domingo, 21 de agosto de 2011

Un año sin Erica Soriano

Un año sin Erica Soriano: se intensifica la búsqueda



Erica. Estaba embarazada de dos meses y medio. El último en verla fue su pareja, Daniel Lagostena.

Otras notas

  • El caso de Érica Soriano, la joven embarazada (30) que desapareció el 21 de agosto, no deja de arrojar dudas. Si bien para la familia el principal sospechoso es el novio, Daniel Lagostena (50), para la Justicia no hay ninguna prueba, hasta el momento, para detenerlo.
  • El programa Hoy es tu día, emitido por Canal 13 los domingos a las 21 y conducido por los ex modelos Horacio Cabak y Luli Fernández, estaba por terminar su ciclo. Era diciembre de 2009 y, por entonces, Daniel Lagostena –un muchacho de 50 años que vivía de changas y de un dinero del padre, dueño de la casa velatoria La Paz– tomaba los datos de aquellos que querían participar. En el estudio del barrio porteño de Palermo donde grababan, con handy en mano, Lagostena era el que acomodaba a las casi 200 personas que iban a la tribuna como extras.
  • Federico Cash atiende el teléfono desde una estación de servicio en un punto intermedio entre San Salvador de Jujuy y Buenos Aires. De fondo, hay sonido de ruta y descampado. Su hija, María Cash, lleva dos semanas desaparecida y varios testigos aseguran que la vieron en distintos tramos de ese trayecto. “Hace 14 días que estoy arriba de una camioneta”, dice el hombre. “Trato que con mi presencia de padre los que la buscan actúen un poco más intensamente.”
  • Según las últimas cifras, en lo que va del año 54 mujeres fueron asesinadas por sus parejas, ex parejas o familiares. Ocho de esas mujeres murieron quemadas. La última de ellas vivía en Merlo, tenía 30 años y dos hijos. Mientras su carne se ardía, gritó tan fuerte que los vecinos la escucharon a tres cuadras a la redonda. Pero nadie la socorrió. Su nombre era Analía Cáceres y fue la decimoquinta mujer quemada en un año.
  • Estaban los tres juntos en la casa, en familia, pero muertos. Una pareja y el hijo de la mujer fueron asesinados la semana pasada en Mar del Plata. Fue gracias al joven que sus amigos se dieron cuenta de que algo había sucedido. Sergio Neiman cumplió 21 años y lo festejaba el sábado en un boliche de la calle Alem. Los invitados lo esperaron toda la noche, pero el pibe –a quien le decían El Negro – jamás llegó y tampoco atendía los llamados telefónicos. Algunos conocidos lo fueron a buscar al día siguiente a su casa, donde vivía con su hermano.
  • Boca de fresa es una película nostálgica. Pero no esta hecha de esa nostalgia que entristece. Es una comedia naïf, que se da el gusto de coquetear con otros géneros: mezcla de western, road movie y suspenso. Con los colores y la estética de la década del ’70, Rodrigo de la Serna (Oscar) y Érica Rivas (Natalia) encarnan a los protagonistas de una historia que bucea en muchas aguas, pero sobre todo en las del amor.
Una pista lleva a las redes de trata de personas. La Justicia analiza el ADN de un cadáver hallado en junio. Hoy al mediodía se hará una caminata solidaria.
Ester, la madre de Erica Soriano, tiene los ojos irritados. Hace un año que desapareció su hija, y ella sigue en la búsqueda como el primer día. “No estuve llorando”, aclara. “Es que me levanté muy temprano.” A la mañana estuvo con funcionarios nacionales que decidieron tomar el caso, por la tarde trabajará algunas horas vendiendo cosméticos y antes de que caiga el sol va a dar una charla para padres de chicos internados por adicciones. “Colaboro en una fundación tres veces por semana –cuenta a Miradas al Sur–. Pensaba dejar de hacerlo, pero desde que pasó lo de Erica necesito ayudar a otros. Transformar el dolor en amor es lo mejor que uno puede hacer.”
Erica Soriano tiene treinta años y fue vista por última vez el 21 de agosto de 2010. Estaba embaraza de dos meses y medio y desde hacía cuatro convivía con Daniel Lagostena, un hombre veinte años mayor que ella. La investigación judicial para intentar encontrarla creció hasta convertirse en un laberinto de testimonios y datos diversos. Incluso hoy, tanto tiempo después, su familia recibe tres o cuatro llamados por día de gente que intenta aportar pruebas. Ellos atienden y tratan de chequear cada información, pero no pierden la línea. “Estamos convencidos –dice Ester Soriano– que Lagostena tiene algo que ver. Es un psicópata: desde el principio tiene una actitud fría.”
Hasta el momento se investigaron los lazos de la familia Lagostena con empresas de servicios fúnebres y una casa de crematorios. También se siguió la pista de un cruce de llamadas entre Daniel Lagostena y su entorno en la madrugada del viernes 20 de agosto, la noche en la que Erica fue vista por última vez.
Ninguno de esos indicios se convirtió en una pista firme, pero tampoco se descartaron. El jueves, luego de reunirse con funcionarios del Programa Anti-Impunidad del Ministerio de Justicia, los familiares de Erica dieron a conocer una nueva hipótesis: que haya sido víctima de una red de trata de personas.
“Hasta ahora no hay pruebas. Quiero saber la verdad. La buscamos muerta y no la encontramos. ¿Por qué voy a pensar que no está viva?”, explica Ester. “La policía desistió de la pista de trata de personas, pero nosotros no perdemos la esperanza. Además, Lagostena tiene perfil de entregador.”
Este último dato fue aportado por Pablo Iglesias, un investigador privado que se sumó a la búsqueda. “Lagostena –asegura Iglesias– se maneja mucho en el ambiente prostibulario. Todos los viernes y los sábados va al Bar Sarandi, que está cerca del viaducto de ese barrio y en el fondo tiene un prostíbulo. Entra a las once de la noche y sale a las a 6.30 de la mañana. Llega siempre acompañado por otras personas, en un Peugeot 306 negro.”
Según la familia, una testigo que aescapó de un cabaret en el norte del país dice haber visto a Erica con vida. “Hay un caso –agrega Iglesias– de una chica que estaba en manos de una red de trata y estuvo dos veces embarazada en cautiverio. Un niño hijo de dos personas de piel blanca se vende hasta en 40 mil dólares. Tenemos indicios para pensar que a Erica le pasó lo mismo que a la otra chica. Creemos que está viva, y que Lagostena pronto va a estar tras las rejas.”
En rigor, el primero en hablar de una red de trata de personas fue el propio Daniel Lagostena. Casi un mes más tarde de la desaparición de Erica, él también desapareció, aunque en su caso lo hizo por sus propios medios. “No quiero ser el chivo expiatorio”, dijo en una carta que escribió antes de irse con rumbo desconocido. Diez días más tarde volvió y aseguró que había visitado dos prostíbulos de Misiones, donde le habían dicho que podía estar encerrada Erica.
La pista se retomó –con Lagostena como sospechoso y no como informante– a partir de la incorporación al caso de un detective privado, y del testimonio de la mujer que dice haber visto a Erica en un prostíbulo.
En la Justicia, mientras tanto, se sigue chequeando cada dato. El último es un esqueleto encontrado el 11 de junio cerca de la estación de trenes de Caseros. Todavía no se sabe sin son huesos de un hombre o de una mujer. Estaba vestido con un short de fútbol celeste, un pantalón tres cuartos, con franjas blancas y rojas a los costados, una camiseta del Palmeiras de Brasil y ojotas. El fiscal de Lomas de Zamora Gerardo Loureyro ordenó que se compare el ADN de la madre de Erica con la del cuerpo encontrado.
Desde el entorno de Erica no se oponen a que se haga el análisis, pero descreen de que sea un dato cierto. “No es un dato nuevo, pero lo hicieron público –aseguran– porque el caso llegó a los ámbitos nacionales y quieren mostrar que están haciendo algo.”
Con todo, las hipótesis siguen siendo eso: esperanzas de que el caso se solucione de una u otra forma. Lo único claro es que Erica, antes de desaparecer, pasó por el mismo calvario que atraviesa cada mujer que es víctima de la violencia machista. “Me endulzás con las cosas más ricas y después me das un vaso de ácido muriático para bajarlo”, se había quejado ella en un intercambio de mails con Lagostena, en los que se quejaba de sus celos enfermizos y su afán de controlar cada uno de sus movimientos.
“El error de Erica fue creer que lo podía arreglar. Ella soñaba con formar una familia. Y, como toda mujer que es víctima de violencia de género, tenía baja autoestima”, dice la madre.
La última vez que se vieron, recuerda, Erica estaba triste.
–Estoy viviendo una pesadilla –le dijo.
–¿Qué te pasa?
–Nada, mamá, estoy exagerando. Ya lo voy a solucionar.
Ester le dijo que se quedara a dormir en su casa.
–¡Ni loca! –respondió Erica–. Si no voy, Daniel se muere.
Los días siguientes, madre e hija hablaron por teléfono de forma diaria.
–No te noté bien el otro día –dijo Ester el viernes.
–Mañana hablamos –respondió Erica.
Pero no hubo mañana. Nadie volvió a saber de Erica.
En teoría, salió de la casa que compartía con Daniel Lagostena en Lanús y se perdió en el camino. En la práctica, nadie la vio salir y moverse en las calles del barrio que supuestamente recorrió.
Hoy –domingo 21 de agosto–, a las 12 horas, la familia de Erica organizó una caminata. El escenario no va a ser el lugar donde Erica desapareció. La convocatoria es en Avenida Santa Fe y Dardo Rocha de San Isidro, y desde allí se encolumnarán hacia la autopista Panamericana, donde piensan hacer una suelta de globos y escuchar al Coro Kennedy. Por último, irán al Hospital de Niños de San Isidro, donde nació la hija mayor de Erica. Allí entregarán juguetes y leche en polvo.
“Transformar el dolor en amor –repite Ester Soriano– es lo mejor que podemos hacer.”.

1 comentario:

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