martes, 10 de febrero de 2009

Final para la tragedia de Eluana

Final para la tragedia de Eluana

La mujer, en estado vegetativo desde hace 17 años, murió tres días después de que se interrumpiera su alimentación. Lo había pedido su familia y lo autorizó la Justicia, pero el gobierno de Berlusconi y la Iglesia se empeñaron en mantenerla con vida en forma artificial.


Tras pasar tres días desconectada a las máquinas que aseguraron su alimentación e hidratación durante los últimos 17 años, tiempo en el que permaneció en estado vegetativo, Eluana Englaro falleció ayer. Según el neurólogo Carlo Alberto Denfanti, que siguió su caso durante años –el mismo que pronosticó que el deceso se produciría entre los 12 y 14 días de la desconexión– la chica sufrió “una crisis” y falleció “de improviso”. La noticia interrumpió el trabajo de los senadores italianos, que trataban en la Cámara alta el proyecto de ley para prohibir la suspensión los mecanismos que mantenían a la mujer con vida. Pero, además, dio por finalizada otra embestida del primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, autor del proyecto que buscaba dejar sin efecto el fallo de la Justicia italiana que había hecho lugar al pedido de la familia de la mujer. Además de sentar un importante precedente jurídico, la decisión, emitida en julio y ratificada por el Tribunal Superior en noviembre de 2008, encendió un debate en torno del derecho a la muerte digna, que terminó por dividir a la sociedad.

“Sólo quiero estar solo”, solicitó el padre de Eluana, Giuseppe Englaro, cuando se enteró del fallecimiento de su hija. El pedido de la familia de Eluana recorrió los pasillos de la Justicia italiana por más de 10 años hasta que obtuvo una respuesta positiva. En julio de 2008, la Cámara de Apelaciones accedió a permitir que a la mujer de 38 años –en estado vegetativo desde 1992, cuando se desbarrancó con su auto–, se le quitase el soporte vital: los alimentos y el líquido. En noviembre, el Tribunal Superior lo ratificó, y comenzó la polémica.

En el Senado y en la Cámara de Diputados de Italia, los funcionarios hicieron un minuto de silencio cuando supieron de la noticia. Los senadores se encontraban en pleno tratamiento del proyecto que intentaba prohibir la desconexión de los aparatos que alimentaban e hidrataban a Eluana, impulsado desde el Ejecutivo. El portavoz de los senadores conservadores italianos, Maurizio Gasparri, consideró que la muerte de la mujer fue “claramente” un caso de “eutanasia” –prohibida por ley en Italia–, mientras que una de las líderes del Partido Demócrata, Ana Finnochiaro, acusó al sector conservador –y principal aliado del gobierno de Berlusconi– de “hacer un acto de carroña política sobre la muerte de Eluana”.

El ministro de Sanidad, Maurizo Sacconi, tras expresar su solidaridad con el padre de la joven, instó al Senado a que apruebe el proyecto de ley “para que el sacrificio de Eluana no sea inútil”. En tanto, Berlusconi lamentó que la acción del gobierno no haya sido suficiente para salvarle la vida. El proyecto de ley presentado por el Ejecutivo planteaba la prohibición de la orden de la Justicia basándose en que “la alimentación y la hidratación, en cuanto formas de apoyo vital, fisiológicamente destinadas a aliviar los sufrimientos, no pueden en ningún caso ser rechazadas por los sujetos interesados o suspendidas por quien asiste a sujetos que no están en condiciones de proveer por sí mismos”.

El texto era muy similar al de un decreto de necesidad y urgencia que tenía el mismo fin, redactado por el propio Berlusconi días después de conocer la ratificación del Tribunal Superior, y al que el presidente de Italia, Giorgio Napolitano, se negó a refrendar por considerarlo inconstitucional, ya que desestimaba la decisión de las máximas autoridades jurídicas.

Aquel decreto no fue la primera reacción del Ejecutivo. No bien supieron del permiso otorgado a la familia Englaro, las autoridades ordenaron a los gobiernos locales que prohíban a los hospitales públicos cumplir con la sentencia del Tribunal. El ministro de Salud italiano, Maurizio Sacconi, advirtió que todo centro sanitario público que procediese a detener la alimentación artificial de Eluana Englaro iría “en contra de la ley”, a pesar de que la Justicia dispuso exactamente lo contrario.

Tampoco se hizo esperar la opinión de la Iglesia Católica, que explicitó su apoyo a la posición de Berlusconi, sosteniendo que la suspensión de la alimentación e hidratación del cuerpo de Englaro equivalen a la eutanasia, prohibida en Italia, una opinión que no coincide con lo que sostienen los especialistas (ver recuadro).

Sin embargo, el proceso siguió su curso. Eluana fue desconectada el viernes en la clínica La Quiete, en Udine, una institución de cuidados para ancianos financiada por el Ayuntamiento de Udine. Según el neurólogo que la asistió durante varios años, Carlo Alberto Defanti, la mujer no fallecería hasta pasada la semana de la desconexión. Sin embargo, el deceso se produjo ayer a la tarde, producto de una crisis que sobrevino “de improviso”.

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