jueves, 6 de septiembre de 2012

Historia de una denuncia fallida

Asesinan a un enfermero que denunció negocios de Cariglino

Walter Navarro fue ultimado de un balazo, pero los agresores no le robaron nada. Su familia vinculó el crimen con la información que había reunido de irregularidades del sistema de salud municipal. Historia de una denuncia fallida.

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Eran las 21:15 del martes cuando el enfermero Walter Navarro, del Hospital Materno Infantil María Eva de Perón, de Malvinas Argentinas, llegaba a su casa en su  camioneta Chevrolet Meriva. Todo parecía normal en la cuadra de Estomba 1984. Pero no. Una banda de al menos cuatro hombres armados a bordo de un Citröen C4 lo interceptó y lo mató de un balazo en la axila. El grupo no robó absolutamente nada. Ni el dinero ni el coche de la víctima. Al rato Navarro, de 42 años, murió desangrado antes de que pudieran llevarlo en su propio vehículo rumbo al hospital. Los vecinos aseguran que sólo escucharon el sonido seco de una bala en la noche y el ruido de un motor a toda velocidad. Aunque según fuentes cercanas a la investigación, el móvil del homicidio tendría relación con las preguntas incómodas que estaba realizando en el centro de salud donde trabajaba todos los días. "Mi papá estaba tratando de sacar los nombres de las personas vinculadas con el sistema de salud del municipio", contó Gerónimo Moyano, a quien Navarro había criado desde los ocho años. "Estamos destrozados, era el mejor, un excelente  amigo. Para nosotros se trata de una venganza por los datos que estaba buscando dentro del hospital", denunció Gerónimo, parado a 20 metros de la habitación donde su madre, inmersa en la tragedia, intentaba dormir un rato.
Sin embargo, hay que decir que desde la justicia tampoco descartan un supuesto asalto fallido, ya que desde la mañana de ayer circuló la versión de que los atacantes habrían reclamado las llaves del auto de Navarro; una hipótesis que ningún vecino del barrio pudo confirmar a Tiempo Argentino. La Fiscalía a cargo de Gloria Reguán estaría trabajando con la información brindada por dos testigos que escucharon gritos reclamando las llaves del auto. Pero hay un dato: esos potenciales testigos del homicidio –como todos los de esa cuadra– son en su mayoría empleados municipales de la intendencia que controla Jesús Cariglino.  
 Lo cierto es que el crimen de Walter Navarro tiene todos los componentes de un episodio mafioso –tal como lo afirmó el vicegobernador Gabriel Mariotto (ver p. 4)– y se produjo 24 horas después de que el intendente de Malvinas Argentinas intentó impedir con violencia la reconstrucción judicial de la agresión a los periodistas de este diario, Télam, Crónica  y la agencia de noticias local Malviticias, un hecho que ocurrió el pasado 1 de junio, cuando una patota agredió y golpeó a los periodistas de la agencia de noticias Télam y le rompió la cámara fotográfica al reportero gráfico de Tiempo, Mariano Vega. 
Según el entorno familiar de Navarro, el enfermero estaba colaborando con un medio local y su esposa y su hijastro lo habían convencido para que se presentara ante la justicia de manera formal con una denuncia penal sobre el sistema de salud municipal, que recibe financiamiento del Estado provincial y es duramente cuestionado por su inequidad, ya que desatiende a los pobres y beneficia con cápitas especiales a las obras sociales y a los sindicatos aliados de Cariglino.
En este marco, vale recordar también que la dudosa muerte de Navarro –un empleado de la salud– sucedió en el mismo lugar donde los familiares de los niños fallecidos por presunta mala praxis en el Hospital Claudio Zin fueron amenazados y agredidos por el propio Cariglino.
"Nadie puede cuestionar nuestro sistema de salud  porque está financiado por la ley de coparticipación provincial y nadie tiene derecho a decirnos cómo aplicar esos recursos", espetó el intendente ante los padres de los niños fallecidos. Poco antes había admitido conocer a los atacantes de los periodistas. "Quizás yo conozca a algunos de los miembros de la patota que actuó ese día o quizás ellos me conozcan a mí, porque soy el intendente y trato de hablar con todos los vecinos", dijo Cariglino, el martes. 
Al cierre de esta edición, no faltaban sectores interesados en tratar de presentar el asesinato de Navarro como un hecho típico de "inseguridad", pese a que la policía del distrito fue apartada de la investigación. La DDI de San Isidro quedó a cargo de las primeras actuaciones, porque la fiscal sospecha que el intendente tendría fuertes lazos con sectores residuales de la Bonaerense en la zona. Y una fuerza federal, la Gendarmería Nacional, custodia la casa y la vida de la familia de Navarro. Un trabajador que se animó a preguntar sobre un negocio espurio y millonario. «

Informe: Federico Trofelli

casos de mala praxis
El Hospital Claudio Zin de Malvinas Argentinas acumula numerosas denuncias por mala praxis. Muchas de ellas incluso derivaron en la muerte de los pacientes.
Tal es el caso de Melani, una beba de apenas seis meses que murió a causa de una infección en las vías respiratorias a la que nadie prestó atención. Oscar Bugliolo es el padre de Gisella, quien murió en septiembre de 2004 tras una infección provocada porque nunca se le practicó una de las maniobras básicas en cualquier parto: retirar la placenta del útero tras el nacimiento. Gisella murió de una infección.
En tanto Celeste Morales fue el último caso de trascendencia mediática.  La niña de tan sólo siete años de edad iba a ser sometida a una operación de baja complejidad, la extracción de un quiste benigno en el cuello que no suponía, según decían los médicos, ningún cuidado posterior. La familia de Celeste, que murió tras varios días de agonía denunció que sufrieron fuertes presiones para que autorizaran la donación de órganos, suponen, para esconder evidencias de la mala praxis que le causó la muerte. El caso de Celeste fue el que desencadenó las protestas frente al hospital y el ataque de la patota de Cariglino a periodistas.

trabajo esforzado y compromiso
Walter Navarro vivía hace décadas en el partido de Malvinas Argentinas. Junto a su mujer tuvo tres hijos. A Gerónimo, su hijastro, lo crió desde los ocho años y le enseñó el valor del compromiso social y el trabajo esforzado.
Walter trabajó como enfermero en una oficina de becas del municipio y como no estaba conforme con el sueldo renunció y ocupó un puesto en una clínica privada.
Antes de ser asesinado, se desempeñaba como enfermero de Neonatología del Hospital Eva Perón que funciona en el mismo ámbito que el Hospital Claudio Zin, donde varias familias de niños fallecidos denunciaron mala praxis y desidia en el tratamiento médico a los sectores desposeídos.

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