigentes son sumamente inseguros y no saben cómo resolver los conflictos. Su poder ha desaparecido y su rol terminará en el 2020. A partir de ese año Estados Unidos se convertirá en un país limitado y sus dirigentes no tendrán otra opción que sentarse a negociar con otras naciones. En 1980 dije que la Unión Soviética y el Muro de Berlín durarían diez años y no me equivoqué. Así como Barack Obama no logró obtener Chicago como sede para los Juegos Olímpicos, no va a tener éxito con nada que se proponga.

–¿China podría ser la nueva potencia mundial?

–No, porque los dirigentes chinos son demasiado arrogantes y piensan que son superiores a este mundo. El único sucesor posible es la Unión Europea.

–¿Serviría que el modelo de la Unión Europea se expanda a otras regiones?

–Si bien muchos países han logrado avanzar desde que ingresaron a la Unión Europea, la región tiene tanto poder que es una amenaza a nivel mundial ya que cuando se convierta en una potencia es posible que intente controlar los viejos territorios colonizados. El principal problema es que tiene una burocracia muy grande con cientos de comités y órganos para tratar todo tipo de asuntos y eso hace imposible encontrar soluciones creativas. Por ejemplo, los miembros manejan muy mal el tema de los piratas fuera de la costa de Somalia. Es verdad que los piratas cometen crímenes internacionales pero también la UE comete crímenes: sus barcos pescadores se han llevado absolutamente todo el alimento y no dejan nada para los pequeños pescadores somalíes, y encima los llenan de basura tóxica nuclear durante la noche. Debe haber cooperación entre la UE y la Unión Africana para vigilar la costa de Somalia, decidir sobre el pescado y sobre la basura tóxica. Mi esperanza no es la UE sino las Naciones Unidas.

–Una de sus teorías más elogiadas es la del Parlamento mundial. ¿Imagina un plenario donde Venezuela, Irán, Israel y Estados Unidos se pudieran poner de acuerdo?

–El parlamentarismo tiene sus aspectos positivos pero si se encarna mal puede convertirse en una dictadura con muchísimas tropas que accionen cuando algo no vaya bien. En democracia suelen existir partidos de derecha y de izquierda; en Europa, cada vez que hay elecciones y cambia el gobierno, asume un partido que intenta eliminar todo lo que ha hecho su antecesor. Hay un solo país que lo hace de manera diferente y es Suiza, que tiene permanentemente partidos de coalición y de vez en cuando salen cosas creativas. Yo estoy seguro de que en el futuro habrá un Parlamento mundial, un árbitro que intervenga en el curso de la historia. Es la conclusión lógica luego de las innovaciones de comunicación y de transporte que existen hoy en día donde los Estados están cada vez más limitados, tienen menos poder y surgen otros actores que tienen acceso a dialogar con cualquiera persona de cualquier parte del mundo. Mi anhelo es que el gobierno mundial sea de tipo suizo. Ahí podrían dialogar israelíes, iraníes, venezolanos y estadounidenses.

–¿Cuáles son los pasos a seguir en una mediación?

–Tengo un método muy preciso para ver la alternativa a la violencia: conocer los objetivos particulares de las dos partes, analizar si son objetivos legítimos y encontrar un puente que trascienda ambas posiciones y beneficie en alguna medida a todos los actores. Lo más importante y la clave para terminar con la violencia son las soluciones creativas. Hace algunos años un hombre de negocios y su mujer, fanática del budismo, me contrataron como mediador porque estaban a punto de iniciar el divorcio. Yo sugerí que pongan una tienda para libros budistas. La tienda existe y le va muy bien.

–¿Tiene algún mediador preferido?

–Tengo varios pero los principales son el político ruso Mijail Sergéyevich Gorbachov, los africanos Nelson Mandela y Desmond Mpilo Tutu y el argentino Adolfo Pérez Esquivel.

–Entre sus últimos libros está Reporteando conflictos, en donde analiza cómo alcanzar un periodismo de paz. ¿Cree que los medios de comunicación son siempre desfavorables a la mediación?

–En los medios sólo encuentran su lugar las cosas malas y divertidas. Yo le echo la culpa a Aristóteles que planteó que el drama se divide en tragedia y comedia, así como los medios sólo cubren malas noticias y humor. Lo que yo propongo es la “transendia”, es decir, que también sean noticia los esfuerzos por encontrar una solución. A diferencia de las novelas occidentales, las chinas también terminan bien pero no al estilo de hollywoodense sino con la pelea humana para lograr los objetivos. Transendia es el esfuerzo en ver dónde está el problema y resolverlo.

–¿Hoy nos acercamos a alcanzar una paz real y duradera o esto sigue siendo una utopía?

–La paz no es una utopía sino algo realizable a partir de la resolución de conflictos. También es cierto que cada vez las armas son más destructivas y hay una amenaza más fuerte del uso de estas. Esto está vinculado a la educación, la democracia y los derechos humanos ya que por ejemplo en el mundo hay muchísima gente que ahora tiene conciencia de sus derechos, ve que no es representada en las instituciones democráticas y actúa frente a ellas. Al mismo tiempo, las armas son muy baratas: ¡se pueden alquilar! Si vamos treinta años para atrás, el nivel de educación era mucho más bajo y nuestra conciencia mucho menos desarrollada. Incluso me sorprende que no haya más revoluciones violentas. La educación afín para alcanzar la paz está ausente en Estados Unidos, en los países musulmanes y en el mundo en general. La mediación de conflictos debería ser una asignatura de carácter obligatorio en todas las escuelas para luego naturalizarse y empezar a formar parte de la rutina, así como lavarse las manos o cepillarse los dientes. Actualmente estamos realizando un experimento en una escuela noruega y vemos que los niños entienden inmediatamente cómo resolver conflictos. El problema son los padres y de vez en cuando los profesores.

–Cuando uno compara la historia española y la argentina ve que ambos países salieron de gobiernos dictatoriales con transiciones democráticas pero mientras España decidió mirar para adelante, la Argentina decidió hacer juicio y castigo a los culpables. ¿Qué camino es mejor para que el país avance?

–Para los conflictos del presente tenemos mediación, para los del pasado tenemos reconciliación y para las situaciones futuras tenemos una cultura de paz. No hay una fórmula, cada país debe analizar cuál es la mejor forma de avanzar sin rencor. Lo más importante no es el tiempo sino resolver el conflicto realmente, sin poner parches. En la Argentina había un conflicto entre dos visiones mundiales: una visión maoísta y una visión autócrata, peronista. Había un choque entre ellas y la solución no fue ni una ni la otra sino un sistema relativamente demócrata con un tipo de capitalismo social. Cuando yo dicto clases en España y les pregunto a los estudiantes quién ganó, muy pocos entienden que no ganó absolutamente nadie. No se puede hablar de reconciliación sin solución ya que eso es pacificación. En la Argentina no se puede hablar solamente de los crímenes de los militares sino también de los maoístas. Ellos también han hecho sus crímenes, por lo que no hay que demonizar solamente a los militares.

–Si uno analiza la II Guerra Mundial o incluso las sucesivas guerras de la independencia, podría pensar que hay guerras justas. ¿La ausencia de conflictos podría frenar el curso de la historia?

–No existen las guerras justas ya que siempre existe algún camino para evitar la violencia. Los derechos humanos y las necesidades básicas son los verdaderos mediadores en los conflictos. De vez en cuando hay agresiones pero no en la mayoría de los casos. En general los seres humanos tienen quejas pero encuentran soluciones. El 99 por ciento del tiempo los hombres son pacifistas. El diálogo es una palabra muy buena y muy linda pero hay que saber utilizarlo. Por ejemplo, cuando estuve mediando entre Perú y Ecuador sugerí que los dos países tenían que tener acceso al territorio en disputa, que se debía construir un parque natural común en la zona. El acuerdo se firmó en 1999. Hay que saber, hay que tener esa idea en la mente, conocer la historia de las partes y pensar soluciones innovadoras. También existen muchas personas que prefieren la guerra porque están convencidos de que van a vencer y obtener el ciento por ciento de lo que reclaman.

–¿Es también un negocio?

–No veo cómo el sufrimiento de alguien puede ser un negocio. Eso no quiere decir que una violencia limitada pueda ser en algunos casos lo menos mal. Cuando hay una violencia estructural o directa, cuando todos los esfuerzos de mediación fueron agotados y cuando la aplicación de violencia es mínima, infelizmente no queda otra solución.

martes, 15 de diciembre de 2009

El encubridor

El encubridor

Por Martín Granovsky

Aunque el nuevo ministro de Educación porteño, Abel Posse, quiera disfrazar su masserismo de metafísica, la Historia es concreta. Y las historias también. Para probarlo ahí está la vida de Taty Almeida, madre de Plaza de Mayo.

Posse no es un conservador o un hombre del centroderecha democrático como el diputado Federico Pinedo, por ejemplo. Posse, que alcanzó el grado de embajador y llevó el gran soporte internacional del hoy condenado a 25 años de prisión Alberto Fujimori, fue uno de los principales operadores del entonces jefe de la Armada Emilio Eduardo Massera en la Cancillería argentina durante la dictadura. No todos los diplomáticos cumplieron esa tarea. Lo revela el caso de Gregorio Dupont, que sufrió el asesinato de su hermano Marcelo en represalia por su oposición al Centro Piloto París y al acercamiento del masserismo con el régimen racista de Sudáfrica.

En ese entonces, una matriz internacional acercaba a Massera con el gobierno en las sombras de Italia, ese enjambre de servicios de inteligencia trabajando ilegalmente, finanzas sucias, bandas neofascistas y malversación del aparato vaticano por una minoría de obispos que quisieron convertir a la Iglesia Católica en una sucursal del Banco Ambrosiano.

En plena masacre desordenada del lopezreguismo, primero, y luego con la masacre sistemática de la dictadura, el entramado garantizó el asesinato masivo de ciudadanos argentinos y el robo de chicos. Después, esa misma trama funcionó al estilo de una Odessa local, por la red nazi que protegió a los criminales después de la derrota en 1945, para resguardar y encubrir a los culpables de los crímenes del terrorismo de Estado.

La dictadura tuvo sus Posse para el trabajo clandestino y para la propaganda pública. El papel de la agencia oficial de noticias Télam en los años de plomo es un ejemplo. No solo ocultó la información real sobre la represión masiva sino que se constituyó en el instrumento apropiado para inventar despachos “noticiosos” sobre enfrentamientos armados que nunca ocurrieron y disimularon los homicidios. Un encubrimiento preventivo buscaba eliminar pruebas de antemano.

Después de la derrota militar en las Malvinas, mientras el dictador Reynaldo Benito Antonio Bignone ordenaba destruir toda prueba de la represión y dictaba la autoamnistía, la propaganda del régimen procuraba vestir de cultura nacional lo que los propagandistas de la dictadura llamaban Extremo Occidente, es decir la Argentina. En Defensa casi esquina Belgrano, dentro de un edificio de origen colonial, los militares colocaron una placa. Dice: “La Casa de la Defensa fue creada por Télam en una antigua casona del siglo XIX cara al espíritu de este lugar y como aporte a la preservación de las tradiciones, con el objeto de fomentar la defensa de la cultura nacional. Inaugurada el día de San Martín de Tours, patrono de la ciudad de Buenos Aires, 11 de noviembre de 1982”.

Otra vez, como sucede con Posse, una masacre real y una metafísica fabricada. Los hechos revelan que en esa fecha gobernaba Bignone, el único presidente de la historia argentina elegido por una sola persona: el comandante del Ejército, Cristino Nicolaides, que tomó la decisión después de la derrota en la guerra de las Malvinas. Bignone afronta en la actualidad un proceso judicial por 58 delitos de lesa humanidad. Está acusado de haberlos cometido cuando era uno de los jefes del campo de concentración de Campo de Mayo, en la provincia de Buenos Aires, entre 1976 y 1978.

Campo de Mayo fue el mayor centro de exterminio junto con la Escuela de Mecánica de la Armada, que dirigía el jefe de Abel Posse, y La Perla, en Córdoba, que acaba de deparar otra condena a Luciano Benjamín Menéndez.

Alejandro Martín Almeida, el hijo de Taty, era cadete de Télam en la sección Publicidad cuando desapareció para no ser encontrado nunca más, el 17 de junio de 1975.

La placa de la dictadura permanece en el hermoso edificio colonial de la calle Defensa, solo que ahora con una explicación histórica debajo. Pero el viernes, un día después de que se cumplieran 26 años de democracia, el Estado puso una placa nueva. Dice: “Otros tiempos, el mismo sueño. Libertad, igualdad, fraternidad. Homenaje de Télam al bicentenario de la emancipación americana”. Y la persona que tiró del paño para descubrirla fue Taty.

En la vida de los países la conquista de la soberanía popular por parte de una región entera del mundo sin duda marca un momento muy alto de la libertad de expresión.

El bicentenario es historia concreta. Como Taty. Y Massera y Posse también son parte de la historia. La historia de la masacre que ocurrió y del encubrimiento que Posse aún quiere ejercer.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Hoy, Mauricio es Posse

Hoy, Mauricio es Posse


Por José Pablo Feinmann

Y de pronto: el tsunami Posse. Pocos hombres elegidos para un puesto han dicho tantas inconveniencias antes de asumir. Esas cosas se dicen después o no se dicen. Los sagaces, los políticos habilidosos, tienen la cautela de no anunciar sus canalladas si están dispuestos a cometerlas. O a no ser excesivamente sinceros si saben que eso que piensan les habrá de caer mal a muchas personas, aunque él las odie. Pero se supone que tendrá que negociar con ellas. Eso es la política. Aunque hay algo ya largamente probado: “los K” –como les dice la “oposición” para simular que se trata de un gobierno familiar, de apenas dos personas autoritarias, una especie de orden feudal en pleno siglo XXI– logran, sin proponérselo, que sus enemigos (no adversarios, éstos son abiertamente enemigos) exhiban abiertamente lo peor de sí. Que les brote la basura por todos sus poros. El odio. Que pierdan la paciencia. Que no sepan moderarse. Posse es la más reciente de estas víctimas. Figura entre las más espectaculares. Otras, al expresarse por medio de “libros”, meten menos ruido, aunque nunca poco. Pensemos brevemente en la cantidad de libros que han salido últimamente para arrojar material defecatorio, excremental, estiercolero, sobre la figura de “los K”. Uno de Aguinis, otro de Majul, enseguida uno de un periodista de Perfil, Edi Zunino, antes uno del infaltable Joaquín Morales Solá, un hombre genuinamente atormentado por la también llamada “pareja presidencial”, y ahora, en el colmo del disparate, uno del prestigioso ensayista a quien se suele llamar “el Negro Oro”. No han incurrido en esta modalidad ni Natalio Botana, ni Santiago Kovadloff, ni Beatriz Sarlo ni Tulio Halperin Donghi ni Carlos Altamirano. Por citar algunos que uno habría leído con cierta atención, abierto a sus argumentos. No, son periodistas con un tufillo aventurero. Gente que no ha demostrado talento ensayístico ni ha atesorado prestigio intelectual a lo largo de los años. ¿Qué son, qué buscan? Ventas rápidas, trepar en las listas de best-sellers. Son libros-cacerola. Hay, todavía, una clase media que se los devora. La cuestión es: ¿hay tanta basura para arrojar sobre “los K”? ¿Consigue esa basura abastecer a cinco libros? No, creo que el libro anti-K se ha transformado en un libro de autoayuda. Permite a la Mesa de Enlace (“¿Qué pasó con la Mesa de Enlace?”, se pregunta Barcelona en su reciente número), a los garcas de todo tipo, a la “oposición” (Cobos, Carrió, Michetti) y a toda la inmensa clase media teflonera tener enhiestas sus esperanzas destituyentes. El Plan de Gobierno de la “oposición” es claro y, sobre todo, nada institucional: “Que no lleguen al 2011”. Eso es todo. Pese a ser, entonces, libros de autoayuda, no venden tanto como los verdaderos: los que “curan” el alma. Vuelvo a recurrir a mis admirados barceloneses: “Después de Ari Paluch y Guillermo Andino, los editores salen a cazar a ‘cualquier boludo famoso que firme un libro de autoayuda’”. De esta forma, muchos periodistas “ya han sido tentados para publicar sus propios libros con historias personales, ejemplos de vida, anécdotas estúpidas con moralejas infantiles ‘y todo eso que a la gente boluda le encanta leer para sentirse menos boluda’” (Barcelona, 4/12/2009). No se requiere ni saber escribir. Las editoriales tienen sus escribientes. Sería atinado pensar que el Negro Oro y Aguinis son a la política eso que Ari Paluch y Guillermo Andino son a la autoayuda: escriben, arman, traman, inventan, dicen algunas verdades (al fin y al cabo, es cierto que hay corrupción en este gobierno, sólo que lo que nos espera con el horrible fascismo que está armándose es mucho, pero mucho peor), mienten con descaro, destilan un odio enfermizo, escupen, gritan, sudan y entregan “todo eso que a la gente boluda le gusta leer para sentirse menos boluda”. En este caso, menos sola, más esperanzada, creyendo que llegará el día en que los “terroristas que nos gobiernan” serán destituidos.

Pero Posse ha traspuesto los límites. Yo lo conocía al personaje. Sabía que era un escritor mediocre. Que había escrito una mediocre biografía de Eva Perón. Que había tenido un cargo diplomático en Praga y aprovechó la volada para escribir sobre la estadía del Che Guevara en ese lugar. Estuvo un año ahí y nadie sabe qué le pasó. Posse se puso a investigar y no consiguió mucho. Pero igual publicó un libro apologético sobre Guevara. Antes me lo había cruzado en el sepelio de Fernando Ayala, a quien yo tenía estima por ser el socio de Olivera en Aries y haber financiado los films de Aristarain, entre ellos Ultimos días de la víctima. Yo acababa de estrenar Eva Perón. Con dirección de Desanzo y la gran actuación de Esther Goris. Me divertía preguntarle a todo personaje que hubiera escrito algo sobre Evita si no creía que yo lo había plagiado, pues a muchos se les daba por decir esto. Le dije a Posse: “Habrá advertido que tomé algunas cosas de su libro”. Sonrió feliz. Y me respondió: “Sí, pero no importa”. Por dentro, yo me divertía como loco. Nunca fallaba. Hasta a alguien que tenía una tía que había escrito algo llamado Evita íntima le tendí la misma trampa. Y también me perdonó. Gente generosa. Al único que plagié fue al Sartre del Saint Genet, comediante y mártir. Antes lo había hecho Sebreli, por lo cual algunos despistados me acusaron de haberlo plagiado a Sebreli. Luego supe de Posse por una polémica que tuvo con Tomás Eloy Martínez. Tomás lo acusó de haber sido “colaborador de la dictadura militar”. Me llegó un sobre de Posse. Se lo habrá enviado a algunos para que se enteraran de su respuesta en La Nación, en caso de no haberla leído. Era mi caso. Leí su carta, era de enero de 1998, y decía: “(Martínez) me acusó de haber sido ‘colaborador de la dictadura militar’, simplemente porque no renuncié a mi carrera diplomática (...). Entre 1973 y 1979 era secretario y cónsul en la deliciosa Venecia. Me causaría horror haber renunciado y tener que pensar hoy que lo hice por Galimberti y Firmenich” (La Nación, Cartas de Lectores, 23/12/97). No, cavernícola ignorante, usted no tenía que abandonar su maldita “deliciosa Venecia” por Galimberti y Firmenich, sino porque era funcionario de un gobierno de asesinos, porque, al serlo, era cómplice de ellos, tenía tanta sangre en sus manos como los mercenarios que arrasaban familias, robaban niños, violaban mujeres, torturaban a los hijos delante de sus padres, empalaban seres humanos. (Ver: Feinmann, La sangre derramada, 1998, Buenos Aires, Ariel, p. 136.)

Años después (sin saber nada durante largo tiempo del personaje), me encuentro con otro artículo suyo en La Nación. Describe tan precisamente la modalidad de la tortura bajo los militares que lo he citado en el fascículo N° 106 de mi dilatada obra sobre el peronismo: “Adoptaron la doctrina de la ‘tortura técnica’, rigurosamente limitada e informativa, para desarticular la organización de las células de acción. (Se sabe que la pretensión ‘técnica’ termina invariablemente en abuso, sadismo y la degradación, tanto del torturado como del torturador. Basta considerar lo que está pasando en Irak.)”

“Se estableció una represión legítima frente al alzamiento, pero ejecutada por usurpadores y por medios ilegales e inconfesables” (La Nación, 24 de marzo de 2006). El artículo era a propósito de los 30 años del golpe militar del 24 de marzo. Concluía con democráticos llamamientos a la concordia nacional: “Ojalá esta conmemoración sirva para sellar la puerta del infierno, para no volver la cabeza y paralizarnos en el odio renovado”. Posse ha enloquecido. Cree que los “troskoleninistas” del gobierno Cristina Fernández han abierto de par en par las puertas del infierno. Pero aunque así lo crea, debió haberlo dicho de otro modo. No pudo. No pueden. El odio los denuncia. Se desbocan. Les brotan colmillos. A Macri también. ¿O no sabe a quién pone? ¿Tan ingenuo es? No, si Macri pone al Fino Palacios y a Abel Posse es porque los elige. Y si los elige es porque son fascistas. Y si alguien elige fascistas para que lo acompañen es porque con ellos está cómodo. Y si lo está es porque con la democracia se siente mal, se siente atado. Y los que todavía no se dieron cuenta es porque son tan fascistas como él. La cuestión no es Posse: es Macri. Pareciera que se está transformando aceleradamente en alguien más tenebroso que el muchacho alegre de los ’90, que el hijo de papá con futuro, que el dirigente de Boca, que el entusiasta cantante de temas de Freddy Mercury. Cuidado: ése ya no es Macri. Supongo que no se habrá olvidado el eslogan de la campaña electoral de Filmus contra Mauricio: Mauricio es Macri. No, mucho peor. Hoy, Mauricio es Posse.

“A mí no me reta nadie...”

“A mí no me reta nadie...”

El flamante ministro de Educación porteño ni piensa llamarse a silencio: pide amnistía para militares, no tiene problema en chucear a los gremios y hasta piensa que el rock es nocivo.


Por Werner Pertot

Abel Posse atiende el teléfono en su casa y aclara que no va a poder conceder un reportaje a este diario. Pero la tentación de explayarse es más fuerte: “Es indudable que la muerte tiene que ser considerada de los dos lados y tiene que haber una amnistía con la que podamos superar esto”, plantea sobre la represión ilegal de la dictadura. En diálogo con Página/12, el ministro de Educación de Mauricio Macri propone bajar la edad de imputabilidad a “13 o 14 años” y crear “centros o colonias de recuperación”. Advierte que piensa solucionar “el problema de las huelgas de los maestros, que ya tiene 40 años de viejo”.

–¿Macri lo retó por sus declaraciones?

–Pero, ¡qué me va a retar Macri! A mí no me reta nadie.

–¿Cree que va a poder recomponer la relación con los gremios docentes?

–¿Cómo se va a recomponer? Se va a recomponer porque soy un servidor de un acercamiento del Estado de Buenos Aires y de un problema, que tiene 40 años de viejo, que son las huelgas de los maestros. Ese es un tema que no se arregló, hasta estuvo la carpa que duró años. Es un problema que tenemos que arreglar con una carrera eficiente, eficaz, responsable de todos lados, comprendiendo que en medio de eso está el niño.

–¿Se da cuenta de que todos los gremios piden hoy su renuncia?

–No hice declaraciones que fueran distintas de las que usted puede leer. Es lo que vengo escribiendo desde hace 20 años y no tengo por qué arrugar.

–Bueno, eso que viene escribiendo desde hace 20 años es lo que rechazan.

–Es una opinión de ellos. No son los gremios los que deben designar al ministro de Educación, ni decirle al Gobierno lo que tiene que hacer. Según la Constitución, el pueblo delibera a través de sus representantes.

–¿Cuáles van a ser las líneas de su política educativa?

–Espere, no puedo definir esto antes de hablar con todo mi ministerio. De un ministerio uno se hace cargo más o menos en un mes. He trabajado cuarenta años en el Estado y nunca se debe improvisar.

Amnistía a los represores
–Usted afirmó que “cuando uno viaja por el mundo, se da cuenta de que no se arrima el bochín. Diez mil muertos le aseguro que no figuran”. ¿Qué quiso decir con que diez mil muertos no figuran?

–Lo que creo que dije fue que nosotros hemos pasado el siglo XX lejos de los horrores, o un poco lejos de los horrores. Lo que más grave tuvimos ha sido el gobierno de Videla. Pero diez mil muertos tampoco es lo que vivió China, Rusia, Francia, España.

–Dice que no sabe si hubo treinta mil desaparecidos...

–No puedo saberlo. Nunca vi la lista ésa. Conozco la lista primera, la que hizo Sabato. Para mí, si son veinte o treinta, el horror no se mide nunca por números. No creo lo de Dostoievski (que después repitió Camus), que el llanto de una sola niña cambia el mundo.

–A pesar de esto, ¿piensa que tendría que haber una amnistía para los represores?

–Para todos. No a los represores, a todos.

–Perdón, pero a los que se está juzgando es a los responsables del terrorismo de Estado.

–No, no. Los que estén juzgados ahora o en el futuro, no importa. Tiene que haber una fórmula argentina para salir del problema gravísimo de una divisoria eterna. Es indudable que la muerte tiene que ser considerada de los dos lados y tiene que haber una amnistía con la que podamos superar esto sin llevar toda la vida la situación creada. Esa es la idea, que es muy difícil de aplicar.

–¿No le parece que este planteo lo acerca a Cecilia Pando?

–Noooo, ¿qué tengo que ver? Ni la conozco.

–Pero ella también plantea esa idea.

–No son posiciones de salvar a los militares. Son posiciones como las que tuvo que tomar De Gaulle en Francia, España en 1975 cuando muere Franco. Son posiciones de desembarazar de la divisoria horrorosa que se repite de generación en generación y queda el país dividido. Una política muy sabia, como la de Adenauer en Alemania. No se trata de eximir a algunos y culpar a otros, sino de encontrar un diálogo para salir de la divisoria en la que estamos. Tenemos que encontrar un paso hacia adelante, que no implica el olvido, pero sí reclama la idea de relación constructiva de la comunidad.

–En otra columna, usted afirma: “Se busca mantener ilegítimamente encarcelados a los militares que cumplieron el mandato del gobierno peronista logrando el cometido de aniquilar a la guerrilla en sólo diez meses”. ¿Considera que eso fue lo que hizo la última dictadura?

–No, ésa fue la orden que dio el gobierno peronista.

–¿Los campos de concentración se crearon para “aniquilar a la guerrilla”?

–Aniquilaron a los combatientes y los jefes de fueron del país.

–¿Los que pasaron por un centro clandestino de detención eran todos “combatientes”?

–No, por Dios. Había tanta gente. Se equivocaron de tal manera. Gente que estaba anotada en la agenda de un psicoanalista...

–Cuando dice “se equivocaron” con algunos, me da la sensación de que lo que plantea es que con los “inocentes” estuvo mal, pero a quienes tuvieron contacto con las organizaciones armadas, a ésos sí había que secuestrarlos, torturarlos, asesinarlos y desaparecer sus cuerpos.

–No, hombre, ¿cómo voy a decir eso? Soy abogado y desprecié todo lo que fuera antidemocrático. Pero hay que pensar también que hubo un movimiento político que creía en la acción violenta revolucionaria, que fue el otro error gravísimo. Porque estimo que ese grupo juvenil del peronismo, si no se hubiera pasado a las armas y a asesinar a Rucci, si hubiera tenido equilibrio político y no sólo pasión revolucionaria, podría haber ingresado inteligentemente en la política argentina para crear una izquierda democrática y poderosa.

Sin juicios
–¿Por qué afirma que el gobierno nacional “apaña al residuo de subversivos” que cobraron indemnizaciones?

–Lo que dije es que cobraron indemnizaciones, no dije que “apañan”, no usé esa palabra.

–En su artículo “Incurables adolescentes de los ’70”, del 12 de octubre de 2006, dice textualmente: “Apaña al residuo de subversivos, los destaca casi como personalidades morales, los acoge en el Gobierno y hasta les paga una abundante indemnización”.

–Sí, claro, eso es un error.

–Los que cobraron una indemnización fueron los familiares de desaparecidos o las víctimas de los campos de concentración. ¿Para usted son “un residuo de subversivos”?

–No, nooo. Hablo de un residuo de gente que no hizo una reflexión sobre lo que había pasado.

–¿Por ejemplo?

–No, no voy a nombrar gente, porque ya tengo bastantes problemas. Soy un escritor independiente y me cuesta mucho expresarme. Tengo un sentido crítico de todo lo que pasó, no pienso parcialmente.

–Sin embargo, en sus escritos se parcializa en función de no condenar la represión en la dictadura.

–¿Cómo que no hay una condena? Los condenó la historia, los condenó la ley argentina.

–Si usted condena la represión, ¿por qué dice que los juicios actuales son “un ejercicio de venganza disfrazada de justicia”?

–No, digo que los juicios, si no se llega a una comprensión profunda del tema fundamental, que es la necesidad de salir hacia un acuerdo como se hizo en España, en Rusia después de 70 años de KGB, en Alemania, podemos caer en la venganza histórica.

–Mencionó Alemania, donde existió el juicio histórico de Nuremberg.

–Había una cosa muy especial, que eran las investigaciones de desnazificación (Entsnazifizierung, se llamaban). Para los alemanes, hubiera sido un tema de nunca acabar. Se investigaban situaciones, tenía que probarse en hechos, pero no se hacía la culpabilidad automática de la gente por haber estado en un Ejército.

–Pero, ¿en qué juicio actual en la Argentina hubo “culpabilidad automática”? Hay procesos judiciales, incluso hay absoluciones...

–Yo no dije eso de acá. Creo que hay un episodio fundamental, que es que el grupo de acción subversiva o guerrillera cometió cerca de mil crímenes. Perón, antes de morir, tuvo una posición de defensa del Estado contra la subversión, que consideraba de un color político extraperonista.

–Los militares se acordaron de ese decreto recién cuando los empezaron a juzgar.

–Los militares se apoderaron de una línea que ya estaba marcada...

–El problema con ese argumento es que hubo una interrupción del orden constitucional. Las directivas secretas de la dictadura –que disponen la división del país en zona, subzona y área para organizar la represión ilegal– no aplican el decreto que firmó Italo Luder.

–Sí, pero la línea quedó peligrosamente bajada por el gobierno civil, que coincidía con una opinión extensísima de la sociedad argentina.

–¿Dice que los campos de concentración eran fruto de la voluntad popular?

–No, hombre, usted entiende mal. Eso lo hizo el Ejército como una técnica para acabar con la subversión en diez meses.

–Lo que usted llama “una técnica” es un delito de lesa humanidad.

–No le llamo “una técnica”, no me tergiverse: no lo estoy justificando, le estoy explicando cómo entendieron una técnica distinta de represión, como en Israel se aplican a veces técnicas distintas de represión, o en Estados Unidos ahora con el tremendo hecho de Guantánamo. Ellos tenían dos caminos: una guerra larguísima como la de las Brigadas Rojas que, dentro de todo, se combatió en la legalidad, o tenían el camino brutal de en diez meses acabar con toda la subversión.

Jóvenes asesinos
–¿Por qué plantea que el “asesino joven” deja de ser un niño?

–Esa idea la tomo de la revolución rusa (yo viví en Rusia, estudié marxismo en Francia, soy doctorado en la Sorbonne. Si le interesa el marxismo, soy especialista). La sancionó el Politburó luego de la guerra que se levantó contra los productores agropecuarios que se negaban a la socialización. Esto produjo una hambruna y surgieron bandas de niños criminales, que asaltaban y mataban. La idea europea era la inimputabilidad del niño, pero el Politburó planteó que el asesino era primero asesino y después niño.

–¿Qué quiere decir este planteo, llevado a la Argentina?

–Hay que bajar la edad de imputabilidad (algo que no se hace por la hipocresía y la falta de pensamiento de gente que se cree de izquierda) y crear un aparato de recuperación. Con el sistema de excarcelaciones, arriesgando la vida de otros ciudadanos, se va ocultando la inoperancia para crear institutos, fórmulas, colonias de recuperación.

–¿A qué edad habría que bajar de edad?

–Eso lo saben los psicólogos. En general, ponen 14 años o 13. Algunos países tienen 12.

–¿Qué es una “visión troscoleninista”?

–En El Estado y la revolución, de Lenin, sobre la revolución armada. Con Trotski crearon la técnica de destruir la sociedad capitalista para ir imponiendo la dictadura del proletariado.

–¿Y realmente cree que esto es lo que están haciendo los Kirchner?

–No, hombre, qué va a hacer Kirchner algo troscoleninista. Los Kirchner son muy modestos políticamente, no saben para dónde ir.

–Pero lo sostiene en su última columna: “Impusieron una visión troscoleninista de demoler las instituciones militares y policiales, como vengándose de los años ’70”.

–Es una metáfora para entendidos. Ellos en los ’70 estuvieron tibiamente en esto. Es como una nostalgia.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Jugá limpio

Jugá limpio


Por Sandra Russo

Es miércoles. El televisor está encendido en el otro cuarto. Escribo escuchando entrecortadamente las voces de las víctimas de “la inseguridad”, que se juntaron en el Congreso. TN. Acabo de llegar desde la otra marcha, la que organizaron algunos movimientos sociales contra los dos años de gestión de Mauricio Macri. Me senté en un bar de Avenida de Mayo y vi a algunos turistas sentarse a tomar licuados, preparándose para “ver pasar piqueteros”.

Pasaron, pero había una composición social mucho más abierta y constante: pasó el paisaje del pueblo más profundo, de los que están debajo de todo. Lo que en la pirámide es la base. Caras ajadas, bocas sin dientes, muchas mujeres con sus bebés, los que juntan entre tres los cuatro pesos que cuesta la Pepsi. Sus rasgos y su pobreza son la prueba del nunca admitido racismo de este país.

En las dos marchas hay malestar. Pero se diferencian en que a una fueron todos los medios, y a la otra dos o tres. Y también se diferencian cuando esos medios transmiten al público, a través de palabras, sobre todo adjetivos, y también de imágenes editadas, qué pasó en cada una. Ya es de noche y sigo escuchando las voces destempladas de las víctimas de “la inseguridad”.

Mañana saldrá publicada en La Nación la nota de Abel Posse que erizará incluso a periodistas que acompañan azorados pero con condescendencia las profecías de lesa humanidad de Carrió. Mañana Abel Posse, el hombre que escribió un libro contando el suicidio de su hijo y que logró al hacerlo, como declaró, “no sentir nada”, perforará la membrana que aún late, viva, en la decencia de miles que entre sí no se ponen de acuerdo. Asqueará a esos sectores que aún guardan para sí el recuerdo de los asesinados en la dictadura. Mañana Posse le revolverá las tripas a esa gente, hablando desde sus tinieblas. Mañana este nuevo “error” de Macri confesará, en su gélida voz, en su extravío repugnante, que “la inseguridad” se debe a que gobiernan los Montoneros, clamará por la restauración del orden y en lo más raso de su confesión amparará con sus argumentos un genocidio.

Posse será, en su aspecto más venal, quien ponga de manifiesto, de una vez, que “la inseguridad” es una trampa de la derecha, y que tenemos una derecha radicalizada en puerta. Hasta dónde el discurso mediático acompañará esta obscenidad fascistoide cada día más explícita depende ahora más que nunca de hacer reaccionar el resorte de cualquier progresismo. Si no se pueden superar los matices, los resentimientos y los egos para frenar esta embestida, el progresismo estará ante la peor derrota simbólica y política conocida. Seremos un país de esa derecha que como Posse, desde un pozo intelectual y moral, pasan de largo por las metodologías aberrantes que se emplearon en la masacre.

“La inseguridad” lleva comillas, ya lo he comentado en alguna nota vieja, porque designa a una construcción de sentido que mucha gente ha internalizado como algo que de verdad sucede. Lo que sucede es el delito. “La inseguridad” designa mucho más que delito. Sobre todo, más que delito, significa zozobra, impaciencia, terror, abyección. Y antikirchnerismo, claro. De hecho, están ocurriendo algunos hechos que se alzan con todos los sentimientos irascibles que despierta “la inseguridad”. No pueden a uno menos que llamarle la atención los tres casos de mujeres acribilladas en sus autos, sin motivo aparente, y ahora el regreso del salvajismo contra los colectiveros. Casi se diría que los hechos que ocurren conllevan un plus de repetición y sadismo que es casi una puesta en escena de “la inseguridad”. ¿Alguien irá al fondo de cada investigación? Debería. Sobre todo porque la sucesión de acontecimientos es tan vertiginosa, que todo se abre y nada se cierra.

Uno no subestima en absoluto el dolor y el desgarro que implica la muerte violenta de un ser querido. Todo lo contrario. Porque es una situación límite inenarrable, porque es un estado de hundimiento en la pérdida que no es transferible, uno termina detestando todavía más “la inseguridad”. Porque una cosa es el delito, que debe ser obviamente investigado y penado; una cosa es la política de seguridad bonaerense, que sólo se explica con Scioli, y otra cosa es convertir esos estados de emoción violenta en alegatos que sirven para articular un discurso político. La televisión no se detiene ni un instante ante el abismo de quien acaba de perder a alguien de su familia o a su familia entera, como le sucedió a la mamá de Gabriela Pomar. Lo más bajo del recurso político mediático hace base en esos momentos personales de sombra.

“La inseguridad” es alimentada por chacales que saben que pueden sacar rédito de los máximos dolores. Se entrecorta pero se escucha, desde el otro cuarto, la voz de un padre riojano que nunca pudo cerrar la herida que le dejó el asesinato de su hija. “La voz de los que piden justicia”, remata la conductora. Con la comunicación pasa algo bastante parecido a lo que dice Barthes que pasa con la lengua.

Hablamos en este caso el idioma español, pero no lo dominamos. La lengua nos domina a nosotros. “No es de izquierda ni de derecha; la lengua es fascista”, dice Barthes. Y el aspecto más fascista de la lengua no es “lo que impide decir, sino lo que obliga a decir”. Los grandes medios tienen un funcionamiento parecido. Ahora, que directamente hacen política, ese mecanismo se exhibe descarnado. Por eso conviene evitarlos si no se comparte la posición política de los grandes medios. Por eso cada vez más gente llama a la radio para contar que ha dejado de mirar televisión casi para cuidarse la salud. Por eso experimentamos, muchos, algo de siniestro en “el espejo”, al decir de Dolina, que nos muestran los grandes medios.

Así no es la realidad que percibimos. Cuando a un niño una madre o un padre le niegan permanentemente sus propias percepciones de la realidad, lo inducen a la psicosis. La defensa es la barrera. La desconexión.

Mientras tanto, en la otra marcha, la de los pobres, se hablaba de otra inseguridad. Va sin comillas porque sobre ésta no hay ningún discurso dominante construido. La inseguridad que transmite el gobierno de Mauricio Macri en la ciudad. Habló la viuda del maestro Fuentealba, porque esa muerte llevó el sello de una política de seguridad que revive el espíritu del enemigo interno. Acá, si uno raspa, se ve la conexión de sentido entre “la inseguridad” y la vieja y temible Doctrina de la Seguridad Nacional. El asesor del entonces gobernador Sobisch era Eugenio Burzaco, el nuevo titular de la Policía Metropolitana. La derecha no tiene muchas variantes de perspectiva, sino límites variables. Pero desde la perspectiva de la derecha aquí y en todas partes, los pobres son en general objeto de misericordia religiosa y en particular una molestia que hay que erradicar no importa cómo.

Mientras tanto. Mauricio Macri sigue gozando del amparo de los grandes medios, que por ósmosis adaptan sus líneas editoriales a la derecha tilinga y salvaje de Macri, y a su versión pulsional, vomitada por Posse. La impunidad y la complicidad son tales, que hasta se da el gusto, Macri, de empapelar la ciudad con afiches que dicen “Jugá limpio”. Un recurso retórico vecino a la perversión.