domingo, 23 de junio de 2013

Avances tecnológicos

Cuando los avances tecnológicos y cibernéticos se convierten en una desventaja

La nueva tecnología también puede complicar la vida diaria

Hay quienes sostienen que las fotografías arruinaron los viajes, porque todo se mira a través de la cámara. O que por la ayuda de Google se pierde la gracia de explorar. Facebook, Twitter y WhatsApp, ventanas a la indiscreción.


Que la tecnología comunicacional hizo más fácil la vida de quienes la utilizan, no es una novedad. Poder hablar con la misma inmediatez con un vecino y con una persona que reside en la otra punta del planisferio es sin dudas un avance, al igual que lo es el acceso a toda la información que circula por lo que los entendidos llaman "la nube". El inconveniente puede surgir cuando todos esos recursos se transforman en objetivos, en lugar de funcionar como medios, o cuando se convierten en el único recurso posible para recibir la atención del otro. Aunque, a veces, eso tampoco alcanza.
 
EJEMPLO Nº 1. "Las fotografías han arruinado los viajes". La sentencia es de James Durston, productor senior de la sección Viajes de la cadena CNN y aficionado a la fotografía. En un texto reciente, el viajero asegura que sacar fotos durante un paseo puede resultar "una amenaza a la memoria". ¿Por qué? "Estaba buceando en Tailandia cuando un tiburón ballena apareció de la nada. Con mi cámara submarina le saqué todas las fotos que pude mientras aguanté mi respiración y luego salí del agua para festejar esta experiencia única. Mientras miraba las más de cien fotos que había sacado me di cuenta de que eran lo único que tenía. Mis memorias están enmarcadas en la pequeña pantalla de mi cámara. En ningún momento miré al animal con mis propios ojos. El problema es mucho más grave que una pequeña adicción a las cámaras. La era tecnológica nos ha atrapado", describe.
Y no es ese el único problema que enfrentan los viajeros ante su cámara de fotos. "Quiero tener impresas las imágenes de mis viajes pero hasta ahora lo único que tengo son archivos de computadora con miles de fotos cada uno", se lamenta Alicia Duras, al ver el presupuesto que hoy le implicaría imprimir todos los retratos.
"En lugar de ponerme a elegir minuciosamente, termino por dejarlas en la máquina y no las miro nunca. Lo que tenían de bueno los rollos era que podían sacar una cantidad limitada", recuerda con nostalgia. Las enormes memorias de los nuevos dispositivos pasan, entonces, a ser parte del problema. 
El productor de CNN subraya otro cambio tecnológico en los viajes: "Hace poco más de una década, no teníamos a Google para indicarnos dónde está el restaurante más cercano. No había tecnología satelital para conectarte a través del teléfono, con una computadora, un cajero y un hotel. Cuando las personas viajaban, bajaban del avión y exploraban. Le preguntaban a la gente, gente real, adónde salir para pasar una buena noche y no a una mujer robot dentro de sus teléfonos. Las búsquedas en Internet han dejado de ser el último recurso para convertirse en la primera opción, un atajo que, por lo menos a los viajeros, nos lleva al final y nos saltea el recorrido. Es el destino sin el viaje", dice, y propone: "El desafío: perderse. En serio."
EJEMPLO Nº 2. Samanta le contesta poco a Federico, su festejante, porque cree que él "es un pesado". Él la saluda en el chat de WhatsApp. Ella no quiere ser descortés pero trata de evadirlo, le dice que está cansada, que se va a dormir. Se lo dice a las 0:16 y así figura en el celular de Federico. Él se queda mirando el teléfono, lamentándose por su desdicha. Se olvida un rato, y enseguida vuelve a pispear. Y de repente hay movimiento. Al lado del nombre de Samanta, figura la última vez que ella manda un mensaje. "0:30", dice ahora. Pero ese mensaje no es para él. "0:45", dirá más tarde, y Federico se empieza a angustiar. "2:25", es su última conexión, y Federico no quiere perder las esperanzas. La ve conectada por Facebook y aprovecha: "Al final te desvelaste", le escribe para romper el hielo. Empieza a escribir otra frase. Se arrepiente. Se da cuenta de que, si Samanta está del otro lado, ya se enteró de su arrepentimiento porque el chat se lo informó. Nunca recibe respuesta de ella, pero sí ve un aviso de la red social, que le indica que Samanta ya leyó su mensaje. Aunque Facebook no se lo explique, Federico entiende que ya no volverán a hablarse. "Prefería que me lo dijera ella", reconoce y se cuestiona: "Quizás estoy haciendo un mal uso de la tecnología".
EJEMPLO Nº 3. Constanza Rosselli no sabe qué hacer para que su hija Abril se vaya a dormir. La niña está instalada en otro sector de la casa, atenta a su iPod, mirando noticias del exterior. No le da bolilla. Constanza tiene una idea. Agarra el celular y escribe en el muro de Facebook de su hija: "Cortala de leer autopsias de los muertos en Disney. ¡A la cama, te notifico por este medio porque veo que es el que mejor entendés, querida mía!" Consigue la atención de Abril: "Jajaja. Bueno, me voy a soñar con Disney." La madre refuerza: "Eso espero chiquita." Minutos más tarde, Abril estaba acostada en su cama, con la luz apagada. "Hay que hablarles en su idioma", sugiere Constanza, orgullosa de su triunfo. 
EJEMPLO Nº 4 Y FINAL. Él y ella no se siguen por Twitter, pero se conocen bien. No se sabe con exactitud por qué no se siguen, pero todos los días, sin excepción, se meten en la red social del pajarito a leer lo que escribió el otro. Creen que así se van a enterar de algo. Suponen que detrás de la crítica de un programa de televisión, o el comentario pasajero de un momento del día, el otro está mandando un mensaje, haciendo un guiño. Algunas veces se enteran de algún dato, del estilo de qué comió el otro en la cena. La mayor parte del tiempo, todo es especulación.
Las redes sociales, los nuevos y viejos chiches tecnológicos, la tecnología en general, son inventos de plena utilidad para resolver asuntos de trabajo, organizar encuentros entre amigos, unir a dos personas o preservar recuerdos emotivos. Quizás porque son manejados por seres humanos, del mismo modo también pueden complicar temas laborales, desencontrar amigos, contribuir a que la discusión de pareja no se termine nunca o hacer que los recuerdos sólo hayan quedado registrados a través de la lente de una cámara de fotos.  «
 
 
Datos que van a las empresas
Diez días atrás, en la web del diario inglés The Economist, se publicó una columna titulada "¿Debe el gobierno saber menos que Google?", y trata de responder esa pregunta a partir de lo que hizo Edward Snowden, responsable de las filtraciones sobre programas de espionaje masivo implementado por distintas agencias estadounidenses. El autor analiza: "Los servidores de Google han estado leyendo el contenido de los correos electrónicos de los usuarios de Gmail (…) Google sabe lo que has estado viendo y escribiendo en Internet, y se complace en vender este conocimiento a las empresas de terceros que están en busca de los consumidores como usted."
 
 

1 comentario:

avances tecnologicos dijo...

Lamentablemente la tecnología puede causar problemas, pero en el fondo es una herramienta como podría ser un cuchillo, que podemos utilizarlo para cortar la carne o para dañar a alguien. De la misma forma la tecnología tiene posibilidades muy positivas, o muy negativas dependiendo de las personas.
Saludos