sábado, 29 de marzo de 2014

EL PUEBLO GITANO

 

Suecia admite que durante 100 años marginó y esterilizó al pueblo gitano

El Gobierno reconoce 100 años de persecución y robos de niños

 por Ana Carbajosa y Miguel Mora

A lo largo del último siglo, Suecia esterilizó, persiguió, arrebató niños y prohibió la entrada en el país a los gitanos; y las personas de esa minoría étnica fueron tratadas durante décadas por el Estado como “incapacitados sociales”. Estos anuncios no los ha hecho una ONG militante. Es el relato del Gobierno conservador sueco, que en un gesto inédito en Europa, tanto por su honestidad intelectual como por la amplitud del respeto a la verdad, se ha decidido a mirar atrás y a rebuscar en sus archivos más oscuros.
La idea es saldar cuentas con el pasado para tratar de mejorar el presente: “La situación que viven los gitanos hoy tiene que ver con la discriminación histórica a la que han estado sometidos”, afirma el llamado Libro Blanco, que ha sido presentado esta semana en Estocolmo, y en el que se detallan los abusos cometidos con los gitanos a partir de 1900.
La coalición de centro-derecha vigila el ascenso de la extrema derecha
El ministro de Integración, Erik Ullenhag, ha definido esas décadas de impunidad y racismo de Estado como “un periodo oscuro y vergonzoso de la historia sueca”. Sus palabras han coincidido con un episodio que ilustra la situación actual: el miércoles, una de las mujeres gitanas invitadas a dar su testimonio vio cómo el personal del hotel Sheraton le prohibía la entrada al desayuno.
Los abusos históricos, señala el Libro Blanco, siguieron un patrón inventado hace siglos por las monarquías europeas: comenzaron con los censos que elaboraron organismos oficiales como el Instituto para Biología Racial o la Comisión para la Salud y el Bienestar, que identificaron a los gitanos que habitaban en el país. Los primeros documentos oficiales describían a los gitanos como “grupos indeseables para la sociedad” y como “una carga”. Entre 1934 y 1974, el Estado prescribió a las mujeres gitanas la esterilización apelando al “interés de las políticas de población”, como hizo Australia con los aborígenes. No hay cifras de víctimas, pero en el Ministerio de Integración explican que una de cada cuatro familias consultadas conoce algún caso de abortos forzosos y esterilización. Los organismos oficiales se hicieron con la custodia de niños gitanos que arrancaban a sus familias. El estudio tampoco ofrece datos sobre esta costumbre, pero Sophia Metelius, asesora política del ministerio, explica que se trataba de “una práctica sistemática”, sobre todo en invierno.
Estocolmo admite que prohibió entrar a los gitanos en Suecia hasta 1964, pese a que se conocía la suerte que había corrido la minoría bajo la expansión nazi: los expertos calculan que al menos 600.000 romaníes y sintis fueron exterminados en el Porrajmos, La Devoración en calé, a manos del régimen hitleriano y otros afines.
El Libro Blanco detalla los ayuntamientos suecos que prohibieron asentarse de forma permanente a los gitanos, y recuerda que los niños eran segregados en aulas especiales y que se les impedía acceder a los servicios sociales. “La idea era hacerles la vida imposible para que se fueran del país”, resume Metelius.
Algunas de estas prácticas suceden todavía en diversos países europeos, y la gitanofobia cabalga con fuerza en Francia, Gran Bretaña y Alemania. París desalojó en 2013 a más de 20.000 gitanos de sus chabolas. Berlín planea una ley para evitar que los migrantes rumanos y búlgaros —la mayoría, romaníes— sin trabajo se queden más de seis meses en el país.
La próxima semana, la Unión Europea celebrará una cumbre especial para evaluar la marcha de las políticas de integración de la minoría romaní. El panorama general es desolador, con picos de odio racial en Hungría, Eslovaquia y la República Checa.
En Suecia, un país de unos nueve millones y medio de habitantes, viven hoy más de 50.000 gitanos. De momento, las autoridades no contemplan la compensación a los familiares de las víctimas de abusos, aunque el Libro Blanco abre la puerta a las demandas. El Gobierno ha establecido la verdad histórica cruzando entrevistas personales con docenas de gitanos y los archivos oficiales. “No son revelaciones nuevas. Los gitanos llevan años contándonos estas historias, pero no se les hacía caso. Ahora, simplemente, hemos recopilado los documentos oficiales y los hemos cruzado con testimonios”, dice Sophia Metelius.
La coalición de centro-derecha vigila el fuerte ascenso en los sondeos de la extrema derecha (un 10% de intención de voto), y se ha propuesto combatir los mensajes xenófobos con una firme defensa de la tradición progresista sueca.
La aceptación masiva de refugiados sirios es una de las políticas con las que liberales y conservadores quieren demostrar que el catastrofismo populista no debe irremediablemente convertirse en profecía autocumplida. El reconocimiento de las salvajadas cometidas con los gitanos camina en esa misma dirección. La ironía es que el civilizado y tolerante norte no lo era tanto. La esperanza, que cunda ese infrecuente ejercicio de memoria y respeto.

domingo, 23 de marzo de 2014

Cómo lavaba su imagen la dictadura ante el mundo


por Gerardo Aranguren y Javier Borelli

Burson Marsteller (BM) sabía lo que tenía que decir para convencer a la Junta Militar. "Es de fundamental importancia que la Argentina empiece a hablar hoy con una sola voz ante el mundo. Y eso sólo puede ser logrado con un programa de comunicación minuciosamente controlado. "Así comienza el documento elaborado entre 1976 y 1977 por la famosa agencia publicitaria estadounidense y ofrecido como servicio a la dictadura argentina para contrarrestar las denuncias realizadas en el exterior sobre violaciones a los Derechos Humanos. En la propuesta de 34 páginas, un documento inédito al que tuvo acceso en exclusiva Tiempo Argentino, la compañía pone a disponibilidad de los militares sus oficinas en ocho países de América, Europa y Asia; ofrece contactos con periodistas y medios extranjeros; y sienta las bases del plan comunicacional implementado por la dictadura para combatir "la campaña internacional antigobierno financiada por la subversión". 
El informe titulado "Mejorando la imagen internacional de la Argentina", y publicado por primera vez a 38 años del golpe de Estado, comienza con un estudio de opinión encargado por Burson Marsteller en los ocho países en los que tenía filiales en el momento: Estados Unidos, Canadá, Japón, el Reino Unido, Bélgica, Holanda, México y Colombia. A partir de esa investigación señala que la palabra que mejor define la sensación de los extranjeros respecto del país es "cautela". Porque, si bien "ha generado respeto el éxito de la campaña argentina para eliminar el terrorismo de los izquierdistas y por restablecer el orden y la tranquilidad", al mismo tiempo "aquellos actos de terrorismo ilegal que provienen del extremo opuesto del espectro político han generado preocupación entre los amigos y han reforzado a los enemigos en materia de Derechos Humanos". Por eso, asegura, el país necesita una "nueva imagen" que construya sobre una palabra clave: "Estabilidad". Y para ello ofrece un plan de largo plazo, "que no se limite a uno o dos años", que lleve al gobierno y a la agencia a trabajar como una "unidad cohesionada" y que aproveche especialmente la oportunidad del Campeonato Mundial de Fútbol de 1978.
El documento fue descubierto gracias al trabajo de la Comisión de Relevamiento de la Memoria Histórica de la Cancillería que, desde 2011, bucea en los archivos oficiales en busca de pruebas sobre el accionar represivo.  El archivo, que hasta hace poco estaba juntando polvo en la Embajada de Washington, fue aportado por el Ministerio de Relaciones Exteriores al equipo de investigación del sitio de memoria que funcionará en el ex casino de oficiales de la ESMA, donde se reconstruyó el accionar represivo del Grupo de Tareas.
 
CANCILLERÍA PARALELA. Harold Burson y Bill Marsteller fusionaron sus empresas publicitarias y sus apellidos en 1953 para crear la agencia más grande en su tipo en Estados Unidos. A principios de los sesenta se transformó en la primera compañía estadounidense de relaciones públicas en abrir una sucursal en Europa y,  a mediados de esa década, comenzó a trabajar en la asesoría comunicacional para distintos jefes de Estado. Uno de sus primeros clientes fue el gobierno nigeriano, con el objetivo de refutar las acusaciones de genocidio que caían sobre esa administración durante la lucha independentista de Biafra, entre 1967 y 1970.
El "éxito" de aquella estrategia y la fama que la compañía había ganado a nivel mundial llamó la atención de la Junta Militar argentina que decidió solicitarle un plan para controlar su desprestigio. La agencia ofreció una estrategia que requería un trabajo codo a codo con el servicio exterior del país que, en la distribución de poderes entre las tres armas, había quedado para la Marina, comandada por el almirante Emilio Eduardo Massera.
En el documento elaborado por BM, la compañía ofrece monitorear la información sobre la Argentina en el exterior, dar asesoría permanente a las Embajadas, y organizar seminarios exclusivos bajo el título "Argentina, amigos y enemigos" destinados a diplomáticos y encargados de prensa de las delegaciones. Entre los temas a tratar en esos seminarios detallan: "Cómo responder a los pedidos de medios de comunicación escrita, radial y televisiva, cómo relacionarse con grupos locales, nacionales o internacionales, como Amnistía Internacional, que llevan adelante una campaña anti-Argentina; y cómo atraer la atención de hombres de negocios, inversores o periodistas deportivos" ante la proximidad en ese entonces del Mundial del '78.
Un cable enviado por la Embajada argentina en Washington el 17 de mayo de 1978 al Ministerio de Relaciones Exteriores prueba ese vínculo estrecho. El mensaje, firmado por el embajador Jorge Aja Espil, señala que la oficina de Burson Marsteller en esa ciudad había advertido de una acción de Amnistía Internacional en la ONU al día siguiente en la que se iba a denunciar al gobierno argentino. 
 
EL ROL DE LA PRENSA. El plan de trabajo de la agencia publicitaria define cuatro públicos objetivos sobre los que piensa distintas líneas de acción: los que influyen en el pensamiento, los que influyen en las inversiones, los que influyen sobre las decisiones de turismo, y el público en general. El primer "target" es al que dedica mayor espacio ya que allí se encuentra la relación con la prensa extranjera, su principal objetivo. Al respecto, BM propone invitar periodistas al país aunque distingue entre los "jerárquicos", que tienen peso en la línea editorial pero difícilmente escriban, y los "trabajadores", que seguramente estarán a cargo de la redacción de los artículos. Entre los medios propuestos por la agencia figuran el New York Times, el Washington Post, y Wall Street Journal, de EEUU; The Economist y The Times, del Reino Unido;  El Tiempo y El Espectador de Colombia; y el Excelsior de México. BM incluso avanza en una lista de periodistas a invitar, algunos de los cuales efectivamente llegaron a visitar el país (ver página 4).
Pero la estrategia para convencer a la prensa internacional no se limitaba a invitarlos a tener una "experiencia personal" en la Argentina, sino que se complementaba con la visita de editorialistas locales a sus países para que den su "testimonio". Según BM, antes de viajar al exterior los periodistas locales serían "profundamente instruidos y preparados para hablar sobre qué fue publicado afuera versus lo que realmente sucedió en el país". A propósito de ello, Abel Gilbert y Miguel Vitagliano cuentan en su libro El terror y la gloria que la periodista de Gente, Reneé Salas, "recorría las redacciones de Paris Match, L`Express, Le Point, Le Monde y Le Figaro 'para conocer las razones que los llevan a publicar notas contra la Argentina y qué argumentos tienen`¡".
 
EL MUNDIAL. La forma en que Argentina "elimina el terrorismo" es "el único problema que se interpone entre el gobierno de Videla y la aprobación del mundo libre", dice el informe de Burson Marsteller. Por eso, plantea, la Junta debe demostrar que combate el extremismo "sin infringir las libertades civiles básicas". Claro que, reconoce, "eso es más fácil decirlo que hacerlo". 
Nada mejor que el Campeonato Mundial de Fútbol de 1978 para persuadir a la prensa internacional. Pero para eso, advierte, es necesario revertir "el éxito parcial que ya consiguió el movimiento subversivo tanto dentro como fuera de Argentina (…) para que se reconsidere que el país sea sede". Para lograrlo, BM formula una serie de sugerencias: armar una convocatoria de medios en noviembre del '77 para mostrar cómo el país se prepara para el torneo y recoger sugerencias de los periodistas extranjeros, así como también para mostrar a famosos deportistas argentinos (menciona entre ellos a Fangio, Vilas y Monzón) que puedan probar que Argentina es un país deportivo. 
Estas sugerencias forman parte del señuelo que BM le mostró a la dictadura para conseguir otro contrato específico para la Copa del Mundo. Ese segundo plan se desplegó durante la visita que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) realizó al país en 1979. La nueva estrategia comunicacional hizo eje en una frase que quedaría en la historia: "Los argentinos somos derechos y humanos." «
 
 
Pruebas
Los estrategas de Burson Marsteller nunca pensaron que sus tácticas para influir sobre la imagen internacional de la Argentina quedarían expuestas por la diplomacia estadounidense. Sin embargo, entre los cables filtrados por WikiLeaks en abril de 2013 se puede observar cómo la agencia operó sobre Associated Press en septiembre de 1976 para conseguir que despache un artículo mencionando el apoyo del Ejecutivo estadounidense a la dictadura.
El cable enviado por el embajador Robert Hill el 23 de septiembre del '77 al Departamento de Estado asegura que no fue él quien dijo a la agencia de noticias que el gobierno de Gerald Ford respaldaba al país, "aunque el Congreso estaba preocupado por los Derechos Humanos”. Según pudieron averiguar, el que se hizo pasar por una "fuente cercana a Hill" fue Robert Benjamin, director de la oficina de Burson Marsteller en México, una empresa que, asegura, "tiene un contrato firmado con el gobierno argentino para hacer sus relaciones públicas". Cable:
 
 
Los pasos del programa
Celebridades y viajes 
La selección de personajes famosos para mostrar otra cara 
Para un impacto adicional en la difusión del mensaje prodictadura, el informe de Burson Marsteller (BM) propone "usar celebridades especialmente  seleccionadas y entrenadas para viajar por diferentes países y hablar sobre Argentina y qué ofrece el país a los turistas". La firma propuso como ejemplos al campeón mundial de boxeo Carlos Monzón y al piloto Juan Manuel Fangio, multicampeón de Fórmula 1, quien viajó junto al dictador Jorge Rafael Videla a Venezuela "como parte de ese plan", según aclara el informe. Fangio, el Premio Nobel Luis Federico Leloir y el presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes, Bonifacio del Carril, integraron la comitiva de la dictadura en Caracas que el 12 de mayo de 1977 acompañó el encuentro entre Videla y el presidente venezolano Carlos Andrés Pérez. "Las celebridades se reunirán con los agentes de la empresa locales antes de presentarse en los medios y estarán acompañados por ellos en todo el viaje", señala BM en el documento.
 
 
El poder de la TV 
Los testimonios que buscaban desacreditar las acusaciones
"Los estudios muestran que la gente cree lo que ve en televisión", asegura Burson Marsteller en la página 23 de la propuesta presentada a la Junta Militar. Por eso, sugiere la elaboración de una serie de audiovisuales de entre 30 minutos y una hora para ser mostrados en el exterior y para que estén a disposición de las embajadas argentinas. Algunos de estos films fueron hallados por la Comisión de Relevamiento de la Memoria Histórica de Cancillería en el archivo de la Embajada argentina en Canadá. Allí puede verse al presidente de Ford, Juan María Curar, diciendo que "los derechos humanos son respetados en la Argentina"; o al titular de la Asociación Argentina de Psiquiatras, Felipe Cia, quien asegura que "si hubo algún tipo de persecución fue porque esas personas estaban involucradas". También aparecen el fundador de la Universidad Católica Argentina, Octavio Derisi, el empresario Julio Werthein y el sindicalista de la UOM Capital, Rubén Marcos, entre otros.
 
 
Las "publinotas"
Los artículos pagos y la estrategia de "eliminar riesgos" 
Burson Marsteller propone a la dictadura pagar espacios publicitarios, una opción que "elimina el riesgo de que lectores influenciados se pierdan el mensaje". Anexado al informe de la empresa estadounidense, con fecha 28 de noviembre de 1978, figura una nota que se titula "Argentina. Nuevamente una gran nación". El artículo fue publicado en la revista US News & World Report con la aclaración de que se trata de una nota publicitaria."Ninguna gran nación del mundo debió confrontar con tan serios problemas y resolvió tantos como lo hizo Argentina", comienza el texto, que enumera entre esos problemas la recesión, la deuda externa, los secuestros, asesinatos y una "guerra de guerrillas abierta". La nota describe el golpe del 24 de marzo de 1976 como la asunción al poder de "preocupados líderes de las Fuerzas Armadas" con el objetivo de corregir la economía y el caos político y social. "Hoy, sólo dos años y medio después, Argentina está bien encaminada para convertirse de nuevo en una de las más importantes naciones de América latina y el mundo", señala el texto que aporta la dirección y teléfono de la Embajada argentina en Washington para obtener mayor información.  
 

jueves, 20 de marzo de 2014

Slavoj Zizek

Los manifestantes llevaban tres banderas: bosnia, serbia y croata.
Ira en Bosnia, pero esta vez la gente ve a través de las mentiras étnicas de sus dirigentes


The Guardian

Traducido para Rebelión por Germán leyens

Las ciudades ardían la semana pasada en Bosnia-Herzegovina. Todo comenzó en Tuzla, una ciudad con mayoría musulmana. A continuación las protestas se extendieron a la capital, Sarajevo, y a Zenica, pero también a Mostar, donde vive un gran segmento de la población croata y a Banja Luka, capital de la parte serbia de Bosnia. Miles de manifestantes iracundos ocuparon e incendiaron edificios gubernamentales. Aunque la situación se calmó posteriormente, sigue prevaleciendo una atmósfera de alta tensión.
Los eventos provocaron teorías conspirativas (por ejemplo, que el gobierno serbio había organizado las manifestaciones para derrocar a la dirigencia bosnia), pero pueden ser ignoradas sin temor a equivocarse ya que es obvio que, sea lo que sea lo que acecha, la desesperación de los manifestantes es auténtica. Uno se tienta a parafrasear la famosa frase de Mao Zedong; ¡hay caos en Bosnia, la situación es excelente!
¿Por qué? Porque las demandas de los manifestantes no podrían ser más simples –puestos de trabajo, la posibilidad de una vida decente, el fin de la corrupción – pero movilizaron a gente en Bosnia, un país que, en las últimas décadas, se ha convertido en sinónimo de una feroz limpieza étnica.

Hasta ahora, las únicas manifestaciones masivas en Bosnia y otros Estados post yugoslavos tuvieron que ver con pasiones étnicas o religiosas. A mediados de 2013, dos protestas públicas fueron organizadas en Croacia, un país en profunda crisis económica, con alto desempleo y un profundo sentido de desesperación: los sindicatos trataron de organizar un mitin en apoyo a los derechos de los trabajadores, mientras nacionalistas de derecha iniciaban un movimiento de protesta contra el uso de letras cirílicas en edificios públicos en ciudades con minoría serbia. La primera iniciativa atrajo a un par de cientos de personas a una plaza en Zagreb; la segunda movilizó a cientos de miles, como lo había hecho un anterior movimiento fundamentalista contra matrimonios del mismo sexo.
Croacia está lejos de ser una excepción: de los Balcanes a Escandinavia, de EE.UU. a Israel, de África central a India, amenaza una nueva Edad Oscura, con la explosión de pasiones étnicas y religiosas y el retroceso de los valores de la Ilustración. Esas pasiones acechaban en el trasfondo todo el tiempo, pero lo que es nuevo es la desvergüenza descarada de su exhibición.
¿Qué podemos hacer? Liberales de la tendencia dominante nos dicen que cuando los valores democráticos básicos son amenazados por fundamentalistas étnicos o religiosos, debemos unirnos todos tras la agenda liberal-democrática de tolerancia cultural, salvar lo que puede ser salvado y dejar a un lado los sueños de una transformación social más radical. Nuestra tarea, se nos dice, es obvia: tenemos que elegir entre la libertad liberal y la opresión fundamentalista.
Sin embargo, cuando se nos hace triunfalmente una pregunta (puramente retórica) como “¿Quiere que las mujeres sean excluidas de la vida pública?” o “¿Quiere que todo crítico de la religión sea castigado con la pena de muerte?”, lo que debiera causar nuestra sorpresa es la misma auto-evidencia de la respuesta. El problema es que semejante universalismo liberal perdió hace tiempo su inocencia. El conflicto entre la permisividad liberal y el fundamentalismo es en última instancia un conflicto falso – un ciclo vicioso de dos polos que se generan y presuponen mutuamente.
Lo que Max Horkheimer dijo sobre el fascismo y el capitalismo en los años treinta (que los que no quieren hablar críticamente sobre el capitalismo también debieran guardar silencio sobre el fascismo) debería ser aplicado al fundamentalismo actual: los que no quieren hablar críticamente sobre la democracia liberal deberían también guardar silencio sobre el fundamentalismo religioso.
Como reacción a la caracterización del marxismo como “Islam del Siglo XX”, Jean-Pierre Taguieff escribió que el Islam se estaba convirtiendo en “el marxismo del Siglo XXI”, prolongando, después de la decadencia del comunismo, su violento anti-capitalismo.
Sin embargo, se puede decir que las recientes vicisitudes del fundamentalismo musulmán confirman la antigua idea de Walter Benjamin's de que “cada ascenso del fascismo da testimonio de una revolución fallida”. El ascenso del fascismo es, en otras palabras, tanto el fracaso de la izquierda, y simultáneamente la prueba de que existía un potencial revolucionario, un descontento, que la izquierda no logró movilizar. ¿Y no vale lo mismo para el actual así llamado “islamo-fascismo”? ¿No es el ascenso del islamismo radical exactamente correlativo a la desaparición de la izquierda secular en países musulmanes?

Cuando Afganistán es presentado como el supremo país fundamentalista islámico, ¿quién recuerda que hace 40 años era un país con una fuerte tradición secular, incluyendo un poderoso Partido Comunista que tomó el poder independientemente de la Unión Soviética?
En este contexto se deben comprender los últimos eventos en Bosnia. En una de las fotos de las protestas, vemos a los manifestantes agitando tres banderas una al lado de la otra: bosnia, serbia, croata, expresando la voluntad de ignorar diferencias étnicas. En breve, estamos ante una rebelión contra elites nacionalistas: el pueblo de Bosnia ha terminado por comprender quién es su verdadero enemigo: no otros grupos étnicos, sino sus propios dirigentes que pretenden protegerlos de otros. Es como si la antigua y muy abusada consigna titoista de la “hermandad y unidad” de las naciones yugoslavas adquiriera nueva actualidad.
Uno de los objetivos de los manifestantes era la administración de la UE que supervisa el Estado bosnio, imponiendo la paz entre las tres naciones y suministrando una ayuda financiera significativa para permitir que funcione el Estado. Esto puede parecer sorprendente, ya que los objetivos de los manifestantes son nominalmente los mismos que los de Bruselas: prosperidad y el fin de las tensiones étnicas y la corrupción. Sin embargo, la manera como la UE gobierna efectivamente Bosnia afianza las particiones: trata con las elites nacionalistas como sus socios privilegiados, mediando entre ellas.
Lo que confirma el estallido bosnio es que no se puede superar genuinamente pasiones étnicas imponiendo una agenda liberal: lo que unió a los manifestantes es una demanda radical de justicia. El paso más cercano y más difícil hubiera sido organizar las protestas en un nuevo movimiento social que ignore las divisiones étnicas, y organizar más protestas, ¿es posible imaginar una escena de bosnios y serbios exasperados manifestando juntos en Sarajevo?
Incluso si las manifestaciones pierden gradualmente su poder, seguirán siendo una breve chispa de esperanza, algo como soldados enemigos fraternizando a través de las trincheras en la Primera Guerra Mundial. Los eventos auténticamente emancipadores siempre involucran que se ignoren de esa manera las identidades particulares.
Y lo mismo vale para la reciente visita de las dos miembros de Pussy Riot en Nueva York: en una gran función de gala, fueron introducidos por Madonna en presencia de Bob Geldof, Richard Gere, etc.: la usual banda de los derechos humanos. Lo que debieran haber hecho allí es expresar su solidaridad con Edward Snowden, afirmar que Pussy Riot y Snowden forman parte del mismo movimiento global. Sin gestos semejantes, que unan lo que, en nuestra experiencia ideológica ordinaria, parece incompatible (Musulmanes, serbios y croatas en Bosnia; secularistas turcos y musulmanes anti-capitalistas en Turquía, etc.), los movimientos de protesta serán siempre manipulados por una superpotencia en su lucha contra otra.

Fuente: http://www.theguardian.com/commentisfree/2014/feb/10/anger-bosnia-ethnic-lies-protesters-bosnian-serb-croat/print  

viernes, 14 de marzo de 2014

Más sobre la formación académica

 
 
 
 
El lingüista estadounidense Noam Chomsky habla sobre el modelo empresarial en la educación superior
"El neoliberalismo tomó por asalto a las universidades"

El Espectador


El lingüista, filósofo y activista estadounidense habla sobre la manera como el modelo empresarial en el que se inscriben las instituciones de educación superior precariza la calidad de la enseñanza y el aprendizaje.
Contratos inestables, profesores temporales, flexibilización laboral, sobrecarga de trabajo, salarios injustos, escasa participación de la comunidad universitaria en la toma de decisiones, aumento de puestos administrativos y burocráticos, autoritarismo y exclusión, jóvenes sometidos a la presión de los créditos y las deudas, cursos superfluos, precios cada vez elevados, estudiantes que se limitan a tomar apuntes y a recitarlos de manera literal a la hora de la evaluación. “Todo esto sucede cuando las universidades se convierten en empresas, como ha venido ocurriendo durante las últimas décadas, cuando el neoliberalismo ha ido tomando por asalto cada una de las dimensiones de la vida”, dijo Noam Chomsky durante una reunión del Sindicato Universitario de Pittsburgh, Estados Unidos, en la que participó vía Skype.
Durante el encuentro, el lingüista, filósofo y activista estadounidense realizó una serie de observaciones sobre la manera como el modelo empresarial en el que tienden a inscribirse las instituciones de educación superior precariza la calidad de la enseñanza y el aprendizaje y reproduce “dinámicas autoritarias” indeseables para las sociedades actuales.

A continuación, algunas de sus apreciaciones:
“La estabilidad laboral de los profesores pende de un hilo".
La contratación temporal o por hora cátedra de los profesores es, para Chomsky, la reproducción de la lógica que rige el mundo de los negocios en la actualidad. “Es lo mismo que la contratación de temporales en la industria, aquellos que Wall Mart tilda como ‘asociados’: empleados sin derechos sociales ni cobertura sanitaria”, anotó el filósofo durante el encuentro. “La contratación de trabajadores temporales se ha disparado en el período neoliberal y en la universidad estamos asistiendo al mismo fenómeno”, agregó.
De acuerdo con Chomsky, aquellas universidades que avanzan por la vía empresarial, no hacen sino imponer la precariedad académica como único destino posible de la educación. “Cómo se afecta la calidad cuando los profesores no tienen estabilidad laboral: se convierten en trabajadores temporales, sobrecargados de tareas, con salarios baratos, sometidos a las burocracias administrativas y a los eternos concursos para conseguir una plaza permanente”, señaló.

“Los puestos administrativos y burocráticos en exceso son una suerte de despilfarro económico”
No crece el número de profesores, tampoco lo hace el de estudiantes, pero existe un acelerado aumento de “estratos administrativos y burocráticos dentro de las instituciones de educación superior, un aspecto que resulta bastante familiar a la industria privada”, manifestó el activista. “Los decanos, por ejemplo, se han convertido en todos unos burócratas que necesitan de vicedecanos, asistentes y secretarias”, ejemplificó.
“Los créditos de estudio sirven para adoctrinar a los estudiantes”
“Para el sector empresarial, el activismo estudiantil (feminista, ambientalista, antibelicista, etc.) es la prueba de que los jóvenes no están correctamente adoctrinados”, afirmó Chomsky. A su parecer, uno de los mejores métodos de adoctrinamiento ha sido el de los préstamos con los que los estudiantes financian sus carreras. “La deuda estudiantil es una trampa de la que los jóvenes no podrán salir en mucho tiempo. Los créditos funcionan como una carga que les obliga a alejarse de otros asuntos”, dijo. “Tal vez no surgieron con ese propósito, pero desde luego tienen ese efecto”, precisó.
Otra técnica de adoctrinamiento es, según Chomsky, la ausencia de vínculos profundos entre los docentes y los estudiantes, cuyas relaciones son cada vez más frías y superfluas. “Salones y clases grandes, profesores temporales, educación escasamente personalizada. Es muy similar a lo que uno espera que ocurra en una fábrica, en la que los trabajadores poco o nada tienen que ver en la organización de la producción o en la determinación del funcionamiento de la planta de trabajo, eso es cosa de ejecutivos. Igual sucede con los estudiantes”, aseveró.
“La participación directa de la comunidad universitaria en la toma de decisiones es legítima y útil”
Para el filósofo, en el pasado las cosas eran distintas y en ciertos sentidos mejores, pero distaban mucho de ser perfectas. “Las universidades tradicionales eran por ejemplo, extremadamente jerárquicas, con muy poca participación democrática en la toma de decisiones”. En ese sentido, hizo un llamado de atención sobre la necesidad de ampliar la democracia universitaria. “Debemos promover una institución democrática en la que la comunidad (profesores, estudiantes, personal no docente) participan en la determinación de la naturaleza de la universidad y de su funcionamiento”, manifestó.

 


“Hace falta enseñar a pensar”
De acuerdo con Chomsky, la educación, de cualquier nivel, debe hacer todo lo posible para que los estudiantes adquieran la capacidad de inquirir, crear, innovar y desafiar. “Queremos profesores y estudiantes comprometidos en actividades que resulten satisfactorias, disfrutables, desafiantes, apasionantes. Yo no creo que sea tan difícil”.
“En un seminario universitario razonable, no esperas que los estudiantes tomen apuntes literales y repitan todo lo que tú digas; lo que esperas es que te digan si te equivocas, o que vengan con nuevas ideas, que abran caminos que no habían sido pensados antes. Eso es lo que es la educación en todos los niveles”, concluyó.


Fuente: http://www.elespectador.com/noticias/educacion/el-neoliberalismo-tomo-asalto-universidades-noam-chomsk-articulo-480438

sábado, 8 de marzo de 2014

La sociedad femicida


Las cifras del horror

El número indica que en la Argentina ocurre un femicidio cada 30 horas, según un estudio de La Casa del Encuentro. Los datos fueron difundidos en el marco del Día de la Mujer, que se conmemora mañana. Las muertes de esas mujeres dejaron 405 chicos y chicas huérfanos. De las víctimas, 19 eran adolescentes: tenían entre 13 y 18 años.
por Mariana Carabajal
Casi trescientas mujeres fueron asesinadas en el país durante 2013 como consecuencia de la violencia de género. En otras palabras: se registró un femicidio cada 30 horas. La cifra creció un 16 por ciento en relación con el año anterior. Es el número más alto de los últimos seis años, destacó, con dolor, Ada Beatriz Rico, directora del Observatorio de Femicidios en la Argentina que lleva adelante La Casa del Encuentro, al presentar ayer en el Centro de Información de Naciones Unidas (CINU) las últimas estadísticas. “Los números no son sólo números. Son historias de vida”, apuntó Fabiana Tuñez, titular de la ONG, para darle cierta humanidad a tanto espanto. La expresión más extrema de la violencia hacia las mujeres dejó en el último año 405 chicos y chicas huérfanos, la amplia mayoría de ellos menores de edad. “Son las víctimas colaterales del femicidio”, agregó Rico. La entidad anunció que impulsará un proyecto de ley para quitarle la patria potestad a los femicidas cuando tienen hijos en común con la víctima, y contó como caso testigo el de una niña de siete años, hija de una joven asesinada por su esposo en 2008, que es obligada por la Justicia de Jujuy a ver dos veces por semana a su padre y asesino de su mamá.
El informe fue presentado ayer en el CINU. Su titular, David Smith, fue el anfitrión y destacó la importancia de que los medios de comunicación se ocupen del tema. Además, leyó el mensaje del secretario general de la ONU, en conmemoración del Día Internacional de la Mujer, que se recuerda mañana (ver aparte). Del panel participó también la titular del Programa contra la Violencia Doméstica de la Fundación Avon, Sabrina Landoni, entidad que viene apoyando el trabajo de La Casa del Encuentro, entre otras actividades que lleva adelante para concientizar sobre esta problemática. Al cierre, se refirieron al tema los padres de Wanda Taddei, por cuyo femicidio fue condenado a prisión perpetua su esposo y ex baterista de Callejeros Eduardo Vázquez, y Lola, la madre de otra joven, Liliana Garabedian, cuyo cuerpo apareció sin vida en diciembre de 2010, en las afueras de la ciudad de Catamarca, sin que haya hasta el momento ningún imputado por el caso. La familia sospecha que pudo haber sido su esposo y padre de sus dos hijos, el autor del hecho (ver aparte).
Algunos de los datos que aporta el relevamiento de La Casa del Encuentro son:
- En total se registraron 295 femicidios en 2013, un 16 por ciento más que el año anterior.
- El 63 por ciento fueron perpetrados por esposos, parejas, novios o amantes (38 por ciento) y ex parejas o ex novios (25 por ciento), una proporción que se mantiene en relación con otros años. En el resto de los hechos, los sospechosos o autores son otros familiares, vecinos o personas sin vínculo aparente con la víctima.
- El 16 por ciento de las víctimas había hecho la denuncia contra quien luego la asesina, o había obtenido en la Justicia una medida de prohibición de acercamiento o de exclusión de hogar para el agresor.
- El lugar más peligroso sigue resultando el propio hogar más que la vía pública para las víctimas de violencia de género: el 52 por ciento de las víctimas fue asesinada en la vivienda que compartía con el agresor (79 casos) o en la de ella (79 casos).
- La mayor proporción fue baleada (83 casos), apuñalada (64 casos), golpeada (37 casos), estrangulada (28 casos) o incinerada (17 casos, dos casos menos que en 2012).
- 19 víctimas eran adolescentes: tenían entre 13 y 18 años.
- 11 víctimas estaban embarazadas.
- Un femicidio se produjo en una cárcel, durante una “visita íntima”.
- En 15 casos el autor o principal sospechoso del femicidio era integrante o ex miembro de fuerzas de seguridad.
- En 27 casos había además presunción de abuso sexual.
- Cuatro víctimas pertenecían a pueblos originarios, y en sus casos hubo abuso sexual seguido de muerte.
- La provincia de Buenos Aires, por su densidad de población, reúne la mayor cantidad de femicidios: 89; le siguen Córdoba, 31; Santa Fe, 28, Salta y Chaco, con 16.
- En el conurbano, San Martín encabeza los partidos con mayor cantidad de femicidios: en total el observatorio registró 6 en 2013. En La Matanza, Lomas de Zamora y General Pueyrredón, 5.
“Lo que vemos es que cuando la mujer hace la denuncia queda sola. Falta garantizar el acceso a Justicia, con funcionarios judiciales especializados. Otro problema que observamos es que a las mujeres no se las informa sobre qué pueden hacer, se la sigue menospreciando en el ámbito de los tribunales, cuando van a denunciar”, opinó Tuñez, en diálogo con Página/12. De los 295 femicidios, 32 de las víctimas habían realizado previamente una denuncia contra quien luego termina matándolas; 14 habían obtenido en la Justicia medidas de exclusión del hogar del agresor o prohibición de acercamiento, cifras similares a las registradas en el informe de 2012.
El Observatorio de Femicidios lleva el nombre de Adriana Marisel Zambrano, asesinada a golpes en 2008 cuando tenía 28 años en la localidad jujeña de Palpalá por su pareja, Juan Manuel Alejandro Zerda, quien fue condenado por el hecho “por homicidio preterintencional” a sólo cinco años de cárcel. Es decir, la Justicia consideró que no tuvo intención de matarla, aunque la molió a palos. Zerda ya recuperó la libertad. Y la hija que tuvo con Zambrano, y que tenía apenas nueve meses de vida cuando la joven fue muerta, está siendo obligada por la Justicia a ver al asesino de su madre dos veces por semana, contó Tuñez. Este es un caso testigo que presentó ayer La Casa del Encuentro al fundamentar un proyecto de ley para quitar la patria potestad a los femicidas. “No es un proyecto cerrado. Queremos que diputadas y diputados lo tomen para discutir el tema”, apuntó Tuñez. No fue el único reclamo de la entidad. Junto con las estadísticas presentó un petitorio con un abanico de medidas que apuntan a mejorar el abordaje del problema de la violencia hacia las mujeres: entre otras, estadísticas oficiales, mayor presupuesto para dar respuesta a las víctimas, que en la reforma al Código Penal no se quite el agravante por violencia de género y la incorporación en todas las currículas educativas de los diferentes niveles de la temática de violencia sexista (ver aparte).
El relevamiento de entidad registra los femicidios publicados en agencias informativas y más de 120 diarios y portales de noticias del país, desde 2008, justamente ante la falta de estadísticas oficiales. Contabiliza los homicidios de mujeres por razón de género, es decir, casos que no tienen que ver con robos, secuestros u otras situaciones de la llamada “inseguridad” urbana. “Es nuestro aporte para que algún día ninguna mujer pierda la vida por el hecho de ser mujer”, indicó Rico. “Sabemos que no es una estadística oficial. Pero es un piso para saber dónde estamos”, aclaró Tuñez. “Debemos entender que la violencia de género es un tema de agenda prioritaria”, indicó. Su erradicación, agregó, “no sólo tiene que ver con la vida de las mujeres. Tiene que ver con una democracia más justa, más igualitaria, sin violencia sexista”.
En 2012, el observatorio había registrado 255 femicidios; 282 en 2011, 260 en 2010, y en 2009, 231 (pero en ese año los medios relevados eran menos, sólo 43). En la mayoría de los casos, el principal sospechoso o imputado por el crimen siempre resulta el marido, novio o ex pareja de la víctima.

viernes, 7 de marzo de 2014

FEMICIDIOS

Durante el año pasado, una mujer fue asesinada en Argentina cada 30 horas

La ONG La Casa del Encuentro brindó un informe en la delegación porteña de Naciones Unidas en el que da cuenta de que en 2013 se cometieron 295 femicidios. Se trata de la cifra más alta registrada en los últimos seis años. 


Cada 30 horas una mujer es asesinada en nuestro país, ya que durante el año pasado se produjeron 295 femicidios, la mayoría de ellos cometidos por parejas o ex parejas de las mujeres y en las mismas casas de las víctimas, un crimen que dejó huérfanos a 405 niñas y niños, según reveló un informe de La Casa del Encuentro. El relevamiento de la ONG, presentado en la sede de Naciones Unidas en Buenos Aires, identificó que 39 hombres y niños murieron al quedar en la "línea de fuego" del femicida o fueron asesinados para "castigar" a las mujeres, lo que se denomina femicidio vinculado, cifra que se incluyó dentro del total de casos registrados, al monitorear noticias publicadas en 102 medios de comunicación del país y en las agencias de noticias Télam y DyN. 
Durante el acto, las titulares de la organización, Fabiana Tuñez y Ada Rico, propusieron que el Congreso Nacional sancione un proyecto de "Privación de Patria Potestad del padre condenado por homicidio agravado conforme al artículo 80 inciso 11 del Código Penal de la Nación Argentina de las hijas e hijos en común con la víctima", debido a que son reiterados los casos de femicidas condenados que solicitan la custodia de los niños que dejaron huérfanos, como el caso de la hija de Marisel Zambrano, una joven jujeña muerta en manos de José Zerda el 13 de julio de 2008, cuando la niña tenía nueve meses, y que ahora con seis años podría ir a vivir con su padre que la dejó al lado del cadáver de su mamá. Zerda "está haciendo un juicio a la familia de Marisel por la tenencia de la hija, mientras una jueza obliga a la nena a ver al femicida de su mamá dos veces por semana. Un caso emblemático", aseguró Ada Rico. 
El informe reveló que 186 homicidios de género fueron perpetrados por parejas o ex parejas de las mujeres, de las cuales 112 tenían entre 19 y 30 años. Además, un total de 83 mujeres fueron muertas con armas de fuego; 64 fueron apuñaladas, mientras 37 murieron por los golpes y 17 fueron incineradas. De las mujeres asesinadas, 11 estaban embarazadas, 32 habían realizado denuncias por malos tratos, 14 habían logrado órdenes de exclusión o restricción para los violentos, en tanto el registro identificó a dos mujeres trans entre las víctimas y a cuatro de ellas que eran de pueblos originarios. 
La investigación de la ONG revela que el hogar es el lugar más inseguro para las mujeres en situación de violencia, ya que 158 fueron asesinadas en el hogar que compartían con el femicida o en su vivienda propia. 
Algunos de los reclamos de la ONG son estadísticas oficiales, que no se quite el agravante por violencias de género en la reforma del Código Penal, un plan nacional para erradicar esta violación a los Derechos Humanos y oficinas de atención a víctimas en todas las provincias. "Es necesario considerar a la violencia sexista, como una cuestión política, social, cultural y de Derechos Humanos, de esta forma se podrá ver la grave situación que viven las mujeres, niñas y niños en la Argentina como una realidad colectiva por la que se debe actuar de manera inmediata", concluyeron Tuñez y Rico. «
 
 
Cifras
Del amor al odio
El informe reveló que 186 homicidios de género fueron perpetrados por parejas o ex parejas de las mujeres, de las que 112 tenían entre 19 y 30 años.
 
 
Violencia de género
La Defensora General de la Nación, Dra. Stella Maris Martínez, junto a integrantes de la Comisión sobre Temáticas de Género de ese organismo presentarán el próximo jueves el informe anual 2013 respecto del trabajo realizado por los servicios de asesoramiento y patrocinio gratuito y especializado a víctimas de violencia de género. 
Durante  2013,  las distintas oficinas de atención de la DGN recibieron 3446 consultas y atendieron 1492 casos de violencia de género en el ámbito familiar. En el 65% de los casos se otorgó patrocinio jurídico gratuito. 
En promedio, las oficinas recibieron mensualmente 287 casos, brindaron asesoramiento en 124 situaciones, y otorgaron 80 patrocinios al mes.
En su mayoría, las personas asistidas fueron mujeres (99%), jóvenes (77% entre 21 y 45 años), de nacionalidad argentina (66%) y madres (87%) con un promedio de 2 hijos a su cargo (93% de los casos).
La mitad de las asistidas por las distintas oficinas se encontraban en situaciones de violencia graves y urgentes, calificados por la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia (OVD) como de "riesgo alto o altísimo" (51%). Un 39% tenía "riesgo medio" y en una muy baja proporción llegaron casos evaluados como "bajo riesgo" o "sin riesgo".  Se ha  podido registrar que una de cada tres mujeres ha referido que los denunciados han incumplido las medidas de protección dictadas en los procesos de violencia y han padecido nuevas agresiones luego de la denuncia, lo que ha llevado a denunciar dicha situación en los expedientes y a solicitar nuevas prórrogas para lograr medidas de protección eficaces frente a la violencia.

martes, 4 de marzo de 2014

NOAM CHOMSKY sobre la formación académica

El trabajo académico, el asalto neoliberal a las universidades y cómo debería ser la educación superior



Lo que sigue es la traducción castellana de una transcripción editada en inglés de un conjunto de observaciones realizadas por Noam Chomsky vía Skype el pasado 4 de febrero para una reunión de afiliados y simpatizantes del sindicato universitario asociado a la Unión de Trabajadores del Acero (Adjunct Faculty Association of the United Steelworkers) en Pittsburgh, PA. Las manifestaciones del profesor Chomsky se produjeron en respuesta a preguntas de  Robin Clarke, Adam Davis, David Hoinski, Maria Somma, Robin J. Sowards, Matthew Ussia y Joshua Zelesnick. La transcripción escrita de las respuestas orales la realizó Robin J. Sowards y la edición y redacción corrió a cargo del propio Noam Chomsky.
Sobre la contratación temporal de profesores y la desaparición de la carrera académica


 

Eso es parte del modelo de negocio. Es lo mismo que la contratación de temporales en la industria o lo que los de Wall Mart llaman “asociados”, empleados sin derechos sociales ni cobertura sanitaria o de desempleo, a fin de reducir costes laborales e incrementar el servilismo laboral. Cuando las universidades se convierten en empresas, como ha venido ocurriendo harto sistemáticamente durante la última generación como parte de un asalto neoliberal general a la población, su modelo de negocio entraña que lo que importa es la línea de base. Los propietarios efectivos son los fiduciarios (o la legislatura, en el caso de las universidades públicas de los estados federados), y lo que quieren mantener los costos bajos y asegurarse de que el personal laboral es dócil y obediente. Y en substancia, la formas de hacer eso son los temporales. Así como la contratación de trabajadores temporales se ha disparado en el período neoliberal, en la universidad estamos asistiendo al mismo fenómeno. La idea es dividir a la sociedad en dos grupos. A uno de los grupos se le llama a veces “plutonomía” (un palabro usado por Citibank cuando hacía publicidad entre sus inversores sobre la mejor forma de invertir fondos), el sector en la cúspide de una riqueza global pero concentrada sobre todo en sitios como los EEUU. El otro grupo, el resto de la población, es un “precariado”, gentes que viven una existencia precaria.
Esa idea asoma de vez en cuando de forma abierta. Así, por ejemplo, cuando Alan Greenspan testificó ante el Congreso en 1997 sobre las maravillas de la economía que estaba dirigiendo, dijo redondamente que una de las bases de su éxito económico era que estaba imponiendo lo que él mismo llamó “una mayor inseguridad en los trabajadores”. Si los trabajadores están más inseguros, eso es muy “sano” para la sociedad, porque si los trabajadores están inseguros, no exigirán aumentos salariales, no irán a la huelga, no reclamarán derechos sociales: servirán a sus amos tan donosa como pasivamente. Y eso es óptimo para la salud económica de las grandes empresas. En su día, a todo el mundo le pareció muy razonable el comentario de Greenspan, a juzgar por la falta de reacciones y los aplausos registrados. Bueno, pues transfieran eso a las universidades: ¿cómo conseguir una mayor “inseguridad” de los trabajadores? Esencialmente, no garantizándoles el empleo, manteniendo a la gente pendiente de un hilo que puede cortarse en cualquier momento, de manera que mejor que estén con la boca cerrada, acepten salarios ínfimos y hagan su trabajo; y si por ventura se les permite servir bajo tan miserables condiciones durante un año más, que se den con un canto en los dientes y no pidan más. Esa es la manera como se consiguen sociedades eficientes y sanas desde el punto de vista de las empresas. Y en la medida en que las universidades avanzan por la vía de un modelo de negocio empresarial, la precariedad es exactamente lo que se impone. Y más que veremos en lo venidero.
Ese es un aspecto, pero otros aspectos que resultan también harto familiares en la industria privada: señaladamente, el aumento de estratos administrativos y burocráticos. Si tienes que controlar la gente, tienes que disponer de una fuerza administrativa que lo haga. Así, en la industria norteamericana más que en cualquier otra parte, se acumula estrato ad administrativo tras estrato administrativo: una suerte de despilfarro económico, pero útil para el control y la dominación. Y lo mismo vale para las universidades. En los pasados 30 0 40 años se ha registrado un aumento drástico en la proporción del personal administrativo en relación el profesorado y los estudiantes de las facultades: profesorado y estudiantes han mantenido la proporción entre ellos, pero la proporción de administrativos se ha disparado. Un conocido sociólogo, Benjamin Ginsberg, ha escrito un muy buen libro titulado The Fall of the Faculty: The Rise of the All-Administrative University and Why It Matters (Oxford University Press, 2011), en el que se describe con detalle el estilo empresarial de administración y niveles burocráticos multiplicados. Ni que decir tiene, con administradores profesionales más que bien pagados: los decanos, por ejemplo, que antes solían miembros de la facultad que dejaban la labor docente para servir como gestores con la idea de reintegrarse a la facultad al cabo de unos años. Ahora son todos profesionales, que tienen que contratar a vicedecanos, secretarios, etc., etc., toda la proliferación de estructura que va con los administradores. Todo eso es otro aspecto del modelo empresarial.
Pero servirse de trabajo barato –y vulnerable— es una práctica de negocio que se remonta a los inicios mismos de la empresa privada, y los sindicatos nacieron respondiendo a eso. En las universidades, trabajo barato, vulnerable, significa ayudantes y estudiantes graduados. Los estudiantes graduados son todavía más vulnerables, huelga decirlo, La idea es transferir la instrucción a trabajadores precarios, lo que mejora la disciplina y el control, pero también permite la transferencia de fondos a otros fines muy distintos de la educación. Los costos, claro está, los pagan los estudiantes y las gentes que se ven arrastradas a esos puestos de trabajo vulnerables. Pero es un rasgo típico de una sociedad dirigida por la mentalidad empresarial transferir los costos a la gente. Los economistas cooperan tácitamente en eso. Así, por ejemplo, imaginen que descubren un error en su cuenta corriente y llaman al banco para tratar de enmendarlo. Bueno, ya saben ustedes lo que pasa. Usted les llama por teléfono, y le sale un contestador automático con un mensaje grabado que le dice: “Le queremos mucho, y ahí tiene un menú”. Tal vez le menú ofrecido contiene lo que usted busca, tal vez no. Si acierta a elegir la opción ofrecida correcta, lo que escucha a continuación es una musiquita, y de rato en rato una voz que le dice: “Por favor, no se retire, estamos encantados de servirle”, y así por el estilo. Al final, transcurrido un buen tiempo, una voz humana a la que poder plantearle una breve cuestión. A eso los economistas le llaman “eficiencia”. Con medidas económicas, ese sistema reduce los costos laborales del banco; huelga decir que le carga los costos a usted, y esos costos han de multiplicarse por el número de usuarios, que puede ser enorme: pero eso no cuenta como coste en el cálculo económico. Y si miran ustedes cómo funciona la sociedad, encuentran eso por doquiera. Del mismo modo, la universidad impone costos a los estudiantes y a un personal docente que, además e tenerlo apartado de la carrera académica, se le mantiene en una condición que garantiza un porvenir sin seguridad. Todo eso resulta perfectamente natural en los modelos de negocio empresariales. Es nefasto para la educación, pero su objetivo no es la educación.
En efecto, si echamos una mirada más retrospectiva, la cosa se revela más profunda todavía. Cuando todo esto empezó, a comienzos de los 70, suscitaba mucha preocupación en todo el espectro político establecido el activismo de los 60, comúnmente conocidos como “la época de los líos”. Fue una “época de líos” porque el país se estaba civilizando [con las luchas por los derechos civiles], y eso siempre es peligroso. La gente se estaba politizando y se comprometía con la conquista de derechos para los grupos llamados “de intereses especiales”: las mujeres, los trabajadores, los campesinos, los jóvenes, los viejos, etc. Eso llevó a una grave reacción, conducida de forma prácticamente abierta. En el lado de la izquierda liberal del establishment, tenemos un libro llamado The Crisis of Democracy: Report on the Governability of Democracies to the Trilateral Commission, compilado por Michel Crozier, Samuel P. Huntington y Joji Watanuki (New York University Press, 1975) y patrocinado por la Comisión Trilateral una organización de liberales internacionalistas. Casi toda la administración Carter se reclutó entre sus filas. Estaban preocupados por lo que ellos llamaban la “crisis de la democracia” y que no dimanaba de otra cosa del exceso de democracia. En los 60 la población –los “intereses especiales” mencionados— presionaba para conquistar derechos dentro de la arena política, lo que se traducía en demasiada presión sobre el Estado: no podía ser. Había un interés especial que dejaban de lado, y es a saber: el del sector granempresarial; porque sus intereses coinciden con el “interés nacional”. Se supone que el sector graempresarial controla al Estado, de modo que no hay ni que hablar de sus intereses. Pero los “intereses especiales” causaban problemas, y estos caballeros llegaron a la conclusión de que “tenemos que tener más moderación en la democracia”: el público tenía que volver a ser pasivo y regresar a la apatía. De particular preocupación les resultaban las escuelas y las universidades, que, decían, no cumplían bien su tarea de “adoctrinar a los jóvenes” convenientemente: el activismo estudiantil –el movimiento de derechos civiles, el movimiento antibelicista, el movimiento feminista, los movimientos ambientalistas— probaba que los jóvenes no estaban correctamente adoctrinados.
Bien, ¿cómo adoctrinar a los jóvenes? Hay más de una forma. Una forma es cargarlos con deudas desesperadamente pesadas para sufragar sus estudios. La deuda es una trampa, especialmente la deuda estudiantil, que es enorme, mucho más grande que el volumen de deuda acumulada en las tarjetas de crédito. Es una trampa para el resto de su vida porque las leyes están diseñadas para que no puedan salir de ella. Si, digamos, una empresa incurre en demasiada deuda, puede declararse en quiebra. Pero si los estudiantes suspenden pagos, nunca podrán conseguir una tarjeta de la seguridad social. Es una técnica de disciplinamiento. No digo yo que eso se hiciera así con tal propósito, pero desde luego tiene ese efecto. Y resulta harto difícil de defender en términos económicos. Miren ustedes un poco lo que pasa por el mundo: la educación superior es en casi todas partes gratuita. En los países con los mejores niveles educativos, Finlandia (que anda en cabeza), pongamos por caso, la educación superior es pública y gratuita. Y en un país rico y exitoso como Alemania es pública y gratuita. En México, un país pobre que, sin embargo, tiene niveles de educación muy decentes si atendemos a las dificultades económicas a las que se enfrenta, es pública y gratuita. Pero miren lo que pasa en los EEUU: si nos remontamos a los 40 y los 50, la educación superior se acercaba mucho a la gratuidad. La Ley GI ofreció educación superior gratuita a una gran cantidad de gente que jamás habría podido acceder a la universidad. Fue muy bueno para ellos y fue muy bueno para la economía y para la sociedad; fue parte de las causas que explican la elevada tasa de crecimiento económico. Incluso en las entidades privadas, la educación llegó a ser prácticamente gratuita. Yo, por ejemplo: entré en la facultad en 1945, en una universidad de la Ivy League, la Universidad de Pensilvania, y la matrícula costaba 100 dólares. Eso serían unos 800 dólares de hoy. Y era muy fácil acceder a una beca, de modo que podías vivir en casa, trabajar e ir a la facultad, sin que te costara nada. Lo que ahora ocurre es ultrajante. Tengo nietos en la universidad que tienen que pagar la matrícula y trabajar, y es casi imposible. Para los estudiantes, eso es una técnica disciplinaria.
Y otra técnica de adoctrinamiento es cortar el contacto de los estudiantes con el personal docente: clases grandes, profesores temporales que, sobrecargados de tareas, apenas pueden vivir con un salario de ayudantes. Y puesto que no tienes seguridad en el puesto de trabajo, no puedes construir una carrera, no puedes irte a otro sitio y conseguir más. Todas esas son técnicas de disciplinamiento, de adoctrinamiento y de control. Y es muy similar a lo que uno espera que ocurra en una fábrica, en la que los trabajadores fabriles han de ser disciplinados, han de ser obedientes; y se supone que no deben desempeñar ningún papel en, digamos, la organización de la producción o en la determinación del funcionamiento de la planta de trabajo: eso es cosa de los ejecutivos. Esto se transfiere ahora a las universidades. Y yo creo que nadie que tenga algo de experiencia en la empresa privada y en la industria debería sorprenderse; así trabajan.
Sobre cómo debería ser la educación superior
Para empezar, deberíamos desechar toda idea de que alguna vez hubo una “edad de oro”. Las cosas eran distintas, y en ciertos sentidos, mejores en el pasado, pero distaban mucho de ser perfectas. Las universidades tradicionales eran, por ejemplo, extremadamente jerárquicas, con muy poca participación democrática en la toma de decisiones. Una parte del activismo de los 60 consistió en el intento de democratizar las universidades, de incorporar, digamos, a representantes estudiantiles a las juntas de facultad, de animar al personal no docente a participar. Esos esfuerzos se hicieron por iniciativa de los estudiantes, y no dejaron de tener cierto éxito. La mayoría de universidades disfrutan ahora de algún grado de participación estudiantil en las decisiones de las facultades. Y yo creo que ese es el tipo de cosas que deberíamos ahora seguir promoviendo: una institución democrática en la que la gente que está en la institución, cualquiera que sea (profesores ordinarios, estudiantes, personal no docente) participan en la determinación de la naturaleza de la institución y de su funcionamiento; y lo mismo vale para las fábricas.
No son estas ideas de izquierda radical, por cierto. Proceden directamente del liberalismo clásico. Si leéis, por ejemplo, a John Stuart Mill, una figura capital de la tradición liberal clásica, verán que daba por descontado que los puestos de trabajo tenían que ser gestionados y controlados por la gente que trabajaba en ellos: eso es libertad y democracia (véase, por ejemplo, John Stuart Mill, Principles of Political Economy, book 4, ch. 7). Vemos las mismas ideas en los EEUU. En los Caballeros del Trabajo, pongamos por caso: uno de los objetivos declaradis de esta organización era “instituir organizaciones cooperativas que tiendan a superar el sistema salarial introduciendo un sistema industrial cooperativo” (véase la “Founding Ceremony” para las nuevas asociaciones locales). O piénsese en alguien como John Dewey, un filósofo social de la corriente principal del siglo XX, quien no sólo abogó por una educación encaminada a la independencia creativa, sino también por el control obrero en la industria, lo que él llamaba “democracia industrial”. Decía que hasta tanto las instituciones cruciales de la sociedad –producción, comercio, transporte, medios de comunicación— no estén bajo control democrático, la “política [será] la sombra proyectada en el conjunto de la sociedad por la gran empresa” (John Dewey, “The Need for a New Party” [1931]). Esta idea es casi elemental, y echa raíces profundas en la historia norteamericana y en el liberalismo clásico; debería constituir una suerte de segunda naturaleza de la gente, y debería valer igualmente para las universidades. Hay ciertas decisiones en una universidad donde no puedes querer transparencia democrática porque tienes que preservar la privacidad estudiantil, pongamos por caso, y hay varios tipos de asuntos sensibles, pero en el grueso de la actividad universitaria normal no hay razón para no considerar la participación directa como algo, no ya legítimo, sino útil. En mi departamento, por ejemplo, hemos tenido durante 40 años representantes estudiantiles que proporcionaban una valiosa ayuda con su participación en las reuniones de departamento.
Sobre la “gobernanza compartida” y el control obrero
La universidad es probablemente la institución social que más se acerca en nuestra sociedad al control obrero democrático. Dentro de un departamento, por ejemplo, es bastante normal que al menos para los profesores ordinarios tenga capacidad para determinar una parte substancial de las tareas que conforman su trabajo: qué van a enseñar, cuando van a dar las clases, cuál será el programa. Y el grueso de las decisiones sobre el trabajo efectuado en la facultad caen en buena medida bajo el control del profesorado ordinario. Ahora, ni que decir tiene, hay un nivel administrativo superior al que no puedes ni eludir ni controlar. La facultad puede recomendar a alguien para ser profesor titular, pongamos por caso, y estrellarse contra el criterio de los decanos o del rector, o incluso de los patronos o de los legisladores. No es que ocurra muy a menudo, pero puede ocurrir y ocurre. Y eso es parte de la estructura de fondo que, aun cuando siempre ha existido, era un problema menor en los tiempos en que la administración salía elegida por la facultad y era en principio revocable por la facultad. En un sistema representativo, necesitas tener a alguien haciendo labores administrativas, pero tiene que poder ser revocable, sometido como está a la autoridad de las gentes a las que administra. Eso es cada vez menos verdad. Hay más y más administradores profesionales, estrato sobre estrato, con más y más posiciones cada vez más remotas del control de las facultades. Me referí antes a The Fall of the Faculty de Benjamin Ginsberg, un libro que entra en un montón de detalles sobre el funcionamiento de varias universidades a las que sometió a puntilloso escrutinio: Johns Hopkins, Cornell y muchas otras.
El profesorado universitario ha venido siendo más y más reducido a la categoría de trabajadores temporales a los que se asegura una precaria existencia sin acceso a la carrera académica. Tengo conocidos que son, en efecto, lectores permanente; no han logrado el estatus de profesores ordinarios; tienen que concursar cada año para poder ser contratados otra vez. No deberían ocurrir estas cosas, no deberíamos permitirlo. Y en el caso de los ayudantes, la cosa se ha institucionalizado: no se les permite ser miembros del aparato de toma de decisiones y se les excluye de la seguridad en el puesto de trabajo, lo que no sirve sino para amplificar el problema. Yo creo que el personal no docente debería ser integrado también en la toma de decisiones, porque también forman parte de la universidad. Así que hay un montón que hacer, pero creo que se puede entender fácilmente por qué se desarrollan esas tendencias. Son parte de la imposición del modelo de negocios en todos y cada uno de los aspectos de la vida. Esa es la ideología neoliberal bajo la que el grueso del mundo ha estado viviendo en los últimos 40 años. Es muy dañina para la gente, y ha habido resistencias a ella. Y es digno de mención el que al menos dos partes del mundo han logrado en cierta medida escapar de ella: el Este asiático, que nunca la aceptó realmente, y la América del Sur de los últimos 15 años.
Sobre la pretendida necesidad de “flexibilidad”
“Flexibilidad” es una palabra muy familiar para los trabajadores industriales. Parte de la llamada “reforma laboral” consiste en hacer más “flexible” el trabajo, en facilitar la contratación y el despido de la gente. También esto es un modo de asegurar la maximización del beneficio y el control. Se supone que la “flexibilidad” es una buena cosa, igual que la “mayor inseguridad de los trabajadores”. Dejando ahora de lado la industria, para la que vale lo mismo, en las universidades eso carece de toda justificación. Pongamos un caso en el que se registra submatriculación en algún sitio. No es un gran problema. Una de mis hijas enseña en una universidad; la otra noche me llamó y me contó que su carga lectiva cambiaba porque uno de los cursos ofrecidos había registrado menos matrículas de las previstas. De acuerdo, el mundo no se acabará, se limitaron a reestructurar el plan docente: enseñas otro curso, o una sección extra, o algo por el estilo. No hay que echar a la gente o hacer inseguro su puesto de trabajo a causa de la variación del número de matriculados en los cursos. Hay mil formas de ajustarse a esa variación. La idea de que el trabajo debe someterse a las condiciones de la “flexibilidad” no es sino otra técnica corriente de control y dominación. ¿Por qué no hablan de despedir a los administradores si no hay nada para ellos este semestre? O a los patronos: ¿para qué sirven? La situación es la misma para los altos ejecutivos de la industria; si el trabajo tiene que ser flexible, ¿por qué no la gestión ejecutiva? El grueso de los altos ejecutivos son harto inútiles y aun dañinos, así que ¡librémonos de ellos! Y así indefinidamente. Sólo para comentar noticias de estos últimos días, pongamos el caso de Jamie Dimon, el presidente del consejo de administración del banco JP Morgan Chase: acaba de recibir un substancial incremento en sus emolumentos, casi el doble de su paga habitual, en agradecimiento por haber salvado al banco de las acusaciones penales que habrían mandado a la cárcel a sus altos ejecutivos: todo quedó en multas por un monto de 20 mil millones de dólares por actividades delictivas probadas. Bien, podemos imaginar que librar de alguien así podría ser útil para la economía. Pero no se habla de eso cuando se habla de ”reforma laboral”. Se habla de gente trabajadora que tiene que sufrir, y tiene que sufrir por inseguridad, por no saber de donde sacarán el pan mañana: así se les disciplina y se les hace obedientes para que no cuestionen nada ni exijan sus derechos. Esa es la forma de operar de los sistemas tiránicos. Y el mundo de los negocios es un sistema tiránico. Cuando se impone a las universidades, te das cuenta de que refleja las mismas ideas. No debería ser un secreto.
Sobre el propósito de la educación
Se trata de debates que se retrotraen a la Ilustración, cuando se plantearon realmente las cuestiones de la educación superior y de la educación de masas, no sólo la educación para el clero y la aristocracia. Y hubo básicamente dos modelos en discusión en los siglos XVIII y XIX. Se discutieron con energía harto evocativa. Una imagen de la educación era la de un vaso que se llena, digamos, de agua. Es lo que ahora llamamos “enseñar para el examen”: viertes agua en el vaso y luego el vaso devuelve el agua. Pero es un vaso bastante agujereado, como todos hemos tenido ocasión de experimentar en la escuela: memorizas algo en lo que no tienes mucho interés para poder pasar un examen, y al cabo de una semana has olvidado de qué iba el curso. El modelo de vaso ahora se llama “ningún niño a la zaga”, “enseñar para el examen”, “carrera a la cumbre”, y cosas por el estilo en las distintas universidades. Los pensadores de la Ilustración se opusieron a ese modelo.
El otro modelo se describía como lanzar una cuerda por la que el estudiante pueda ir progresando a su manera y por propia iniciativa, tal vez sacudiendo la cuerda, tal vez decidiendo ir a otro sitio, tal vez planteando cuestiones. Lanzar la cuerda significa imponer cierto tipo de estructura. Así, un programa educativo, cualquiera que sea, un curso de física o de algo, no funciona como funciona cualquier otra cosa; tiene cierta estructura. Pero su objetivo consiste en que el estudiante adquiera la capacidad para inquirir, para crear, para innovar, para desafiar: eso es la educación. Un físico mundialmente célebre cuando, en sus cursos para primero de carrera, se le preguntaba “¿qué parte del programa cubriremos este semestre?”, contestaba: “no importa lo que cubramos, lo que importa es lo que descubráis vosotros”. Tenéis que ganar la capacidad y la autoconfianza en esta asignatura para desafiar y crear e innovar, y así aprenderéis; así haréis vuestro el material y seguir adelante. No es cosa de acumular una serie fijada de hechos que luego podáis soltar por escrito en un examen para olvidarlos al día siguiente.
Son dos modelos radicalmente distintos de educación. El ideal de la Ilustración era el segundo, y yo creo que el ideal al que deberíamos aspirar. En eso consiste la educación de verdad, desde el jardín de infancia hasta la universidad. Lo cierto es que hay programas de ese tipo para los jardines de infancia, y bastante buenos.
Sobre el amor a la docencia
Queremos, desde luego, gente, profesores y estudiantes, comprometidos en actividades que resulten satisfactorias, disfrutables, actividades que sean desafíos, que resulten apasionantes. Yo no creo que eso sea tan difícil. Hasta los niños pequeños son creativos, inquisitivos, quieren saber cosas, quieren entenderlas, y a no ser que te saquen eso a la fuerza de la cabeza, el anhelo perdura de por vida. Si tienes oportunidades para desarrollar esos compromisos y preocuparte por esas cosas, son las más satisfactorias de la vida. Y eso vale lo mismo para el investigador en física que para el carpintero; toenes que intentar crear algo valioso, lidiar con problemas difíciles y resolverlos. Yo creo que que eso es lo que hace del trabajo el tipo de actividad que quieres hacer; y la haces aun cuando no estés obligado a hacerla. En una universidad que funcione razonablemente, encontrarás gente que trabaja todo el tiempo porque les gusta lo que hacen; es lo que quieren hacer; se les ha dado la oportunidad, tienen los recursos, se les ha animado a ser libres e independientes y creativos: ¿qué mejor que eso? Y eso también puede hacerse en cualquier nivel.
Vale la pena reflexionar un poco sobre algunos de los programas educativos imaginativos y creativos que se desarrollan en los distintos niveles. Así, por ejemplo, el otro día alguien me contaba de un programa que usa en las facultades, un programa de ciencia en el que se plantea a los estudiantes una interesante cuestión: “¿Cómo puede ser que un mosquito vuela bajo la lluvia?” Difícil cuestión, cuando se piensa un poco en ella. Si algo impactara en un ser humano con la fuerza de una gota de agua que alcanza a un mosquito, lo abatiría inmediatamente. ¿Cómo puede, pues, el mosquito evitar el aplastamiento inmediato? ¿Cómo puede seguir volando? Si quieres seguir dándole vueltas a este asunto –dificilísimo asunto—, tienes que hacer incursiones en las matemáticas, en la física y en la biología y plantearte cuestiones lo suficientemente difíciles como para verlas como un desafío que despierta la necesidad de responderlas.
Eso es lo que debería ser la educación en todos los niveles, desde el jardín de infancia. Hay programas para jardines de infancia en los que se da a cada niño, por ejemplo, una colección de pequeñas piezas: guijarros, conchas, semillas y cosas por el estilo. Se propone entonces a la clase la tarea de descubrir cuáles son las semillas. Empieza con lo que llaman una “conferencia científica”: los nenes hablan entre sí y tratan de imaginarse cuáles son semillas. Y, claro, hay algún maestro que orienta, pero la idea es dejar que los niños vayan pensando. Luego de un rato, intentan varios experimentos tendentes a averiguar cuáles son las semillas. Se le da a cada niño una lupa y, con ayuda del maestro, rompe una semilla y mira dentro y encuentra el embrión que hace crecer a la semilla. Esos niños aprenden realmente algo: no sólo algo sobre las semillas y sobre lo que las hace crecer; también aprenden algo sobre los procesos de descubrimiento. Aprenden a gozar con el descubrimiento y la creación, y eso es lo que te permitirá comportarte de manera independiente fuera del aula, fuera del curso.
Lo mismo vale para toda la educación, hasta la universidad. En un seminario universitario razonable, no esperas que los estudiantes tomen apuntes literales y repitan todo lo que tu digas; lo que esperas es que te digan si te equivocas, o que vengan con nuevas ideas desafiantes, que abran caminos que no habían sido pensados antes. Eso es lo que es la educación en todos los niveles. No consiste en instilar información en la cabeza de alguien que luego la recitará, sino que consiste en capacitar a la gente para que lleguen a ser personas creativas e independientes y puedan encontrar gusto en el descubrimiento y la creación y la creatividad a cualquier nivel o en cualesquiera dominios a los que les lleven sus intereses.
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Eso es como plantearse la tarea de justificar ante el propietario de esclavos que nadie debería ser esclavo. Estáis aquí en un nivel de la indagación moral en el que resulta harto difícil encontrar respuestas. Somos seres humanos con derechos humanos. Es bueno para el individuo, es bueno para la sociedad y hasta es bueno para la economía en sentido estrecho el que la gente sea creativa e independiente y libre. Todo el mundo sale ganando de que la gente sea capaz de participar, de controlar sus destinos, de trabajar con otros: puede que eso no maximice los beneficios ni la dominación, pero ¿por qué tendríamos que preocuparnos de esos valores?
Un consejo a las organizaciones sindicales de los profesores precarios
Ya sabéis mejor que yo lo que hay que hacer, el tipo de problemas a los que os enfrentáis. Seguid adelante y haced lo que tengáis que hacer. No os dejéis intimidar, no os amedrentéis, y reconoced que el futuro puede estar en nuestras manos si queremos que lo esté.

Traducción para www.sinpermiso.info: Miguel de Puñoenrostro
 Fuente: http://www.counterpunch.org/2014/02/28/on-academic-labor/27